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No pudo evitar acomodarse el cabello al notarlo disparejo, ya había aprendido que como heredera de los Potter no debía dar una mala apariencia, especialmente después de que Liam le haya dejado específicamente a ella el ser la heredera.

Al revisar una vez más en el espejo estuvo feliz con el resultado, aunque quizás debería probar otra cosa además de su típico semi recogido. En definitiva no hoy.

— Es bueno ver que no pareces el mismo desastre del año pasado, Safy —con su típico tono de superioridad y de diversión apareció Astrid— o tal vez estabas nerviosa de que te vea desarreglada —como odiaba ese tono burlón, aunque le resultaba gracioso la idea de estar nerviosa ante Astrid.

— Solo sigo los consejos de mi egocéntrica profesora —Astrid solo soltó una risa suave ante la mención de las tutorías que daba a Sophie. A su opinión, solo era lo básico que tenía que saber cómo heredera de una familia tan antigua como los Potter.

Una vez que hicieron contacto visual, no pudieron evitar reír, era raro poder hablar de manera normal en un lugar que no fuera su habitación compartida, o el invernadero cuando no había nadie. Tenían que seguir lo que todos esperaban de ellas, ser enemigas y rivales.

— Espero que te encuentres con tu gran amigo Diggory —con un simple gesto, Astrid se retiró de la sala común de Slytherin, probablemente para ir a entrenar al campo de Quidditch y entrenando más temprano solo para molestar a Oliver Wood.

La verdad era que tenía una y mil razones para odiar a Cedric Diggory, pero al parecer era la única que lo odiaba. Según Liam era agradable, para Charlotte era un buen muchacho y muy trabajador y a Astrid lo único que le interesaba de Diggory era para molestarla diciéndole que parecían tan buenos amigos.

Probablemente, sus razones para odiarlo eran estúpidas, y era capaz de reconocerlo, pero eso no quitaba que lo odiaba demasiado.
Para distraerse un poco de los temas irrelevantes se fijó en la muchacha pelirroja que entraba a la sala común.

La reconoció al instante, era Cassidy Weasley, la chica que según los prefectos la escucharon llorar en el baño el primer día, al parecer ningún prefecto o premio anual sabía qué hacer específicamente con ella, tomando en cuenta que la chica tampoco quería hablar con ninguno.

Y ahí estaba ella, la pendeja de turno que, según todos los alumnos mayores de Slytherin, era la mejor ayudando a las personas, solo por qué en una ocasión consoló a un compañero que estaba llorando por no estar acostumbrado a tanto tiempo lejos de casa.

¡Solo odiaba a que alguien llore cerca de ella! Y ahora era la consejera emocional de la casa, esperaba que eso ayudara a convertirse en prefecta para su 5° año.

Se levantó del sofá y se acercó a Cassidy— Buenos días, creo que no nos presentamos, Soy Sophie, Sophie Potter —saludo de manera cordial, no quería que se pusiera a la defensiva.

— Buenos días, soy Cassidy Weasley —su rostro cambio de uno somnoliento a extrañada en unos segundos— Espera un segundo ¿Potter, como Harry Potter, el niño que vivió? —pensó en responderle de manera sarcástica, como normalmente contestaría a las preguntas estúpidas de Astrid o Liam, pero no lo hizo.

— Sí, es una larga historia. ¿Qué te parece si vamos al Gran comedor juntas y si quieres te puedo explicar todo lo que quieras? —un simple asentimiento por parte de Cassidy basto para ir en dirección al gran comedor.
Tan pronto avanzaron, ambas se quedaron calladas. Cassidy tal vez sintiéndose incómoda mientras que ella solo podía maldecir a Demian por pedirle que se acercara a la Weasley.

Brother BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora