Parte 4

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—¿Goyle? —dijo Draco desde su cómodo sillón.

Ya era tarde en la noche; ambos estaban jugando ajedrez en la enfermería. La nube estaba lloviznándole a su alrededor, pero era más o menos soportable. Podía haber regresado a la Torre, pero evitar a sus compañeros —y a Potter— parecía ser una mejor idea. Estaba seguro de que la nube iba a reaccionar ante la presencia de Potter de una manera que haría que todos los demás sospecharan que ahí ocurría algo. El mero recuerdo del beso de Potter calmaba la lluvia.

—¿Sí? —Goyle levantó la vista del tablero.

—¿Tú has…? —Draco se aclaró la garganta. No estaba completamente seguro de querer realizar esa pregunta, pero tenía que saber si se estaba volviendo loco o no—. ¿Has visto alguna vez a un pavo real blanco deambulando por el castillo?

Goyle ladeó la cabeza.

—¿Te refieres a Gruñón?

—Eh, ¿disculpa?

—Gruñón —repitió Goyle con impaciencia—. El pavo real de Ernie. —Frunció el ceño—. Oh, cierto. Tú has estado en la enfermería durante todo este tiempo. Me olvidé. Ayer en la mañana, Ernie lo encontró perdido en el castillo. Lo llevó a la sala común y Millie y él han estado cuidándolo desde entonces. —Goyle hizo muecas y Draco se le unió. Tenía que ser el mismo pavo real que Draco había conjurado por accidente. Pobre criatura, capturada por un Hufflepuff.

—A Potter no le gusta Gruñón —continuó diciendo Goyle—. Porque Gruñón se trepa en su sillón favorito y lo picotea hasta que Potter tiene que levantarse e irse a sentar a cualquier otro lugar.

Definitivamente, sí era el mismo pavo real.

—¿Estoy ganándote? —preguntó Goyle en tono esperanzador.

Draco miró el tablero con tristeza. Había estado tratando de dejarlo ganar, sólo para mantenerlo interesado en el juego, pero eso estaba resultado más difícil de lo que habría creído. Negó con la cabeza.

Goyle suspiró.

—De todas maneras ya tengo que irme.

—Sí, así es, señor Goyle —dijo Madame Pomfrey, entrando a grandes zancadas a la enfermería—. Ya ha pasado el toque de queda.

Goyle bostezó y se levantó.

—¿Vas a ir a clases de Transformación mañana?

Draco asintió. Planeaba asistir a todas sus clases, aunque pensaba saltarse Historia de la Magia sólo porque podía hacerlo. Se preguntó si volvería a necesitar que Potter lo besara otra vez. Si la nube continuaba en relativa calma, no habría necesidad de pedírselo.

—¡No, no más visitas! —dijo Pomfrey, todavía de pie en la puerta—. Ya es demasiado tarde, señor Potter.

Draco se levantó de un salto.

—Pero Potter me trajo… ¡deberes! —Podía ver a Potter de pie afuera en el corredor. No traía nada en las manos y tampoco traía su mochila con él—. Quiero decir, vino para decirme qué deberes tenemos para mañana. —La excusa de Draco era patética y la expresión de Pomfrey lo confirmaba—. Es muy importante —insistió. Vio que Potter asentía enérgicamente.

—Oh, como sea —suspiró Pomfrey—. De todas maneras, me estorbas ahí porque necesito hacer tu cama. Tienen cinco minutos.

Draco casi corrió camino al corredor. Goyle lo siguió y se detuvo unos segundos a mirar a Potter con curiosidad. Afortunadamente, se fue sin hacer ninguna pregunta cuando Draco le dijo:

—Buenas noches, Greg.

Potter miró la nube de Draco.

—Parece que estás mejorando —dijo en tono divertido.

Entonces llega la neblina y una lluvia sollozante (traducción by PerlaNegra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora