Parte 3

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En esa ocasión no desapareció tan rápidamente. Se desvaneció lo suficientemente lento como para que Draco pudiera cerciorarse de que no estaba soñando. Era muy temprano en la mañana cuando abrió los ojos; la niebla plateada estaba disolviéndose y resplandeciendo en la oscuridad.

En pocos segundos se había ido. Draco se quedó mirando el sitio donde había desaparecido.

De nuevo se sentía bien. Estaba bastante seco y había dormido en una cama calientita. La noche anterior, Pomfrey lo había arrastrado con todo y cama junto a la chimenea y le había echado un montón de pesadas mantas encima. Dormir sí que lo ayudaba, malditos fueran todos. Beberse toda la Pócima Calmante no había sido una idea disparatada. Aunque quizá la Poción para Dormir sin Soñar le habría funcionado mejor. Le habría ayudado a evitar sueños acerca de un chico vistiendo pijamas blancos con lunares rojos, que olía a manzana y que lo había besado sin parar.

Pomfrey apareció al poco rato y de nuevo trató de desaparecer a la nube. No funcionó, así que llamó a los elfos domésticos para que le trajeran a Draco ropa seca y su desayuno.

Después, Draco se sentó junto a la chimenea, mirando fijo hacia el enorme péndulo del reloj de pie y sintiéndose miserable exactamente durante dos horas y catorce minutos. El tiempo que Goyle se demoró en llegar a visitarlo a la enfermería.

Draco se había olvidado completamente de Goyle. Lo cual había sido estúpido de su parte. Goyle había estado en la fiesta. Sabía lo que había pasado ahí. Él no habría permitido que los de Gryffindor se divirtieran a costa de Draco. Los habría golpeado a todos en la cara. Dos veces al menos.

Al menos que lo hubieran confundido, lo cual, admitámoslo, no era difícil de conseguir.

Goyle se dejó caer alegremente en la silla que estaba junto a Draco.

—Te ves horrible —le dijo.

—¿No estuviste bebiendo? —preguntó Draco. Goyle no parecía estar sufriendo de resaca.

—Me bebí la mitad de la caja yo solo —dijo Goyle y se encogió de hombros—. Me sentí un poco mareado. Los de Gryffindor, en cambio… —Sonrió mucho—. Se emborrachan muy fácilmente.

Draco pasó saliva.

—¿También Potter?

—Me refiero especialmente a Potter. No recuerdo quién más estaba en Gryffindor. Bueno, también recuerdo a Granger y Weasley, obviamente, pero ella no bebió para nada y Weasley tampoco porque Granger se la pasó transfigurando su whisky en agua.

Potter no había estado ebrio cuando se encontró con Draco en el patio. No lo parecía. Y Draco habría podido olfatear el whisky de fuego; lo habría podido saborear en el beso. Potter no sabía a whisky. Sabía a…

—Qué clima tan agradable —dijo Goyle.

—¿Qué?

Goyle apuntó hacia la ventana.

—Podríamos salir a volar.

Draco estudió el rostro de Goyle.

—Greg, voy a hacerte unas preguntas y quiero que me respondas la verdad absoluta.

—Siempre lo hago, compañero —dijo Goyle, asustado.

—Escuché que estuvieron jugando a "verdad o reto". ¿Es cierto?

Goyle se congeló.

—Oh Draco, lo siento mucho —gimoteó—. Elegí "verdad" y el juego estaba hechizado. Si no les hubiera contado, ahora estaría lleno de ampollas.

Draco sintió como si alguien le hubiese golpeado en el estómago.

—¿Qué fue lo que les dijiste?

—Fue Daphne. Me preguntó en dónde había estado la noche de la Batalla, porque no me había visto por ningún lado, dijo. Y les conté que había estado en el Salón de los Menesteres contigo, con Potter, Granger, Weasley y… Crabbe.

Entonces llega la neblina y una lluvia sollozante (traducción by PerlaNegra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora