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   Gulf no pudo evitar mirar a Mew. Aquel traje que le había prestado, para la cena, le quedaba de maravilla.
Trató de pensar en otra cosa pero sabía que aquella bella imagen se le iba a quedar grabada en la memoria para siempre.

   Uno a uno, los invitados fueron llegando. Dos largas mesas habían sido preparadas en el fastuoso salón de la mansión. Toda la cristalería y la vajilla habían sido importadas para la ocasión.

   La familia del Senador, incluída su joven hija heredera, fue presentada a Gulf. Y justo después de los saludos de protocolo, Gulf no perdió tiempo y presentó a Mew como su novio.
  
   Había fantaseado con las posibles reacciones de los invitados, pero en ninguna de sus fantasías ellos reían como si les hubiesen contado un chiste muy gracioso.

   – No se lo creen...– susurró Gulf mientras seguía a Mew a un rincón– Esto seguramente es obra de mi hermana. Algo tuvo que haberles dicho...

   Y la sonrisa burlona de Rubí en el otro extremo del salón, parecío confirmarle sus sospechas.

   – ¡Hola! – una voz femenina los sobresaltó– Mucho gusto, Mew. Soy Jessie, prima de Gulf.

   Mew le estrechó la mano.

    – Dime la verdad...– le dijo Jessie risueña– ¿Cuánto te pagó mi primo para que te hicieras pasar por su novio?

   Gulf se atragantó con su propia saliva y comenzó a toser.

   – No fue difícil encontrarte en las redes sociales. – Jessie parecía disfrutar de la situación–  Es una cuenta vieja. No actualizas hace mucho pero...¿qué dice aquí?... "Preferencias: mujeres." Y esas fotos con tu última novia son una delicia...

   Gulf volvió a atragantarse cuando vio a su hermana acercarse a ellos. El joven parecía estar exprimiendo su cerebro para pensar alguna respuesta convincente. En un impulso miró a Mew. Éste estaba serio, mirando su celular que acaba de sonar.

   – Perdón...– balbuceó Mew con la mirada todavía clavada en la pantalla– Debo irme...

   Gulf suspiró aliviado.

   – Una emergencia familiar, seguramente.– dijo Gulf a su prima y a su hermana, que no dejaban de sonreír burlonamente.

   Mew clavó su mirada en Gulf y le susurró una disculpa.

   – Debo irme...– volvió a repetir.

   – Entiendo..., claro... – Gulf trató de sonar decepcionado.

   Aunque sí sentía decepción real, aún recordando que aquello era parte del plan.
  
   Quince minutos después, Gulf despidió a Mew. Uno de los autos de la casa lo llevaría hasta la estación de trenes.
   Se quedó allí, tiritando de frío, viendo a Mew alejarse y con una tristeza que sabía no lo dejaría dormir aquella noche.
   Se dio cuenta que nada había salido como lo había pensado. Y se dio cuenta de que ya no tenía fuerzas para luchar. Resignado, sabiendo que su futura prometida lo esperaba adentro, mientras seguramente saboreaba caviar, Gulf caminó hacia el bosque que nacía detrás de la mansión.

   Afrontaría su destino, pero no esa noche, ahora Gulf sólo quería contemplar la Luna Llena por última vez, antes de ponerse una máscara que ya no se quitaría nunca más...

HAGAMOS UN TRATO...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora