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La nieve caía suavemente sobre el Dark Cacao Kingdom decorando sus oscuras y opacas calles con el delicado y brillante blanco de los copos helados, el frío viento soplaba suavemente dejando un sonido sordo, como un suave susurro. Aquellas calles estaban desiertas y desde su habitación, el joven príncipe observaba la ciudadela, aquel reino que dentro de unos años tendría que gobernar y proteger.

"Cuando el momento llegue, lo sabrás y entonces todos en el reino estarán a las rodillas de el nuevo rey"

Le decía su padre siempre, nunca obtenía mayor respuesta que esa... Le hacía preguntarse que era lo que su padre tenía en mente, que era lo que esa sabía pero vieja mente estaba creando para su futuro, sea lo que sea sabía que era su destino y no iba a escapar de el, tampoco lo intentaría... Desde pequeño soñó con ser un guerrero, un rey honorable y admirado justo como su padre; toda su vida se preparó para aquel momento que aún parecía estar lejos de llegar y gracias a eso, cuando no estaba entrenando con su progenitor o escribiendo entre sus libros el príncipe solía salir del reino, visitaba las villas o a veces iba a distintos lugares... No sabía exactamente a dónde iba, que iba a encontrar o que haría, solo dejaba que sus pies lo llevaran a dónde creyeran conveniente y de alguna u otra forma siempre regresaba al reino sin problema.

Está vez no iba a ser distinto, su padre tenía ocupaciones más importantes y decidió salir a despejar su mente, se puso la gruesa capa sobre los hombros y tomo su espada saliendo del reino, los habitantes de la ciudadela lo saludaban animadamente pero traían consigo respeto por el príncipe quien alegremente le devolvía el saludo a aquellos que el consideraba su gente, como siempre, no sabía a dónde iba o que le depararía el destino, solo dejaba que sus pies mandaran, que caminaran y andaran por dónde quisieran, hacia donde sus instintos lo llamaran y creyeran conveniente ir.

Una vida sencilla para ser un príncipe si me preguntan como su narrador, pero aunque a veces el joven Dark Choco sienta que su vida es monótona algunas veces, hay jóvenes que darían lo que fuera por tener esa vida, cualquier cosa por salir de su círculo vicioso como es el caso de nuestro hechicero.

Despertar, ir a clases para aguantar las burlas de sus compañeros incluso de sus maestros, encerrarse a llorar en el armario, esperar a terminar el día escolar y tumbarse en su cama a lamentar sus decisiones: es el día a día de Licorice, un estudiante de la escuela de magia. Nuestro amigo sueña con convertirse en un gran mago, uno muy reconocido y poderoso... Pero todos los comentarios y la dura vida allí sólo no le dejan el camino fácil, a veces siente que estar en aquel lugar es como caminar descalzo sobre un suelo lleno de espinas pero por más que lo deseaba no iba a detenerse... No hasta callar la boca de todos aquellos que se estaban burlando de él y de su potencial.

Su habitación vacía y solitaria, nadie quería compartir habitación con tal perdedor y realmente no le molestaba, amaba su soledad... Así podía desahogarse, llorar cuánto necesitara lamentandose por no ser suficiente para nadie y finalmente se canso de estar encerrado en aquellas deprimentes paredes cansadas de escucharlo sollozar y balbucear, consiguió salir de aquella escuela por la ventana de su habitación y sin ser descubierto salía hacia el bosque, era... Tan tranquilo, sentía que podía respirar en paz.

Un príncipe reprimido y un hechicero triste en proceso, dos almas tan distintas... ¿Que podrían tener en común estos dos seres? La respuesta, llegaría pronto.

Aquella noche, el estudiante de magia entro a su cuarto y cayó de rodillas mientras lloraba con desesperación, le habían gastado una muy mala broma en su aula de clases, se sentía cada vez más miserable... Así que nuevamente, escapó de la facultad corriendo hacia el manto oscuro de la noche en medio del bosque, el sonar de los buhos, los murciélagos y los grillos traían paz a su perturbada y deprimida mente, aun así tenía mucho por soltar, se sentó frente a un hermoso lago iluminado por la luz de la brillante y resplandeciente luna llena, sus lágrimas caían y el viento entre soplidos le susurraba para consolar su dolida alma, la luna veía con tristeza aquel pesar del hechicero de rastas pero no podía hacer nada por consolar su roto corazón así que, si no podía hacerlo ella... Alguien más lo haría ¿No?

A different... destiny? ||CookieRun•Darklico||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora