día 4

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Al final Spreen toda aquella noche no pudo dormir, intentando controlar su instinto animal, fue una noche horrorosa e incómoda.

Lo que causó que despertará fue una gran sartenazo que se llevó en la cabeza, al parecer ese fue el objeto que le tocaba a Juan el día de hoy.

LA PUTA MADRE — gritó al recibir el golpe de aquella sarten e hizo que el castaño despertará preocupado por el grito —

Que chingados?! — habló al ver que el Spreen se encontraba tumbado a lado de él, en su cama con un moreton en la cabeza — ¿Qué verga haces aquí oso puto?

Por aquella pequeña borrachera que llevó acabo el castaño sólo, no se acordaba bien de lo que pasó por lo tanto tampoco se acordaría de que hacía el híbrido oso acostado en su cama.

— Tú quisiste que durmiera contigo pelotudo — dijo frotándose el moratón aún por el dolor causado recientemente —

— Como crees que dirías eso ridículose ofendió, levantándose rápido de la cama saliendo por otro costado para no molestar a Spreen — por cierto esto es míose agachó agarrando la sarten que estaba en el suelo —

Ayer te tomaste vos solito una botella de vino — se acomodó en la cama, sentándose en el borde —

— Noooo — dijo apenado — si yo ya había dejado el alcohol — el año pasado sufrió un ataque repentino de accidentes que hizo que este se encontrara en la situación de tener que emborracharse, para olvidar cualquier pena —

Para wacho, ¿Tú eras alcohólico? — dijo sorprendido, poniéndose de pie enfrente del castaño —

— Una estapa de mi vida, dura — asintió ante la pregunta — Espera..., no me cambies de tema, oso de mierda — habló acordándose de que había amanecido con el pelinegro en la misma cama —

No te me alteres boludito — contestó serio — empezaste vos diciendo que tomabas

Empezaron bien la mañana, discutiendo por quien tenía razón, ya que el castaño se negaba a creer que cuando estaba ebrio accedió a que durmiera con el oso

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Empezaron bien la mañana, discutiendo por quien tenía razón, ya que el castaño se negaba a creer que cuando estaba ebrio accedió a que durmiera con el oso. Por unos momentos esa discusión fue elevada tanto de tono que hizo que los del piso de arriba empezarán a gritarles también por tanto jaleo que estaban montando, nada más despertar.

— Cerra el orto — dijo en un tono serio intentando para ya esta estúpida conversación  — Y aún no he visto lo que me dejaron hoy — acercándose hacia su cama, dejando al de lentes ahí solo haciendo un berrinche —

En su cama había un frasco de cristal, dentro contenía un líquido rosa. Spreen agarró el frasco observando por si tenía alguna etiqueta que pusiera de que era, nunca vio algo igual en alguna otra parte.

EL HOYO// SPRUANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora