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El monarca estaba sentado en una vieja banca de aquella abandonada villa, tenía el peluche entre sus manos y releía la nota que había encontrado en su interior una y otra vez, el papel se veía viejo, manchado y el peluche parecía tener años encima, recordaba las palabras de su compañero acerca de si mismo, de lo que recordaba de su pasado, todo cuadraba... Pero no quería ser tan duro, no quería simplemente llegar con el y decirle: "¡Oh, amigo! Gracias a todo lo que me confiaste fui a una villa abandonada y destruida del reino y ¡Mira, encontré un peluche viejo y dañado con una carta de tu posible madre!" No, no podía, tenía que ser cuidadoso con sus palabras, no quería afectar o lastimar al hechicero, pensaba en que hacer para que las cosas salieran bien y dió un suspiro... Guardo el peluche y la nota en una mochila que tenía y se dirigió a su encuentro con el mago, no le diría nada... No por el momento.

Al llegar, el hechicero estaba allí acariciando un pequeño pajarito azul en su mano la cual luego levanto dejandolo volar, el monarca vio esto con una sonrisa antes de acercarse a el y sentarse a su lado.

—Siempre llegas primero que yo.

—No me gusta pasar mucho tiempo en la academia siendo sincero.

—No te preocupes, lo entiendo.

El silencio abundaba hasta que el hechicero miro al cielo con una suave sonrisa, ésto lo notó el monarca.

—¿Que sucede?

—El cielo está despejado hoy, se pueden ver las estrellas... mira, allá está la constelación de Perseo

El monarca miro al cielo, era cierto, una peculiar constelacion estaba en el cielo; ambos se recostaron en la hierba para ver al cielo, el estudiante seguía viendo el cielo con una sonrisa, esto conmovió al monarca quien decidió dejarlo hablar de ello.

—¿hay más constelaciones?

Los ojos del hechicero brillaron por un segundo y su sonrisa se amplio, puso una mano sobre su abdomen y levanto el otro brazo para señalar el cielo.

—¿Ves esa de allá? Se llama Andrómeda... y esa que está allá es el ave del paraíso.

Hizo una pausa con una sonrisa mientras miraba atentamente el cielo, estaba por girarse para ver si el monarca le estaba prestando atención y grande fue su sorpresa al verlo dibujando dichas constelaciones en un pequeño cuaderno con una elegante y linda pluma negro mate, pronto cambio de hoja y siguió viendo al cielo esperando más palabras de su amigo las cuales no tardaron en aparecer nuevamente.

—¿conoces los signos del zodiaco?

—Por supuesto, en mi reino creemos que te ayuda a saber que clase de persona eres... ¿Por qué?

—Mira allá, cerca de la luna... esa es la constelación de Aries, también le llaman "el carnero" o simplemente "Ari".

El monarca busco hacia donde señalaba y era cierto, con una sonrisa dibujo la constelación tratando de no olvidar ni una sola estrella.

El hechicero hablaba, le mostraba constelaciones, sus nombres, datos sobre ellas, y el monarca solo lo escuchaba en silencio, centrando su atención en sus palabras mientras tomaba nota de las mismas, las hojas del cuaderno empezaron a llenarse de dibujos de constelaciones, sus nombres y los datos sobre éstas mismas.

Terminó su encuentro y como de costumbre, el monarca acompaño al hechicero hasta la academia pero está vez antes de irse, el aprendiz le dió un abrazo mientras sonreía, aunque el príncipe se sorprendió correspondió a su abrazo.

—Gracias por escucharme... no tenía a nadie con quien hablar sobre constelaciones.

—Bueno, me gusta escuchar... cuéntame todo lo que quieras.

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⏰ Última actualización: Sep 16, 2023 ⏰

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