Capítulo 2

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Capítulo 2: Tres ancianas tejen los calcetines de la muerte

Los dioses compartieron una mirada.

Luego se escuchó la voz del narrador

Estaba acostumbrada a tener experiencias raras de vez en cuando, pero solían terminar pronto. Aquella alucinación, veinticuatro horas al día, siete días a la semana, era más de lo que podía soportar.

—Pobre—susurró Hestia, pero todos la oyeron—Debió ser muy difícil.

—Lo fue—dijo Percy con un suspiro.

Annabeth asintió, ella odiaba la niebla algunas veces.

Durante el resto del curso, el colegio entero pareció dispuesto a jugármela. Los estudiantes se comportaban como si estuvieran convencidos de que la señora Kerr —una rubia alegre que no había visto en mi vida hasta que subió al autobús al final de aquella excursión— era nuestra profesora de introducción al álgebra desde Navidad.

De vez en cuando yo sacaba a colación a la señora Dodds, buscando pillarlos en falso, pero se quedaban mirándome como si fuera una psicópata.

—¿Y quién dice que no eres una psicópata? — sonrió en tono bromista Hades. Dijeran lo que dijeran los demás, él apreciaba a su sobrina, y al igual que Hermes en el capítulo anterior, quería difundir la tensión.
—Créame, Lord Hades, ella es una psicópata—bromeó Annabeth.
—¡Oye! — rodó los ojos Percy, golpeando el hombro de su mejor amiga.

Hasta el punto de que casi acabé creyéndolos: la señora Dodds nunca había existido.

—Casi—susurró Apolo con una pequeña sonrisa.
—Grover—adivinó Annabeth.
—Yep—asintió Percy.

Casi.

Grover no podía engañarme. Cuando le mencionaba el nombre Dodds, vacilaba una fracción de segundo antes de asegurar que no existía. Pero yo sabía que mentía.

—Chico, tienes que aprender a mentir, si quieres te puedo enseñar a mentir—Dijo Fred divertido.

Percy sonrió.

Apolo se cruzó de brazos, ignorando una mirada divertida de Afrodita.

—Regla #29, si mientes nunca dudes antes de hacerlo, de otro modo te descubrirán—dijo Hermes con tono casi emocionado, dirigiéndole una mirada a Percy que decía "Presta atención a lo que digo, es muy importante si de veras quieres aprender"

Algo estaba pasando. Algo había ocurrido en el museo.

— Si, no nos dices, ni siquiera nos damos cuenta, eh — le pellizco suavemente la mejilla Hermione a Percy, quien sonrió divertida.

No tenía demasiado tiempo para pensar en ello durante el día, pero por la noche las terribles visiones de la señora Dodds con garras y alas coriáceas me despertaban entre sudores fríos.

Poseidón miró a su hija con pena.
—Era tu primer monstruo, era normal sentirte así—dio una corta explicación Will Solace, hijo de... Apolo.

El clima seguía enloquecido, cosa que no mejoraba mi ánimo. Una noche, una tormenta reventó las ventanas de mi habitación.

—Jjajaj... hip... jajja... hip, re... recuerdo es... ese día... jajja... te enojaste tanto... jajaj... que le... le... empezaste a gritar... gritar... al... al cielo... jajjajjaja — dijo con dificultad un Grover rojo por la risa escandalosa que tenía al recordar ese día.

—Ya cállate — le gruño Percy divertida, pero sonrojada, algo que les pareció algo muy tierno a muchos.

Unos días más tarde, el mayor tornado que se recuerda en el valle del Hudson pasó a sólo ochenta kilómetros de la academia Yancy.
Uno de los sucesos de actualidad que estudiamos en la clase de sociales fue el inusual número de aviones caídos en el Atlántico aquel año. Empecé a sentirme malhumorada e irritable la mayor parte del tiempo. Mis notas bajaron de insuficiente a muy deficiente.

Viendo la vida de Persephone Jackson (H.P.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora