Capítulo 2: Un encuentro entre doctores

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[Día 1

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[Día 1. Cordillera Tianheng. 20:22]

[No era un buen día. Había empleado la mayor parte de horas haciendo remedios para los pacientes porque las reservas habían mermado considerablemente en las últimas semanas. No estaba seguro de si se debía a un cambio de tiempo o a una simple coincidencia, mas no importaba. Independientemente de la causa, se había visto obligado a reponer de todo, desde jarabes a pomadas, y cuando parecía que por momentos la situación iba a mejorar, de repente surgía otro cliente que buscaba algo o necesitaba su ayuda. Si a eso le sumamos que había tenido que estar moviéndose de un lado a otro por Liyue, es lógico decir que lo que predominaba en su cuerpo era un abrumador cansancio]

-¿Otra vez tosssiendo? Quien te oye pensssaría que vasss a expulsssar un pulmón. [le comentó, jocosa, su compañera de aventuras]

[Si bien esbozó una sonrisa ante lo que comentó la serpiente, el peliverde parecía estar más débil que de costumbre. De por sí ya cargaba con una misteriosa "enfermedad incurable" y visitar tantos pacientes sin apenas descanso le había estado pasando factura. Era joven todavía, pero la vida parecía no darle tregua. En parte no podía quejarse por ello, pues había elegido ser médico y ayudar a todos los que lo necesitaran. Es solo que, a veces la vocación no quita las ganas de tomarse un día de vacaciones. Especialmente cuando a cada pocos metros que recorres tienes que detenerte a toser]

[Y aquella sensación que llevaba teniendo todo el día no se iba]

-¿Te parece si nos desviamos a recoger algunos lirios de cristal, Changsheng? Se nos han acabado en la Farmacia Bubu esta tarde. [sugirió el doctor a la par que miraba con sus ojos amarillos al reptil que se enroscaba en su cuello] Además, es una agradable noche, perfecta para un pequeño paseo nocturno.

-Mientrasss no te desssmayesss en el camino, me parece una buena idea. [respondió la serpiente, devolviéndole la mirada con sus ojos fucsia]

[Si bien podría parecer una decisión trivial, tomada sobre la marcha, no era el caso. La mirada que ambos habían intercambiado bastaba para hacerse entender entre los dos. Él no era el único que había percibido algo extraño aquel día. Sentía que alguien lo seguía, lo vigilaba. Y eso al médico no le agradaba lo más mínimo. Cada vez que trabajaba, prefería hacerlo lejos de los ojos del público, de ahí a que acostumbrara a cambiar el ritmo o tomar atajos para perder a los posibles curiosos. Sin embargo, este día no había sido posible. En numerosas ocasiones había creído librarse de quien fuera que estuviera siguiendo sus pasos, pero tras un rato de aparente calma, volvía a inundarle aquella sensación. Por este motivo Changsheng, su compañera reptil, había estado moviéndose por el cuerpo del doctor más de lo normal. Su objetivo había sido identificar al culpable, a aquel que no los dejaba en paz. Mas cada vez que ella se ponía a estudiar el entorno, no encontraba un claro responsable. No es que a Changsheng no se le diera bien la tarea, sino que su "enemigo" sabía camuflarse entre las sombras y multitudes. La serpiente creía haber intuido una cabellera azul como delatora del acechador, pero no podía estar segura. Así que, visto que ninguno de los dos se sentía satisfecho con la situación, habían acordado silenciosamente un cambio de planes. A esas horas, en cualquier otro día, el médico habría declarado el fin de la jornada y se hubiera dedicado a disfrutar de la cena y de su merecido descanso. En su lugar, sus pasos los llevarían a otro destino para, con suerte, desvelar de una vez por todas el misterio]

Un par de flores marchitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora