Epílogo

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Claro, todos lo dieron por perdido.

Quién lo veía juraba ver un muerto.

Pero no. El alboroto y ruido, no había permitido a Minho oír el fino latido de su corazón.

¿Acaso Minho creía que Jisung lo dejaría solo? Ni cagando. No. No podía hacerlo.

Dejarlo después de todo lo que hizo por él, nunca.

La ambulancia tardo menos de lo esperado, y el más alto lloraba desconsolado totalmente. Para él, no había esperanza. Y no podía dejar de llorar. Nadie le decía nada, y él suponía el porqué. Espero fuera de urgencias, con los papás de Jisung llegando a su lado, sus padres, sus amigos. Todos esperaban una respuesta que Minho no se atrevía a dar, mientras en la sala Jisung daba todo de si por aguantar.

Por fa. Por fa. Por fa. No quiero. No me quiero ir. No ahora, no ahora, no ahora.

Era feliz. No podía acabar así todo. En definitiva no.

[........]

-Esta mejor ahora. Ya esta bien. Puedes dejar de llorar.- Minho lo miró, sin entender nada.

¿Como dices q dijistes?

-Tienen que esperar para visitas porque sigue algo delicado, pero esta bien. Más estable, su pulso va bien, temperatura normal, las heridas bueno, cicatrizaran con los días.

¿Estaba bien? ¿Su chiquillo estaba bien?

Claro que sí. Claro que lo estaba.

Minho lloró de alivio, de agradecimiento. En tensión la medición del tiempo es anormal, la sentimos distinta. El corazón de Jisung si dejo de latir. Pero no 1 minuto, ni 10, ni una hora. Unos mínimos 18 segundos, luego se detuvo nuevamente casi dejando el mundo de los vivos, pero Lee práctico rcp, táctica que un poco mal hecha, salvo la vida de Jisung. Fueron solo segundos, los cuales para ambos se hicieron una eternidad, y el menor claramente en estado síncope, al que le procedió la inconsciencia debido a las perdidas de flujo sanguíneo y las heridas de gravedad en su cuerpo producidas por la agresión. El latido de su corazón sonaba tan despacio y ligero, que el mismo corazón de Lee nisiquiera le dejaba oír gracias a la bradicardia del momento. Osea, los latidos lentos y bajos de su corazón. Menos de 60 por minuto, claramente muchos menos de 60, pero para su angustia, cada latido vibraba a una frecuencia tan baja y delicada que el frenético pitido en su oído no le permitía oírlos.

Pero estaba tan agradecido.

Agradecimiento con el de arriba.

¿Había sido aquella la última prueba?

Habían demostrado poder superarlo todo.

El castaño esperó paciente en un asiento, mirando hacía el frente. Respirando con más calma. Sus padres lo abrazaron, besando su pelo. Minho sonrió aliviado.

-Está bien... Está bien.- dijo, abrazándose a ellos. - Weon de verdad yo juraba que se me había ido pal otro lao.- Bangchan sonrió junto a él, con alivio.

Se quedaron esperando alguna respuesta, o que les dijeran cuando lo trasladarían, para poder ir a verlo, mientras los padres de Minho iban a buscarle ropa ya que la suya estaba sucia de sangre.

-De verdad... No podía escuchar su respiración, su corazón, nada weon. Estaba tan cagao de miedo.-dijo. Felix le acarició el hombro.

-Pero está bien. Ya podemos estar más tranquilos.- dijo.

-Obvio.- dijo el flaco, suspirando, divisó a varios de sus compañeros entrar y acercarse a dónde se encontraban, preguntando enseguida por él.

-¿Y el chiqui?-preguntó su compañera, con too el rímel corrido.

𝗧𝗿𝗲𝗻𝗰𝗶𝘁𝗼 - [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora