Roier Sebastian, the satyr

132 14 2
                                    

Roier soltó un pequeño gemido cuando sintió, de nuevo, aquél roce en su entrepierna. No estaba seguro de lo que estaba pasando, pero tenía demasiado sueño, no quería abrir los ojos.

O al menos, así fue hasta que distinguió un gemido más.. que no era suyo.

Abrió los ojos en el preciso momento en que todos los recuerdos de la noche anterior se desbordaron en su mente como una avalancha. Se sobresaltó un poco, abriendo los ojos de golpe y encontrándose con la negra cabellera de Ivan recostada en su pecho cómodamente.

Movió las piernas un poco, notando de inmediato la razón de sus gemidos y los del mayor: Ambos tenían las piernas enredadas con las del otro, por lo que era de esperarse que sus entrepiernas quedaran juntas y frotándose constantemente entre sí.

No le tomó demasiado darse cuenta que podía moverse, pues los brazos de Ivan estaban fuertemente aferrados alrededor de su cintura, dejándole inmóvil.

Cerró los ojos con fuerza, intentando plantearse una idea de lo que le diría Ivan y cómo este podría reaccionar ante la historia nada trágica que Roier estaba deseando contarle, pues quería que Spreen entendiese el porqué de su actitud de siempre y la de anoche.

No iba a ser algo fácil de contar, porque probablemente el mayor se reiría de él. Pero Ivan le gustaba.. y quería intentarlo con él. Por más que eso le costase el autocontrol, deseaba que con Ivan no fuese algo únicamente sexual.

Sintió un par de cosquilleos en su cuello y miró hacia abajo, encontrándose con que Buhajeruk parecía estar despertando, pues se movía inquieto, por lo que su cabello cosquilleaba en el cuello de Roier, quien no pudo reprimir sus impulsos y acariciar sus cabellos delicadamente.

Ivan paseó sus manos por el abdomen de Sebastian, poniéndolo nervioso.

- ¿I-Ivi?

Ivan le miró en ese momento y Roier temió que pudiese escuchar el inquieto y fuerte latido de su corazón, pues este se había agitado notablemente al ver la adorable cara de Ivan recién despierto, con pequeños y hermosos ojos perezosos medio abiertos, sus labios exquisitos y rosas como siempre y sus cabellos apuntando en todas las direcciones, dándole una apariencia más que preciosa.

- Buenos días, Ro.. - Spreen murmuró, trepó hasta quedar sobre Roier y le besó la mejilla. - ¿Cómo dormiste?

Roier lo miró, estupefacto. ¿Acaso había olvidado lo que sucedió en la madrugada? Era cierto que deseaba que Ivan recordase cada minucioso detalle, tal como él lo hacía, pero, de cualquier modo, aún no sabía cómo lidiar con ello. Así que no tenía idea de qué hacer o qué decir.

- B-bien. - Se limitó a responder, forzando una sonrisa. - ¿Y tú?

Ivan rió, sacudiendo sus hombros y confundiendo al menor.

- Hace un par de horas estabas; "Ivan, me gusta el control.","Ivan, cállate.","Ivan, sos muy inquieto", Ivan, Ivan, Ivan.. - Se burló el mayor enarcando una ceja. Roier enrojeció por completo. Ivan apoyó sus manos en el pecho de Sebastian y, en estas, su cara. - Es un poco demasiado raro que ahora te dignes a recordar el ser amable.

El menor se muerde el labio inferior. Debía admitir que se había estado armando de valor para contarle todo a Ivan desde hace más de una semana, pero, justo, en ese momento, ni una sola palabra era capaz de salir de su boca.

Pero parecía no ser necesario, pues estando completamente hundido en sus pensamientos, lo único que fue capaz de sacarlo de allí, fueron los tercios labios de Buhaje posándose sobre los suyos.

Spreen se acomodó de modo que quedó sentado sobre el abdomen de Sebastian y enredó sus dedos en el cabello creciente de la nuca del menor, quien se derritió instantáneamente ante el toque, enlazando su lengua con la del mayor.

Roier se recostó sobre el cabecero de la cama, sentándose, haciendo deslizarse a Ivan por su estómago hasta que su trasero cayó en su entrepierna. Buhajeruk se acomodó, moviendo sus caderas contra las del más alto, a lo que este no pudo evitar jadear en medio del beso, apretando los ojos y apartando al mayor, quien le miró con los ojos anhelantes y brillosos, y unos labios hinchados y rojizos.

- No puedo, Ivi.. no puedo. - Murmuró el pelinegro, revolviéndose el cabello.

- ¿Qué no podes? - Preguntó Ivan, enarcando una ceja. Roier dudó muchas veces antes de mirarlo, pero al final, lo consiguió.

- No puedo hacer nada con vos hasta que sepas... todo. - Confesó Roier, mordiéndose el labio inferior. Ivan sonrió, comprensión brillaba en su mirada y Roier tuvo que contenerse un infierno para no lanzársele encima en ese momento.

- Bueno... empeza. - Pide Ivan, acariciando levemente las clavículas del menor.

- Primero sentate en otro lugar, no puedo concentrarme si estás ahí. - Le hace saber Roier, señalando un lugar al lado de su cama. Ivan suelta una risita traviesa y se acomoda donde el mexicano lo ha pedido.

- Ahora, dale.

El menor se lame los labios, ansioso.

- Soy un sátiro. - Soltó de golpe, haciendo a Ivan sobresaltarse.

- Eh.. bueno, supongo que...

- No termine. - Lo interrumpe. - La primera vez que tuve sexo fue a los dieciséis, fue con una chica y fue.. horrible. - La mueca de asco que hizo Roier, hizo reír a Ivan. - No lo intenté hasta medio año después, pero fue, esta vez, con un chico. Él no quería dejarme ser el activo por mi falta de experiencia, pero yo me negaba a ser el pasivo, así que esa noche sólo nos tocamos y no pasamos del sexo oral. A pesar de eso, fue una de las mejores noches de mi vida. Así que asumí que el problema eran las chicas. - Roier hace una pausa. - Entonces me eduqué en el tema del sexo homosexual y empecé a hacerlo con chicos... demasiado seguido.
No podía estar un fin de semana sin estar en las piernas de un chico. Con el tiempo empeoró porque los chicos ya no eran suficiente. Por más que me había traumado con el tema de las chicas, no podía resistirme. Empecé a hacerlo con chicos, chicas y ambos al mismo tiempo. Llegué al punto de no poder pasar un día sin sexo. Mi resistencia se volvió aterradora... - Roier hace una mueca de angustia.

- Podía hacerlo cinco veces seguidas.. e incluso a veces sentía que no quedaba satisfecho. Mi familia se dió cuenta.. fue lo más vergonzoso que tuve que admitir frente a ellos, pero, en ese punto, yo ya sabía hace mucho que tenía un problema de hipersexualidad. Así que fui a tratamiento durante un año y medio.
Para cuando salí, tenía dieciocho, que fue cuando me fui de intercambio.
Cuando llegué a Alemania, me di cuenta que llamaba mucho la atención, las chicas y los chicos me caían por todos lados. Así que pensé que no era bueno para mi autocontrol si tenía la tentación tan cerca. Siempre fuí un chico un poco tímido, así que me encerré en mi mismo, así era hasta que cumplí quince. Parecia funcionar porque nadie me prestaba atención... - El chico se cubre la cara con las manos. - Hasta que vine a Argentina y entonces a la facultad, entonces tuve que entrar al equipo y ahora todos están detrás de mí...

Roier se calló de repente. Quizás una apresurada confesión después de una historia tan patética como aquella no era una buena idea... lo mejor era esperar por la reacción de Ivan.

Así que se voltea a mirar, encontrándose con los adorables ojos de Spreen muy abiertos y perdidos en la nada, procesando la información recién obtenida.

- Bueno.. yo.. no sé qué decirte. - Admite Ivan, encogiéndose de hombros. - Lo único que puedo pensar es que no te va a servir de nada reprimirte sexualmente. Todo va a salir peor. Aparte, tenes las bases de tu tratamiento y las pautas a seguir, ya sabes qué hacer cuando sientas necesidad de tener sexo.. como lo hiciste todo este tiempo..

- Hay un problema más grande que ese.. - Murmura Roier, mirándolo fijamente. Ivan corresponde su mirada, sonrojándose levemente.

- ¿Cuál es el problema? - Pregunta el mayor, moviéndose para volver a su posición anterior, sobre el regazo del menor.

Roier traga saliva, desviando su mirada de los labios a los ojos del mayor en repetidas ocasiones.

- Que me gustas.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 12 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Falofilia - sproier (TRASLADADA A AO3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora