Capítulo 1: El comienzo del sueño

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Cuando abrió los ojos, el joven de cabello caramelo y ojos de zafiro se extrañó por las luces neones que logró percibir durante los primeros segundos de su despertar. Confundido por la diferencia que tenían los recientes colores con aquellos tonos a los que estaba acostumbrado en su...otra casa, intentó mover su brazo derecho, pero en cuanto notó la imposibilidad que tenía para realizar la acción giró su rostro hacia su extremidad sólo para encontrarse con la realidad que temía aceptar desde hacía ya un tiempo: La persona que dormitaba al lado de él no era quien se suponía que debía ser.


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De los años ochenta se decía mucho; que si era una época de promiscuidad y malos vicios, que si era el nacimiento del culto a la belleza y búsqueda por la juventud eterna, que si era una nueva era de tecnología e incluso se discutía que podría ser el mismo inicio del apocalipsis por todas las calamitosas guerras y asesinatos.

Y aunque los problemas sobraban y el mundo parecía estar divido, ningunas de esas cosas era importante para el joven de nombre Montgomery Gautier, un apuesto muchacho de estilo distintivo; cabello pintado de un rojo persa, dientes sospechosamente filosos, una combinación entre piercings con pecas en gran parte de su rostro y quien solo buscaba llamar a la atención de cierto hombre de su clase de aerobics. Hacia no más de una semana que se había inscrito a esa clase y a pesar de haber empezado de mala gana por haber sido el resultado de una apuesta perdida, no tardó mucho en encontrarse una muy buena motivación para acudir al club deportivo todos los días.

Lo primero que le llamó la atención del individuo fue un arete carmín que tintineaba con intensidad de su oreja derecha, desde ahí se encontró hechizado por la imagen del de piel siena y cabello de caramelo, con ojos de cianita y ropa deportiva de colores cerúleos. Además, el cuerpo del desconocido era para morirse, con piernas bien marcadas y curvas en el lado interno y externo asimétricas, un pecho prominente con unas fuertes clavículas marcadas y brazos de acero con lo que podría jurar que le podría cargar a él y a un carro mediano, así como una piel que relucía con el sudor del entrenamiento y una cantidad de vello adecuada para cumplir con los estándares tradicionales del cuerpo masculino. De igual forma, la manera en que la ropa que traía se pegaba a su cuerpo por lo mojado de su ser hacían que su escultural figura se notara más, llegando al punto en que si Monty tenía suerte y lograba situarse detrás de él tendría un espectáculo del que se estaría acordando en sus sueños y noches solitarias.

Lo curiosos es que, fue después de haber leído un artículo en una revista de los Rolling stones acerca de que los clubs de ejercicio era los nuevos bares de cortejo, que el joven de pecas y ojos cafés decidió por fin hablarle al chico, ya que, si estaba demostrado que esos lugares eran frecuentados con el objetivo de conocer a más personas ¿por qué no aprovechar las oportunidades que le está brindando la vida?

Cuando la animada música paró y el instructor de la sesión se despidió amigablemente de todos Montgomery supo que era su señal. Después de haber peinado sus cejas y asegurarse que sus piercings no se viesen opacados con el sudor, se dirigió con seguridad al adulto de su interés que estaba a punto de tomar camino a las regaderas.

—Disculpa—Le llamó sereno a la par que tocaba suavemente el hombro del otro para llamar su atención de la forma más gentil que su tosco cuerpo le permitía — ¿nos hemos visto en algún lado? —Le cuestionó una vez que los orbes celestinos se concentraron en las suyas

Somnolencia ༊*·˚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora