ANGELA
Suena la alarma de mi reloj despertador y mi mente aún nublada por el sueño intenta hacerme reaccionar, pero fracasa. Son las 6 en punto y hoy tengo clases a las 10 pues el profesor del primer turno está de baja médica por una fractura del pie. Bueno... del pie y otras estructuras, tuvieron que enyesarlo hasta la ingle. Pobre hombre. El profesor Pierce no ha tenido mucha suerte últimamente que digamos.
Estoy agotada. Me acosté tarde en la madrugada estudiando para mi parcial de economía que tengo precisamente a las 10. No seas mentirosa Angela, me dice la voz de mi conciencia. Te dormiste tarde porque estuviste leyendo una de esas novelas románticas que te encantan. ¿Cómo se llamaba? Así ya recuerdo, Mi poderoso Laird o como sea. Es que no puedo evitarlo, soy una adicta a la literatura romántica. En cuanto conecto mi iPad y entro en la aplicación de iBooks es como si flotara al paraíso. Estoy segura que mi mente se imagina ese lugar como una especie de librolandia, donde las casas están hechas de libros, las aves tienen formas de origamis y las flores son de papel. ¿Pero qué puedo decir? Tengo 20 años y apenas he conseguido un beso. Y fue en la fiesta de graduación de la preparatoria. El capitán del equipo de baloncesto me pidió ser su cita para el baile de promoción y como era el chico más guapo de toda la escuela no puede evitar aceptar. Recuerdo que me pasé todo ese día preparándome para la noche, compré un hermoso vestido y fui a la peluquería para que me hicieran un bonito peinado. Tenía el presentimiento que esa noche sería mi noche. Y vaya que lo fue pero no en el buen sentido, más bien en pésimo sentido.La noche transcurrió bien hasta que David, como se llama aquel gilipollas, decidió que debía agradecerle el haberse tomado la molestia de invitarme y luego de hacer un poco el paripé en la pista de baile y tomar un poco de ponche me colocó la mano en la cintura empujándome suave pero firme hasta salir del gimnasio de la escuela que era donde se estaba celebrando la fiesta. Me condujo por uno de los pasillos hasta llevarme al área de la piscina. Por un instante pensé que se me declararía, diciéndome que estaba enamorado de mí en secreto desde hace tiempo, que no había tenido valor de confesármelo por miedo a mi rechazo y que quería aprovechar esa última noche que pasaríamos en la escuela para decirme todo lo que sentía. ¡Que ilusa era la verdad! Solo a mí se me podía ocurrir pensar que ese cabeza hueca pudiera sentir atracción por alguien que no fuera el mismo. ¡Por dios!, si tenía en la puerta de su casillero una foto de él posando marcando sus músculos. Eso debería haber sido una pista bastante clara de que dentro de esa cabeza había solo tres neuronas dirigidas a las únicas cosas importantes para él: obviamente él, el baloncesto y acostarse con cuanto ser viviente con falda existiera.
Pues después de entrar en el recinto de la piscina nos acercamos hasta el borde. Por las ventanas encima de las gradas entraba luz del exterior que se reflejaba en el agua dando un aspecto especial al momento. David tomó mi mano y tiró de ella para acercarme a su pecho, me tomó de la barbilla y la levantó hasta que nuestros ojos se encontraron. Debo reconocer que tenía unos ojos bonitos de un tono verde oscuro como la hierba mojada. Ligeramente rasgados y enmarcados por unas cejas sexys aunque un poco afeminadas, demasiado definidas para ser las de un hombre. Pero en fin, estaba feliz. Estaba llegando mi momento más esperado de toda la preparatoria. Conseguiría cerrar ese capítulo de mi vida y podría avanzar hacia el siguiente sin sentir que era alguna especie de bicho raro y poco atractivo que no conseguiría llamar la atención de ningún chico medianamente apuesto salvo que fuera un miope. Así que estar a solas con el muchacho más guapo de toda la escuela podría decirse que era todo un privilegio y en serio lo pensé, al menos durante unos minutos. Se inclinó hasta mi oído para susurrarme algunas frases poco entendibles por el ruido de la música.
- ¿Estás disfrutando la fiesta?- me preguntó colocando la manos en mi cintura. Sentía sus dedos moverse peligrosamente en dirección a mi trasero y un pequeño nerviosismo se instaló en mi estómago.
- Sí...sí- tartamudeé como si fuera una niña pequeña- La fiesta está estupenda.
- ¿Sabes porque te invité como mi pareja al baile?
- No... ¿por qué?- le respondí
- Desde que empezamos en primer año he tenido curiosidad por acercarme a ti pero siempre que intentaba hacerlo parecía que me rehuías como si fuera el diablo.
- Bueno la verdad es que soy un poco tímida- bastante tímida en realidad- y no sabía cómo comportarme contigo así que prefería alejarme antes de hacer el ridículo.
- ¿Y puedo saber que te hizo cambiar de opinión para que aceptaras mi invitación?
- Pues pensé que como hoy es la última noche en la preparatoria sería un buen momento para hacer todas las cosas que no tuve el valor de hacer.
- Estoy de acuerdo. ¿Y que son todas esas cosas que quieres hacer?
- No lo sé... Tal vez bailar toda la noche, coger mi primera borrachera, darme mi primer beso... -eso último lo dije con la boca pequeña con la esperanza de que él no lo hubiera escuchado pero al parecer si lo hizo pues me miró alzando la ceja derecha y mostrando una sonrisa socarrona.
- Tal vez yo sea tu hada madrina esta noche o más bien tu padrino mágico y haga tus deseos realidad- dijo intentando hacerse el gracioso aunque por lo nerviosa que estaba apenas esbocé una sonrisa forzada.
Ladeó su cara hacia la izquierda y tomándome por la nuca inclinó mi cabeza hacia la derecha. Se acercó y sentí el corazón latiendo deprisa por la expectación. Cuando nuestros labios se tocaron no pude evitar sentir más que pura decepción, toda la magia que había leído en innumerables libros se esfumó y en su lugar quedó la sensación de haber sido estafada. Nada de lo que las autoras describían en sus novelas era cierto. El beso de David era más soso que comer un huevo sin sal y su lengua intentaba entrar en mi boca pero yo se lo impedía porque solo pensar en probar su saliva me daba asco. Aparté la cara fingiendo que estaba abrumada por la intensidad de su beso y él me miraba con cara de triunfo como si fuera un galán de cine.
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En la profundidad
JugendliteraturLa historia de amor de Angela y Nathan. Un amor que superará todas las barreras. Unos personajes que aprenderán uno del otro y que estarán dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias por mantener vivo ese pequeño brote que ha nacido sin quer...