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"Dicen que a él le gusta pasar un buen rato, oh, dios mío"

Las puertas del ascensor se abrieron de par en par y YoonGi salió con el hermoso chico rubio siguiéndole los pasos tímidamente, iban rumbo a su departamento. Hace media hora, JiMin había aceptado salir del bar y se aseguró de enviarle un mensaje a TaeHyung para que no se preocupara, aunque estaba algo nervioso.

Lo primero que hicieron tras salir del Cold Down fue un viaje en un elegante Hyundai Genesis G90 durante alrededor de veinte minutos, en total silencio y con una tensión enorme entre ellos, bastante palpable. Luego se encontraron delante del famoso hotel Lotte Seoul Executive Tower, el hombre pelinegro le cedió la mano respetuosamente a JiMin para que bajara y le lanzó las llaves de su automóvil al jovencito que estaba de valet parking.

YoonGi había entrado en el edificio de treinta y cuatro pisos como si fuese el maldito dueño, cosa que en realidad era y JiMin desconocía, tanto como su nombre. Ambos subieron hasta el último piso, donde solamente se encontraba el departamento suite premier, apenas el hombre ingresó su código y abrió la puerta, tomó al chico rubio de los muslos para cargarlo con total seguridad.

—Este lugar es muy bonito.— opinó JiMin, mirando todo a su alrededor y regresando sus ojos a quien lo sostenía.

Había rodeado el pálido cuello para no caer, dejándose llevar por el movimiento que el hombre de cabellos negros hizo y no se sintió incómodo, sino que encontró cierta calidez entre sus brazos. Era extraño, nunca hizo algo parecido, menos con un desconocido y estaba comportándose como si fuese normal.

—¿De verdad te gusta? — curioseo YoonGi, acomodándolo sobre uno de los blancos sillones de su sala. El chico rubio solamente le respondió con asentimiento de cabeza y una cálida sonrisa —Puedo regalarte uno igual, si lo deseas.— agregó como si nada, un tanto ido en la mirada grisácea.

JiMin abrió los ojos en grande al escuchar esa propuesta y negó rotundamente, le tomó de la mano para unirla con la suya. Su intención era tirar de YoonGi para comenzar a besarlo, pero fue rechazado con cierta sutileza y discreción.

—No me gusta que me besen.— aclaró el pelinegro, apartándose y caminando hacia el bar que había a unos pasos de ellos —¿Quieres algo de tomar? — preguntó, preparándose un vaso de whisky.

—No, gracias.— respondió JiMin, poniéndose de pie para seguirlo y colocarse a su lado.

YoonGi se dió cuenta de que observaba sus movimientos y sonrió al verlo tan atento, parecía un niño pequeño, muy inocente, bonito y curioso. Aunque también parecía ser más que eso, alguien sensual y bastante travieso; dual.

—Deberías probar.— aconsejo, tendiéndole el vaso que se había servido.

JiMin negó, pero YoonGi suavemente le tomó por el mentón y le colocó el filo del vaso sobre los labios para que bebiera. Eso provocó que el rubio se atragantara, el sabor era muy fuerte para su gusto y sin querer había escupido un poco.

—L-Lo siento.— murmuró JiMin apenado, dirigiendo su muñeca hacia su boca para limpiarse el resto del alcohol con cierta torpeza.

YoonGi se burló entre dientes y no se lo permitió, le presiono el mentón un poco para que lo mirara fijamente. Utilizó el pulgar de su mano sobrante para recoger el líquido y llevarlo hacia los gruesos belfos entreabiertos.

JiMin recibió el dedo sin dudar, su lengua lo lamió y succionó de manera erótica, fue bastante consciente de lo vulgares que eran sus acciones. No obstante, eso no le importaba porque estaba feliz al ver que obtenía reacciones del contrario.

𝓓𝓮𝓼𝓸𝓫𝓮𝓭𝓲𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora