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El viento soplaba con fuerza esa noche estrellada, hacia frío y parecía que una tormenta de nieve se avecinaba sobre aquel reino. El principe miraba por la ventana de su habitación pensando en como lograría salir de allí para su encuentro con su nuevo amigo, no quería dejarlo plantado hasta una idea vino a su mente, conocía bien el castillo y conocía sus pasillos secretos, era perfecto.

Tras unos minutos de caminar entre aquellos pasadizos que parecían ser un laberinto, finalmente estaba fuera del reino y para no ser reconocido se puso la capucha sobre la cabeza; no perdió tiempo en correr hacia aquel lago, dicho lago en el que lo estaba esperando su nuevo amigo y tal como esperaba al llegar, el hechicero estaba allí sentado viendo los peces del lago. Una sonrisa apareció en el rostro del principe quien se acercó a el saludandolo, Licorice le devolvió el saludo cuando el príncipe se sentó junto a él.

-¿Como van las cosas en la academia?

-Bueno, hoy... Tuvimos un examen, espero poder aprobar

-¡Claro que lo harás! Eres alguien inteligente y muy sabio

Le dijo con una sonrisa, en eso recordó algo y se llegó la mano a una pequeña mochila que traía colgaba de su torso y de esta sacó una bolsa de caramelos la cual le entregó al hechicero.

-Un amigo de mi padre me los regaló hace poco pero creo que tú los necesitas más que yo, quizás te suban el ánimo en la academia.

-Oh- gracias... Nunca... Nunca había recibido un regalo

Lo miro con una sonrisa antes de llevarse uno de los dulces a la boca, inmediatamente sus ojos brillaron con emoción y mastico el caramelo con felicidad, era un sabor nuevo para su lengua y le fascinaba.

-¡Son deliciosos! ¿De que están hechos?

-Si no mal recuerdo, creo que los hacen con vainilla y chocolate blanco ¿Son buenos, cierto?

-Nunca probé algo así antes, son muy dulces.

-Si te gustan ¡te traeré más cuando pueda!

Dijo con ánimos y energía que parecieron contagiar al hechicero, estuvieron hablando por un rato hasta que el delgado chico notó el arma en la espalda del príncipe, aquello llamo su atención cosa que el monarca notó; con suavidad quitó su arma de su espalda y se la enseñó al hechicero.

-¿Te gusta?

-Nunca había visto una real antes...

-Ponte de pie, te enseño cómo empuñarla.

El sonrió y se puso de pie sacando su espada de su vaina, cuando el joven estudiante se puso de pie el monarca empezó a corregir su postura y una vez listo se puso detrás de él dándole la espalda, puso sus manos sobre las del aprendiz para moverlas correctamente y ponerlas en la posición correcta para tomar la espada, Licorice temblaba un poco pero parecía estar seguro.

El principe le enseño algunos movimientos, posturas para sostenerla y al final lo dejo guardar la espada en la vaina de nuevo, ambos reían ante el intento del aprendiz que resultaba algo torpe, pero tierno para el monarca.

-Es más pesada de lo que llegué a imaginar...

-La verdad si, pero poco a poco te acostumbras... Si vieras la de mi padre te desmayarías, dicen que su espada es tan pesada que solo alguien con la fuerza de tres galletas podría lograr levantarla... ¡Y mi padre la lleva en una sola mano como si no fuera nada!

El soltó una risa siendo seguido por el hechicero, no quería ni imaginarse al padre de su acompañante.

Se sentaron a hablar un poco y finalmente, Licorice desvío el tema, parecía en confianza.

A different... destiny? ||CookieRun•Darklico||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora