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(advertencias; v¡olación, cwn menor de edad, tr¡o)

1; La flor pierde su virtud

Sería un gran día en la capital Imperial, se celebraría el decimoséptimo cumpleaños del príncipe heredero de Lin'an, Chu Wanning.

Al cumplir la mayoría de edad se celebraría el día del nombre, donde recibiría su título como cultivador.

Era común que los jóvenes aristócratas se dedicarán a cultivar en sus tiempos de ocios, pero pocos tenían el talento suficiente para ser reconocidos como cultivadores de renombre a los diecisiete años.

Debido a lo importante que sería ese día, el palacio imperial estaba en constante movimiento, ese día sería un dolor de cabeza para todos.

Se dirigió a los aposentos del príncipe para comenzar a prepararlo, él era el encargado de ayudarlo con las molestas túnicas ceremoniales.

—Alteza, pasaré con su permiso —anunció por cortesía. Se adentró a la habitación sin esperar respuesta, después de todo Chu Wanning nunca habia sido una persona de muchas palabras.

Silencio. Había más tranquilidad de la habitual, en un día común, habría sido recibido por un vago asentimiento de Chu Wanning, en cambió lo único que lo recibió fue una serie de ruidos extraños y visiones confusas

En un principio no fue capaz de captar qué estaba pasando, escucho un leve chirrido, no comprendía a que se debía tal ruido. Agudizó más el oído, y escucho… ¿Jadeos?

Ignoró el aura solemne que reinaba en la habitación, y se dedicó a buscar con la mirada a Chu Wanning. Cuando adapto su vista a la escaza luz de los aposentos, fue capa de distinguir a dos figuras que se movían al compás en la cama, en un vaivén frenético.

Se confundió, ¿Qué demonios?

Se sorprendió cuando logró reconocer quienes eran. Esas dos figuras, de hecho, eran Chu Wanning y su hermano mayor.

El príncipe heredero, el orgullo de del Emperador, un prodigio que tenía tanto el cielo y la tierra a sus pies se encontraba siendo ferozmente penetrado por uno de sus hermanos mayores.

Esos chirridos… de hecho se trataba de la cama que a duras penas soportaba el ritmo intenso que llevaban las dos personas encima de ella.

Esos ligeros jadeos se trataban... Se trataban de Chu Wanning intentando retener los sonidos húmedos y vergonzosos que salían de su boca. Mordía sus delgados labios con fervor, sin que pareciera importarle la sangre que manchaba la comisura de sus labios por la fuerza que ejercía sobre ellos.

Los dos hermanos que mantenían relaciones sexuales, parecían ignorar su presencia por completo.

Se mantuvo estático sin saber qué hacer.

En una situación normal simplemente se hubiera ido sin molestarlos más, pero ¿Tenían que elegir justamente ese momento? Su deber era encargarse de que el príncipe estuviera listo para el día que le esperaba, el emperador sería partícipe de todo ¡No había manera de que lo hiciera esperar!

Sería catastrófico que el príncipe llegara tarde a su propio día del nombre. Quisiese o no, era su deber interferir.

—Su alteza… —dijo por fin, resignandose a cumplir con su deber. Todo el mundo sabía que meterse en el camino del primer príncipe nunca era una buena idea, pero enojar al emperador sería aún peor—, debe prepararse, lo esperaré fuera.

Vio a Chu Wanning palidecer luego de haber escuchado su voz.

—Ah… por favor —gimoteo abatido, con una voz que no parecía propia de él— lárgate.

Haitang Teñido De LujuriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora