Ese idiota...

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Tanjiro había estado muy distante con el azabache al punto de irse en algunas ocasiones en cuanto se acercaba o buscando excusas para no acompañarlo como de costumbre, era demasiado irritante y desesperante para Inosuke pues aquél día no supo qué responder ocasionando que el pelirrojo se pusiera de pie y se fuera tan solo diciendo que hablarían después, ya hacía tres días de eso y no le permitía hablar pues decía no sentirse listo para hablar y se retiraba del lugar, debía admitir que le dolía, eso realmente la dolía pues siquiera le permitió contestar a su pregunta.

- Deberías hablar con él, quizás tenga algo bueno que decir - el rubio se había acercado a Tanjiro cuando este salía del baño y con una mirada acusatoria le dejaba claro que estaba molesto, en cambio, el moreno pensaba que era normal que actuara de ese modo pues era su mejor amigo y creía que no entendería la razón detrás de su comportamiento pues el no parecía tener memoria de lo que había sucedido - ha tenido peleas los últimos tres días, Nezuko y yo hemos estado acompañándolo pero te necesita a ti también y lo sabes - Tanjiro sabía que tenía razón pero sentía que en esos momentos no era tan fuerte como él creía y que solo escucharlo terminaría de quebrar su pequeño corazón.

- Entiendo que estés preocupado por él, también yo lo estoy pero ahora no me siento lo suficientemente bien para hablar con él todavía - dijo evitando mirarlo a la cara temiendo desmoronarse, el rubio intentó hablar más pero al final lo dejó ir con la promesa de que hablarían pronto quedando frustrado por no haber podido acelerar las cosas; por su parte Nezuko intentaba hablar con él azabache que se había estado desquitando con sus contrincantes en la montaña dejándolos en muy mal estado y haciendo honor a su apodo, poco a poco la tristeza que había sentido cada vez que el moreno se alejaba se convertía en frustración y enojo y eso comenzaba a preocupar más a Nezuko y Zenitsu.

- Ya intenté hablar también con el pero a veces puede ser muy terco, cuando algo se le mete a la cabezota no hay más que hacer - dijo entre suspiros la chica de mirada rosada mientras dejaba caer su cabeza en el hombro del rubio, esos tres días solían estar solo ellos dos lo que sería un sueño para Zenitsu si no estuviera tan preocupado por la situación, habían intentado por todos los medios que el moreno de la cicatriz se acercara pero había sido imposible pues siempre tenía una excelente excusa para no hacerlo y el ojiverde cada vez más triste y molesto en cada rechazo había dejado de intentarlo para pasar a tener el humor más pesado que jamás hubiera tenido, según el rubio - estoy preocupada Zenny, nunca había visto así a mi hermano -

- Lo sé, y lo peor de todo es que ninguno de los dos quiere decir por qué discutieron en primer lugar, ni siquiera puedo disfrutar nuestro tiempo a solas por su culpa - murmuró lo último para no ser escuchado, algo inútil pues la menor estaba al tanto de sus sentimientos y los compartía, pero temía la reacción de su hermano al enterarse que su pequeña hermanita había estado enamorada de su tierno amigo en secreto desde hace un tiempo. Esa noche al salir de la montaña se habían ido los tres junto a Genya pues también solía ser amigo de Zenitsu en la secundaria pero este no parecía muy contento en su presencia, los dos peleadores hablaban entre ellos mientras la menor se disponía a jugar con la máscara de jabalí que el salvaje le dió para que cuidara cuando encontró una especie de bolsillo interno situado justo en la punta de la cabeza, mirándose entre ambos sin saber si preguntarle al salvaje frente a ellos, dentro había un pequeño librito muy viejo y desgastado, imposible que fuera de su amigo, parecía se había mantenido intacto gracias a la protección de aquella extraña piel escondiendolo de inmediato por mero impulso cuando el azabache miró hacía atrás.
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El día siguiente llegó y la situación parecía empeorar pues ahora Inosuke parecía molesto todo el tiempo, había dejado de preguntar por Gonpanchiro y solo bufaba si alguien cerca lo mencionaba, estaba molesto por la actitud que había tomado los últimos días, no era culpa suya y no tenía por qué rogarle según su viejo amigo Genya, pues si de verdad quería arreglar las cosas debía ser él quien diera su brazo a torcer, el rey de la montaña no se rebajaría a perseguir más a un idiota sin sentimientos que había roto su promesa en primer lugar.

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