14- Caricias Agresivas

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Amy solo se había puesto en la otra punta del corner del sofá, y Alex estaba casi en la otra.

La peliblanca siguió viendo la TV como si nada hubiera pasado. Mientras que el de ojos esmeralda estaba tan incómodo que podía vomitar en cualquier momento.

—Alex, perdóname por todo esto.– La mujer rompió el hielo, sin aún sacar los ojos de la TV. Estaba furiosa de si misma y de todo.
—Yo realmente, soy así. Eso ya deberías saberlo.– Se rió por lo bajo mientras posó su mirada en la de Alex.

—Ya, Amy. Yo te sigo queriendo.– Tragó mientras brindaba una media sonrisa.
—Siempre lo hice.–

Amy dió una sonrisa tierna y se acercó al más alto. Estuvieron así por un tiempo casi largo, mientras veían una película de comedía.

Las risas no faltaron, y Amy no podía ocultar su brutalidad.
Alex comenzaba a sentirse mejor, pero aún sentía una especie de vacío, no sabría dónde.

El pelinegro sabía como era su amada, no era una persona tan brusca. Pero con los "suaves golpes" que recibía de Amy cuando se reía sin parar, no podía diferenciar a su amante de ahora con la de hace un año y medio.

Dolían mucho, pero Alex no quería decir nada para no matar el gran momento que estaban pasando juntos.

Los golpes se dirigían hacía sus muslos, pero también hacía su brazo derecho.
Llegó un punto que hasta parecía que los moretones se formaron tan rápido, que sentía que se estaba pulsando bruscamente en ellos.

La verdadera pregunta es:

¿Era porqué no sabía controlar su repentina brusquedad o era a propósito?.

Sea cual sea, Alex no quería saber nada.
Llegó a un punto dónde ya no le importaba si mismo, lo único que quería es tener una relación estable.

Y haría todo para mantenerlo así, y complacerla.

—¿Qué te pasa?.– Pregunto Amy, al ver la mirada en blanco de Alex hacía el televisor.

Alex dió un pequeño respingo y rápidamente sonrió.

—Nada, cariño!.– Dió una cálida sonrisa.

La mujer sospecho, pero ya qué.

Cuando ya se acercó la hora de dormir, Alex aprovecho en ir al baño para ver los resultados del amor de su querida.

Efectivamente, apenas rozaba las zonas moretoneadas y ya le dolían bastante.

Eso no era nada, estarán peor mañana.

Vɪᴏʟᴏɴᴛᴏᴍᴇᴛʀᴏ || «A͜͡m͜͡y͜͡ X͜͡ A͜͡l͜͡e͜͡x͜͡» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora