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¿Sorpresa?

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—Es lindo verte aquí de nuevo, Malcolm. Hace tiempo que no te pasabas por acá.

Cuando milagrosamente Malcolm había tenido ese día libre luego de que Emily cancelara su cita por alguna clase de problema que no le había quedado demasiado claro, la idea de visitar a su vecina, quien hasta hacía no mucho había sido la única persona del lugar que genuinamente se preocupaba por él, fue, con toda honestidad, lo primero en cruzar por su cabeza para hacer.

Por supuesto, había intercambiado palabras con ella en cada ocasión que se encontraban, pero, prácticamente desde la llegada de Reese, los ratos en que Malcolm la veía para más que sólo cuidar de los niños de vez en cuando se habían vuelto más y más esporádicos, además de reducirse considerablemente...

Tanto, que ya ni siquiera recordaba la última vez que había terminado entrando al lugar con el mero propósito de conversar con ella.

Y quizás, sin un verdadero contexto, a muchos les resultaría algo raro y hasta patético (como él mismo había llegado a pensar a ratos, sobre todo antes de haberse acostumbrado...), pero, lo cierto era que la mujer auténticamente le agradaba, y, aunque Malcolm no tenía idea de por qué él le agradaba a ella, no podía negar que cargaba consigo esa extraña aura maternal que parecía rodearla entera y que acababa dándole a él la confianza suficiente para ablandarse más de lo que conscientemente admitiría.

«Oh, bueno...»

Casi como para demostrarlo, la Señora Morgan sonrió, y cuando la vio, Malcolm no pudo evitar hacerlo un poco también.

—Lo sé, es que he estado... ocupado.

—Oh, puedo notarlo —rio, y Malcolm sintió la sangre acumularse en su cara cuando el tono en que lo había dicho se volvió obvio para él—. Luces mejor que nunca desde que te conozco... Dime, ¿has estado comiendo bien?

—Sí, sí —respondió casi demasiado rápido, tomándose un segundo de pausa para dar una inhalación considerable. Siempre era la misma pregunta, y, después de tanto tiempo de evadirla, finalmente se sintió genuino al contestar—; de verdad creo que lo hago mucho mejor que antes.

Sin darse cuenta, Malcolm acabó sonriendo ante su propio comentario, notando el ronroneante calor llenándole el pecho y el estómago casi automáticamente después de que la imagen de Reese apareciera en su cabeza.

—¿En serio? —la Señora Morgan sonrió amplio mientras colocaba un curioso platito de porcelana frente a él como cada que había llegado a visitarla— Me alegra mucho oír eso, Malcolm. Ya había empezado a preocuparme cuando dejaste de pedirme ayuda, ¿sabes? Aunque aprendes muy rápido, así que pensé que simplemente ya no la necesitabas tanto... ¿Has estado practicando?

En un inicio, cuando Malcolm aún sentía la vergüenza suficiente para abstenerse de acudir a ella cada que tenía algún problema doméstico, una de las cosas que más apreciaba de la Señora Morgan era que parecía tener un verdadero instinto que le decía cuándo la necesitaba de verdad.

Nunca había sido invasiva, pero, al final, siempre que Malcolm sucumbía a su desesperación sin poder evitarlo, de algún modo ella terminaba dándole la solución a sus problemas tan fácil como si no hubiesen sido uno en primer lugar. Y cada vez, sin excepción, se tomaba al menos un par de minutos en insistirle que no había nada de malo en pedir ayuda si no tenía idea de cómo hacer algo.

Tal vez por eso había llegado a apreciarla tanto;

Porque, de cierta forma, era un poco como la figura de Lois en un sentido mucho más blando del que estaba acostumbrado.

Serotonina [Wilkercest]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora