Capítulo 21: Alfidia

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Una vez que todos habían comido, Aleck pudo concretar su hechizo para sanar a Shana. Calixta vio el Kerion, no era la primera vez que lo veía, pero si la primera en ese color y esa forma.

—Gracias —dijo Shana completamente curada.

—Sí ya estamos listos, entonces vamos —dijo Calixta.

Calixta volvió a ponerse el cráneo de ciervo, los llevaría hasta el corazón del bosque en su hiack.

—Lamento mucho haberte hecho daño —se disculpó Fred con la creatura.

Jero y Riande también se disculparon con él por lo sucedido. El hiack había aceptado las disculpas de Jero, pero no las de Riande, sentía el odio que Calixta le tenía y eso era suficiente para no aceptarlo. Todos subieron al gusano, el los llevaría hasta donde necesitaban, todos menos Riande nuevamente, él tuvo que caminar junto a ellos para llegar al corazón.

—Es aquí —anunció Calixta.

En el corazón del bosque era el acceso para la ciudad escondida de Alfidia, ahí, había dos grandes árboles que formaban un majestuoso arco repleto de flores. Bajaron del hiack para aproximarse al arco, Riande llegó minutos más tarde exhausto, rasguñado, lleno de hojas y ramas en el cabello y la ropa. Calixta disfrutaba verlo sufrir, no sentía nada de simpatía hacia él, al contrario, sentía que lo merecía.

—Jero ¿Verdad? —confirmó Calixta

—Sí.

—¿Tienes listo el objeto?

—Un momento —dijo él buscando entre sus pertenencias, no tardó mucho en encontrarlo, sacó una brújula plateada con un grabado.

—¿De dónde sacaste esto? —preguntó sorprendida, ella reconocía ese objeto.

—Era de mi padre, él dijo que gracias a ella había conocido a mi mamá además de que era un objeto único que me llevaría a encontrar mi destino, pero hace mucho que dejó de funcionar.

—Ya veo —dijo Calixta sonriendo.— ¿Estás seguro de querer deshacerte de ella?

—No tengo nada más de valor conmigo, en la mochila solo tengo equipo de supervivencia y creo que ellos no traen nada de valor consigo. Además, estoy seguro de que el mayor deseo de mi mamá es volver a ver a las hadas, por lo que si darla sirve para que puedan regresar a Eclerion habrá valido la pena —dijo Jero sonriendo.

—Está bien —Calixta se sentía conmovida, sonrió a pesar de que Jero no pudiera verlo y después se dirigió a los demás—. Quédense detrás de mí, abriré el camino.

Calixta se posiciono frente al arco, se quitó la máscara y comenzó a recitar una dulce melodía incomprensible para las demás razas, pero hermosa para sus oídos, una luz anaranjada brotó del arco y un portal se abrió.

—Esto se cerrará en cuanto entremos, así que apresúrense. —dijo colocándose el cráneo nuevamente. Los chicos la siguieron, ella recordó que tenía que dejar instrucciones antes de entrar a Alfidia.— ¡Hiack! Te quedas a cargo de cuidar el bosque mientras no estoy.

La criatura hizo unos sonidos extraños para contestarle con lo que Calixta pudo entrar a sus tierras tranquilamente.

Una vez que cruzaron se encontraban sobre un puente, debajo de ellos los peces eran gigantes, incluso uno saltó encima de ellos asustando a Fred. Luz volaba a su alrededor, los árboles eran enormes e incluso los hongos eran gigantes, se sentían como hormigas ¿Acaso ellos se habían encogido?

—Bienvenidos a Alfidia. —Anunció Calixta.

El puente era muy largo, pero desde ahí alcanzaban a ver toda la ciudad, su arquitectura era única y la mayoría de la magia que se utilizaba para los recursos y viviendas provenía de las plantas y flores.

Eclerion: El Legado del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora