"𝐓𝐡𝐞 𝐜𝐮𝐫𝐬𝐞 𝐨𝐟 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐬𝐮𝐩𝐩𝐨𝐬𝐞𝐝 𝐥𝐨𝐯𝐞" [𝐂𝐡𝐞𝐥𝐛𝐲]

[Capitulo 3]

Un dato interesante es que la escuela secundaria donde asisten Ruby y Chelsea es la más famosa de la ciudad.

Únicamente conocida por ser donde la hermosa sirena Chelsea rinde sus estudios. Gracias a esto, la escuela adquirio mucha popularidad y prestigio.

Nadie sabe porque Chelsea estudia ahí, simplemente un día apareció y se matriculó en esa escuela.

Vete tu a saber el motivo.

Pero bueno, eso no importa, a nadie le importa.

Lo único que importa es que ella está aquí.

Y todos la aman.

Absolutamente todos.

Todos, excepto alguien...

No se trata de una persona...

Sino de una kraken...

Ruby Gillman.

La para nada tipica adolescente que estudia en el mismo grado que ella.

Según sus propias palabras, no le movía ni un pelo a su peculiar "amiga" kraken.

"¡Tonterias!, se que puedo hacer que ella caiga rendida a mis pies como cualquier otra... solo debo aumentar un poco mas la manipulación y reducir los insultos... tal vez sea buena idea agregar alagos más sinceros y una actitud tsundere..." Dijo Chelsea, interrumpiendo abruptamente sus pensamientos.

Para Chelsea, no existía la palabra imposible, en lo que a enamorar a los demás se refiere, claro.

Sabía que aquella kraken era vulnerable, aparentaba no serlo, pero ella la conocía más de lo que parece.

Solo debía encontrar su punto debil... y listo.

La tendría embobada por ella.

"No sera difícil, será humano comido, no espera... creo que aquí le dicen pan... como sea"

Al seguir pensando en lo que podría hacer, se cuestionó otra pregunta.

¿Que hará después de conseguir su objetivo?

Tenía miles de personas, seres, especies de todo tipo enamorado/as de ella, la lista era muy larga.

Pero bueno... nunca hacia nada con su larga lista de pretendientes.

Simplemente los dejaba como simples aduladores, objetos de diversión y nada más.

Claro que, esto era porque nunca se había enamorado de nadie.

Desde pequeña se le enseño a demostrar superioridad, ser mejor que todos y nunca ceder ante nadie.

Le enseñaron que debía ser querida por todos, y que no existia ser vivo en la tierra que no pudiera hacer caer enamorado.

Pero...

¿Ella se merecia ese amor?

"¡Claro que me lo merezco!, soy hermosa~ ¡me merezco todo el amor del mundo!"

Luego de recordarse a si misma lo hermosa que era por novena vez en el dia, recordó lo que inicialmente estaba pensando.

Ella no sabía que haria con la pequeña kraken una vez que ella caiga rendida ante ella.

Sería fácil simplemente desecharla junto al resto, ¿no?

Pues no, no era tan fácil.

Chelsea debía admitirlo, Ruby Gillman era muy radiante y bella, para ser una kraken claro.

Y desde pequeña, ha tenido una fascinación extraña por los krakens, pese a que, por naturaleza, las sirenas y los krakens son enemigos.

Ella ama los krakens, más que a nada en el mundo.

Lo que significa que... ¿ama a Ruby Gillman?

¿De verdad puede decir que la ama?

¿A la kraken más hermosa y linda que ha visto en su vida...?

...

...

...

Pensó por mucho tiempo en eso...

Sus mejillas se tiñeron del color de su cabello.

Rojo carmesí profundo.

Mientras pensaba en la chica kraken...

En su forma de ser, tan animada pero a la vez tan segura cuando es necesario.

Simplemente pensaba que, todos debían amarla, tanto como la aman a ella misma.

"Ruby Gillerman... ¿eh?, hasta tu nombre es lindo..." Dijo esto con una sonrisa dulce y leve.

Luego, se percató de lo que dijo y estrelló su cara contra su almohada.

"¿En que estoy pensando?, ¿acaso perdí la cabeza?"

Soltó un largo y protundo suspiro, después, se recosto en su cama y se aferró a las sábanas que mantenían tibio su cuerpo.

"Tal vez es cierto... tal vez si me gusta Ruby... pero solo un poco..." Dijo Chelsea en voz baja, como si esto fuera lo último que diría antes de caer dormida.

Pero en eso, una notificacion llego a su celular.

Tomo su teléfono y reviso de que se trataba.

"Hola Chelsea, soy Ruby, necesito hablar contigo"

Chelsea se sorprendió al ver que Ruby le escribia, pero tambien, sonrió triunfante y con las mejillas sonrojadas.

"Hmm... vaya, hasta que al fin te animaste a escribirme... ¿no Gillman?"