Habían pasado ya tres días desde la muerte de Tien. Kaladin aún sentía esa lanza clavada en su propio estómago. Le había mandado una carta a sus padres contándoles lo que había pasado, pero no regresaría, les había fallado.
Lo único que le quedaba de Tien era la piedra que le había pedido que cuidara justo antes de la batalla. Tien le había dado muchas piedras a lo largo de su vida, pero esa era especial, lo notaba, se podía apreciar que dedicaba tiempo a limpiarla, pues aún olía a lejía.
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Un amor solido como la roca
HumorUn amor solido como la roca te presenta la bella historia de un chico que se enamora de una puta piedra normal y corriente que se ha encontrao tirá por el suelo el muy gilipollas