Prólogo

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ーPor ti...ー

☯︎

Se dirigía a la cocina con una sonrisa sutil y un plato en la mano, al pasar por un pasillo del hogar no pudo evitar detener su paso y mirar por el elegante pasillo alfombrado que llevaba al despacho de su hermano mayor; Albert James Moriarty.

Abrió sus ojos sorprendido al escuchar un bufido desesperado, caminó con prisa hasta el despacho, tocó la puerta y sin esperar respuestas abrió lentamente.

La vista era algo exagerada, su escritorio de roble estaba amontonada por papeles que a la vista de un niño eran grandes rascacielos y sin mencionar el suelo alfombrado opacado por periódicos de esta semana.

- ¿Hermano Albert? - Preguntó bajando la voz, se acercó mirando a través de las montañas de papel. Ahí estaba Albert con unas ojeras terribles y una expresión rendida.

Lo vio carraspear antes de abrir la boca con la intención de hablar,nada salió. William con una ceja alzada comenzó a recoger los periódicos del suelo casi inconsciente de lo que hacia.

- ¿Cuánto tiempo llevas sin dormir? - Preguntó el rubio dejando una pequeña montaña de periódicos sobre una mesita de tres patas que Albert utilizaba para apoyar sus botellas de vino.

- Eeeh... Tres horas. - Contestó Albert apartando los periodicos puestos por su hermano y añadiendolos en una de las ya montañas de su escritorio.

- ¿A sí? - William lo miró fijamente.

- Tres días. - Murmuró desviando la mirada.

- Hermano, tienes que descansar por favor. - Puso sus cejas en pena.

- No puedo Will.. Eso que me dijiste me dejó con la curiosidad.

- Solo fue un sueño Albert.

- Un sueño que implica a alguien que no conoces pero existe. - Respondió Albert levantandose de la silla encarandolo.

- Es famoso, puede que lo haya visto de reojo en el periódico. - Apoyó las manos en los hombros del castaño y lo alejó del escritorio. - Ve a descansar.

Albert se llevó una mano a la cabeza y a pasos pesados salió de su despacho.

Suspiró y sus escarlatas se desviaron al plato, ahora roto en el suelo.

- Se me cayó... - Susurró en un suspiro agotado.

Escuchó la puerta ser abierta de nuevo, esta vez entró Louis algo sonriente.

- Hermano, Albert se fue a dormir, puedes salir si quieres. - Anunció desviando la mirada. - Yo me encargo de esta pocilga.

- Oh Louis ¿cuándo aprendiste a hablar así? - Comentó William con burla.

Ambos rieron.

- Estuviste en el hospital 2 días, tiempo suficiente para malcriarme. - Comentó el de gafas ordenando la biblioteca de la pared.

- Jaja... Sí.. - Desvió su mirada y entristeció su sonrisa, decepcionado de sí mismo por no haber pasado esos días con su familia, para compensar aquellos viejos momentos en los que su trabajo era más importante. - Louis, lo siento yo..

- No sigas, está bien. - Sonrió nostálgico. - Estoy bi
ó un libro con cuidado y se giró a mirarlo entristecido. - Hermano, me alegro de que estes de vuelta, y bien.

William comenzó a sentir como sus propios latidos lo abogaban y sus costillas le apretaran. Estaba terriblemente decepcionado de sí mismo, y ahora aún más ya que quedó con el dueño de su corazón.

GUIADOS POR EL CORAZÓN   ▪2▪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora