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Cuando Jungkook escuchó el motor de una moto fuera del local, no pudo evitar mirar por los cristales a quien sea que fuera que se estacionara frente al tranquilo local de comida vegana en donde Jungkook había conseguido un trabajo.

Bajó el libro que estaba hojeando, curioso, al ver a un hombre enfundado en un skinny jean de mezclilla, una camisa blanca y una chaqueta de cuero que le quedaba como un guante. Jungkook se extendió sobre el mesón por encima de la caja registradora y se relamió los labios al verlo sujetar el casco y comenzar a quitárselo de la cabeza.

—Santa mierda —Susurrando, se quitó los lentes y observó al adonis que se acercaba a la puerta del local.

Piel acanelada y completamente limpia, cabello rojo cayendo por sobre su frente y cubriendo sus cejas, ojos negros, tan profundos y penetrantes que Jungkook se sintió intimidado aún así si el chico no le estaba mirando, y unos labios tan rellenos y rosados que parecían cerezas tan dulces que Jungkook quería probar.

Escuchó la campanilla que indicaba que aquel guapo ser había entrado al local. Jungkook rápidamente volvió a su sitio en la silla y se acomodó unos cabellos desordenados que tenía y aclaraba sutilmente su voz. Vio al chico caminar como modelo hacia la caja registradora, inspeccionando el lugar con el casco entre su brazo y costilla, pero sin mirarlo a él.

Cuando llegó a la barra, bajó la mirada hasta su lugar, sonriendo sutilmente y logrando que Jungkook tragara saliva tan nervioso, que se tuvo que obligar y esforzar para no tartamudear.

—H-hola, bienvenido a Greentea, ¿Qué desea? —Sintió el impulso de llevarse uno de sus dedos a la boca, un mal hábito que tenía, por lo que para evitarlo se mordió el labio para bajar su nerviosismo al sentir al caliente chico que estaba frente a él inspeccionándolo como un pedazo de carne.

—Lo siento, no vengo a comprar —Jungkook se confundió un poco, ¿a qué venía, si no era por eso?, el chico le vio confundido y arqueó una ceja, sin dejar esa sonrisa altanera—. Vengo en busca de Irene, trabaja aquí, ¿no?

Enseguida, Jungkook sintió como le tiraban un balde de agua fría a la cabeza, sus labios apretándose y atinando solamente a asentir. Porque tal vez ese chico era algo de su compañera Irene, tal vez era su novio, y la leve esperanza de poder conocerlo estaría arruinada.

—E-eh, si... voy a ir a buscarla —Sonrió torpemente, pareciendo más una mueca y apuntando con su pulgar hacia la cocina, donde la castaña seguramente estaría esperando un pedido.

—Dile que Taehyung la busca—Jungkook asintió, sin dejar de mirar al chico mientras se bajaba torpemente de la silla y finalmente girando para ir en busca de su compañera.

Se pasó una mano por el rostro, suspirando y bajando la vista para entrar por la puerta que separaba la cocina del local y ver a Irene con una sonrisa en el rostro hablando amistosamente con uno de los cocineros al cual Jungkook no recordaba ni su nombre.

—Irene noona —Llamó, la chica viró su atención inmediatamente hacia su dirección, enarcando una perfilada ceja—. Un tal Taehyung la busca afuera.

El rostro de la chica se iluminó como un lucero resplandeciente, y Jungkook sintió nuevamente aquella amarga sensación de no poder conocer al grandioso hombre que seguramente tendría una relación más que amistosa con la bonita figura de Irene.

—Oh, Kookie, ¿puedes decirle que me espere un poquitín? Entrego este pedido y termina mi turno —Sonrió, aquellos pequeños ojos desapareciendo ante el asentimiento crudo de Jungkook.

El azabache se dio la vuelta, pasando sus manos por el bonito mandil blanco decorado con flores y hojas bordadas color verde. Salió de la cocina con un pequeño suspiro, mirando al tal Taehyung apoyado en un codo sobre la barra individual y mirando los distintos tipos de café e infusiones que él mismo se encargaba de preparar.

—Ella dice que espere un poco, su turno termina en un par de minutos —Habló quedito al llegar a la caja registradora, y recibiendo la potente mirada de Taehyung sobre él nuevamente.

El castaño suspiró pesado y rodó los ojos ante lo dicho, sacando su teléfono para ver la hora.

—Está bien.

Luego de eso, apartó la mirada de Jungkook un poco molesto. Y el pequeño azabache se sintió un poco intimidado ante las acciones del pelirrojo, no le había enojado él, ¿cierto?, no tendría sentido.

Intentó apartar la mirada del joven a un metro suyo cuando llegó un cliente pidiendo un bubble tea de leche de soya con vainilla. Pero mientras se levantaba y hacía el pedido en el espacio que tenía, no podía evitar rodar los ojos y mirar de reojo al recogedor de Irene, sintiéndose sonrojar cuando una de esas veces, el chico le estaba mirando.

—¡Taehyung! 

Jungkook pegó un salto con un pequeño chillido al escuchar a Irene salir por la puerta con un plato en mano y dejarlo frente a una señora con una sonrisa. No se había dado cuenta de lo tenso que estaba ni tampoco de la pelea de miradas que Taehyung y él estaban disputando.

Tapó el bubble tea y se giró para entregárselo al cliente deseándole una buena tarde, cuando vio a una efusiva Irene apretar al tal Taehyung con un amor y cariño especial, y este, rígido como una piedra, sobándole los hombros casi imperceptiblemente.

Ignoró exitosamente la conversación revisando su calculadora en su teléfono para pasar desapercibido. También cuando Irene fue a buscar sus cosas y dejó a Taehyung nuevamente, frente a él. Pero su curiosidad fue tanta, que cuando se estaban marchando, volvió a mirarles, llevándose la sorpresa de que Taehyung iba un paso más atrás que la castaña y había girado la cabeza en su dirección.

Por su torpeza extrema, accidentalmente pasó a presionar un botón de la caja registradora, abriendo el contenedor del dinero y golpeándose directamente en el estómago.

Dios, Jungkook era un payaso.


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For me? || TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora