02

1.2K 72 2
                                    


📍Buenos Aires, Argentina.

Agustín pov:

La vida cambia a una persona de distintas maneras cuando se presentan en el camino obstáculos que te cambiarán para siempre tu mismo ritmo o como alguien pensaba que sería todo planeando correctamente lo que haría cuando enfrente cada desafío.

Cuando Justina llegó a mi vida cambió el rumbo de mis planes desde que era un chico entrando a la adolescencia, hasta que cumplimos cuatro años de novios y siempre se mantuvo conmigo apoyando mi carrera de futbolista. Después de un tiempo, pude darme cuenta que no importaba cuántas veces haya planeado o más bien creído que tenía todo resuelto en mi vida hasta que me enteré de la existencia de que tendría un hijo propio siendo tan joven y sin experiencia alguna, pero de esas cosas se aprenden sin importar lo que suceda en el medio.

—¿Segura que pueden cuidar de Sofía, mamá?— le pregunté curiosa a mamá, quién cargo en sus brazos a su nieta.— Justina está preocupada, sabes cómo es cuando no está cerca de Sofía y como es la gorda cuando su mamá no está con ella.

—No tienen de que preocuparse, mi vida. Sofía está en buenas manos, aparte tu papá está para ayudarme y pasar tiempo con su nieta.— me contesta sentándose en el sofá blanco y papá me sonrió apagando la televisión.— Es normal que Justi se sienta así, es mamá primeriza y le cuesta separarse de su hija. Es típico de las mamás.

—Es una noche agradable, hijo. Pueden disfrutar al máximo como una pareja después desde hace tiempo que no salen solos.— me dice papá levantándose del sofá y salió del living.— Aparte quiero pasar tiempo con mi nieta, no se preocupen mucho ustedes.

—Pero llamen cualquier cosa si pasa algo, mamá.— le contestó a mamá, quién me miró sonriendo tranquilamente.— Nos vemos después.

—Cuídense mucho. Besos a Justina de mi parte, Agus.— me dice mamá animada y la saludé besando su cabeza.

Saludé a mi hija que estaba durmiendo, acaricié su mejilla con suavidad y me termine despidiendo de mi papá para salir de mi casa encaminandome hasta la camioneta mía sacando el seguro y comencé a conducir directamente hasta el edificio que vivo hace dos años.

Justo estaba mi novia saliendo del edificio cargando un pequeño bolso negro en uno de sus hombros, toqué bocina captando su atención y vino corriendo hacia el vehículo sonriendo para abrir la puerta del copiloto sentándose a mi lado, pero antes se inclino hasta mí sosteniendo mi nuca y plasmar sus labios rojos contra los míos.

Su sabor cereza se mezclo con el mío mentolado dejándome llevar por su fogosidad, permitiéndome alargar un poco mi mano derecha acariciando sin descaro alguno su nalga cubierta por los jeans azules y ella sonrió entre medio del beso separándose de mí.

—Que manito traviesa— me dice sonriendo divertida y se alejo completamente de mí para acomodarse en su asiento.— ¿Sofía se quedó tranquila con tus papás?

—Si, estaba durmiendo cuando la llevé y antes que empieces a preguntar mi mamá llamará si sucede cualquier cosa.— le contestó desordenado mi pelo y comencé a manejar nuevamente.

—Sabes que es imposible estar tranquila cuando no tengo a nuestra bebé cerca.— me dice agarrando mi celular para conectar la música desde ahí.— Y más cuando es inseparable de nosotros, siempre quiere estar encima nuestro y pasar tiempo juntos.

—Pero a veces nos viene bien estar a solas un par de horas y disfrutar un poco nuestro noviazgo, amor. Disfrutemos la noche, iremos al cine a ver rápido y furioso.— le digo animado agarrando su mano libre y entrelace nuestros dedos.— Después vamos a comer hamburguesas y por último comprar esos dulces que son tus favoritos.

𝐀𝐂𝐄𝐍𝐃𝐑𝐀𝐃𝐎 || 𝐀gustín 𝐆iay ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora