Capítulo 1: Mikey cocina, parte I

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A los siguientes días, Mikey convocó solo a los capitanes y vice capitanes de la pandilla a una mini reunión en su casa.

Había seguido la sugerencia de Takemicchi, sobre consultar con sus amigos acerca de ayudarle con el poco de materias en las que se estaba quedando. Al principio, cuando lo pensó, sintió una gran pena en hacerlo, pero se decidió en que lo haría, porque ello conlleva a que su Kenchin cumpla su promesa y los dos sean muy felices para siempre, por siempre amén. Diosito los bendiga.

Alguien que le saque a Taiju del sistema, y de paso a Disney. Porque no todo era color de rosa, estudiar en serio sería su calvario. Solo no quería y ya, de momento. Quizá dentro de diez siglos si, pero ahora no, pero dentro de esos siglos entonces el pelón de su novio no lo va a morder, y él, y su omega lo piden ya. Como si se avecinara el fin del mundo y eso sería lo único que le faltara por hacer.

Caminó por el pasillo mientras se desperezaba, sabe que los chicos ya están en la sala principal cuando escucha a Emma abrir y cerrar la puerta varias veces y saludaba.

El tonto de su novio está al final del pasillo que termina por recorrer. Ambos se miran, examinando al otro.

—Voy a peinarte antes de que salgas así, pareces estropajo. — En vez de despelucarle más, acaricia su cabello, metiendo sus dedos entre las hebras, desenredando. Mikey asiente ante ello y se deja hacer, a pesar del otro asunto, Kenchin siempre lo consiente y a él le encanta aquello, claro que sí.

Ken no puede dejar de mirarle, los ojitos de Manjiro se cierran a gusto con su toque. Lo cual le desestresaba, le quitaba un poco de la preocupación de que el chico hablara demasiado en serio sobre la mordida. Porque, claro que quería morderlo, claro que quería dejar su marca ahí en ese cuello esbelto y que tantas veces ha acariciado.

Mikey siente un leve escalofrío recorrer su columna, cuando el más alto se le acerca al oído, para susurrarle: — Todavía falta que lleguen algunos...

Ambos irises oscurecidos chocan, a sabiendas de lo que ello significa.

El omega toma de la muñeca a su alfa para regresarse por el pasillo hacia su habitación.

—Acompáñame al cuarto... se me quedó el moño allá... — dice Mikey en un tono bastante sugerente, que Draken no deja pasar.

—De paso... te peino ahí mismo. — sonrió, moviendo su mano para juntarla con la de Mikey y caminar a pasos apresurados a la habitación del primero.

—Ajem

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—Ajem... ajem — carraspea el líder para llamar la atención de sus amigos. Que se encontraban hablando cual mercado persa en la sala, con botanas además traídas por Emma, y que seguro eran de Shinichiro. — Chicos los he convocado aquí para-

—¡Ah! Mikey, en tu cuello, parece ser que te picó un mosquito y varias veces... — bromea Kazutora, desafiando el fino hilo del que tiende su vida cada que trata de picar al aludido.

¡Mikey, aun no!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora