Lo malo de ser un buen besador.

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Está afirmación es parte de un juego. Un juego entre amantes, para tan solo estos dos. Los roles, ya estaban definidos y no había quien lo cuestionará.

El sumiso; un muchacho, de rostro afeminado y piel pálida. Un hombre omega que en esta situación, sufría su primer celo. La leve iluminación del cuarto, hacia resaltar sus ojos color amarillo, y bajo su flequillo, de la misma tonalidad que el carbón igual que el resto de su cabello, se notaba con claridad su expresión de miedo.

-Tan solo voy a morderte. Seré gentil. -
Del dominante, (que se puede decir); un hombre alfa de veinte años, atractivo y con un cuerpo de revista. De ojos rojos, voz extruendosa, su cabello mojado y de tonalidad plateada, que reposaba sobre sus hombros. Recién salido del baño, en lo que su amante recuperaba la consecuencia. A consecuencia, desprendía un cálido aroma que no era solo por la colonia.
Su misma arrasadora escencia.
-Estás noche tu cuerpo será mío. - sus diálogos partían desde sus ideas e intenciones.

Cómo respuesta, el adolescente cruzaba sus piernas estando sobre las sábanas del colchón. Compartía miradas con su acompañante. No sabía cómo reaccionar o que responder.
Su respiración acelerada. Un gran resumen de su condición.
-No quiero esto. Por favor, no lo hagas. - dijo entre suspiros intentando calmar los latidos de su corazón.

-Necesitas aliviar ese cosquilleo, está es la única forma. Lo harás por tu cuenta. Sabes lo que necesitas. - apartando sus piernas, aprecio como levemente el sexo del muchacho se marcaba en el kimono.
-Eres mi primer omega masculino. Pero, pareces una chica con estás ropas mal puestas. Pusiste mucha resistencia mientras te vestían. - el alfa describió el atuendo del omega entre sonrisas.

En cambio él, está semidesnudo. Cubriendo su entrepierna con tan solo una fina toalla blanca.
-Tu olor es delicioso, te doy más de mis feromonas. - sin esperar una respuesta. Lo hizo, para escucharlo gemir al no poder soportar.
Manchando el traje, sus ojos dejaron escapar lágrimas. Un alma virgen e inocente.

-No llores, tan solo es presemen. Salio tan rápido porque es la primera vez que sientes las feromonas de un alfa. Que placer ser tu maestro. -

-No quiero esto. Me siento raro. - dijo en voz baja. Recibiendo un escalofrío al verlo desatar el kimono completo. -Que haces. - sujetándolo por los hombros, intento detenerlo. Algo imposible. Obviamente, no tenía la fuerza suficiente para resistir.

-Tus pechos son muy lindos y pequeños. Me encantas. Eres hermoso. - con estos halagos, se acomodo sobre él teniendo mejor vista.

Acariciando el pezón izquierdo con uno de sus dedos. Chupo y lamió el derecho.
-Ah, no lo...hagas..- temblando ante las caricias, no se atrevía a negar su gran maestría.
El alfa, al aburrirse de uno, paso al otro, tomándose la misma cantidad de tiempo para estimularlo. -Ahora son más notorios. Se hincharon. -

Los labios del sumiso deseaban compañía al igual que su lengua, y complaciendo lo, su amante pasajero le dió un torpe beso al sentirlo tan duro contra su vientre. -Si te doy un beso de verdad te haré perder la cabeza. Quiero que lo recuerdes todo. - acostándose a su lado, se quitó la toalla dejándola caer al suelo.
-Me haría un favor. Puedes lamerlo. -

Al escuchar lo último. Aprovecho la oportunidad de escapar y saliendo de la cama. Tapo su cuerpo con una de las sábanas. -Como puedes..pedirme..algo como eso. - tartamudeando. No apartaba la vista de esa parte en cuestión.

-Es una pena que no me ayudes. - apoyando su cuerpo sobre el codo derecho, utilizó su mano libre para masturbarse. Con movimientos rápidos de arriba a abajo. Gemía y libera hormonas, mirando fijamente al otro chico. -Ah..Ah.- escuchar gemir a un hombre como el, era exitante.
Los suspiros de placer que ambos dejaban salir llenaban el cuarto.

Varias gotas se deslizaban desde la cabeza de su sexo por toda la próstata. Mientras que en el más joven, esas gotas salian desde la parte trasera hasta llegar a sus talones.
La sonrisa orgullosa del dominante era evidente. Cumplía su papel en la obra.
-Vas a venir, o tendré que ir a buscarte. -

Bajo presión, camino hasta el contrario, y arrodillándose frente a él.
-No se lo que estoy asiendo. - se atrevió a decir.
Cuando aparto sus manos, fue el turno del muchacho poner las suyas. Tratando de imitar sus movimientos, le era incómodo.

Pasando uno de sus dedos por los labios del chico. Lo obligó a hacer una abertura entre ellos. -Hazlo con tu boca. -

Obedeciendo órdenes, lamió el tronco de la misma forma que a un dulce, y chupando la punta, a penas y podía creer el gran tamaño que tenía.

"-Cómo logra ocultarlo bajo el boxer y un pantalón. - "era en lo que pensaba.

-Te falta practica. No lo haces tan mal. -

Desnúdate. Marcarte Tu Cuerpo.//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora