minghao

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Cuando el verano llega, todos buscamos un objetivo que deseamos cumplir en el transcurso de vacaciones.
Algunas personas deciden aprender algún instrumento o ir de viaje. Yo deseaba tomar clases de arte. Y sin más tiempo que perder, me anoté en clases dedicadas al dibujo y pintura. He sido amante del arte a lo largo de mi vida, así que pensé en volverme tan buena como los pintores que tanto admiro.

Mi primera clase estaba por comenzar y los nervios eran incontrolables. El curso contaba con los materiales necesitados, tenía todos los materiales ante mis ojos. Todas las sillas estaban posicionadas en un semicírculo, donde el maestro llamaría la atención en el centro de este. Poco a poco el salón se iba llenando de personas con un interés igual al mío.

—Disculpa, ¿está ocupado este asiento?—preguntó una voz masculina.

Volteé mi cabeza hacia la voz que se había dirigido a mí. Delante de mí se presentó un chico de cabello oscuro con un físico impresionante y muy elegante. Me quedé callada unos pocos segundos, tratando de asimilar su divina presencia. Era el ejemplo del arte mismo.

—Está libre—respondí con una amigable sonrisa.

—¡Minghao! Me da gusto que hayas llegado. La clase ya estaba por comenzar.—Lo recibió el profesor.

Al parecer, el chico elegante se llamaba Minghao y el profesor de arte lo conocía.

—Buenas tardes y bienvenidos a este curso de verano para los amantes del arte. Soy Park Juwon y seré quien les enseñará lo básico del arte. Hoy quiero que pinten sobre lo que les abarca la mente. Luego, se presentarán junto con su obra de arte.—anunció el maestro.

Me sumergí en la soledad, en mi única acompañante. Miré el lienzo blanco pensando cómo transmitiría mi vacío hacia otro vacío. Minghao ya había comenzado a expresar su arte sobre el canvas. Sentía mucha curiosidad sobre su dibujo.

—Veo que no sabes cómo comenzar—comentó mientras sus ojos seguían fijos en su obra.

—Estás en lo cierto—aclaré avergonzada.

—Tu alma debe ser quien dirija el pincel.—continuó, esta vez mirándome a los ojos.

Su mirada se coló por mis extremidades, logrando que la piel se me erizara. Sus ojos, de un color marrón hipnotizante, me hicieron sentir como nunca antes lo había hecho. Corté el contacto visual y, sin decir nada, me enderecé en mi espacio.

Habían transcurrido varios días desde la primera clase. En la clase de hoy saldríamos al patio para inspirarnos y pintar con tranquilidad. Me senté en un árbol aislado de la multitud y contemplé el cielo despejado.

—¿Puedo sentarme contigo?

Otra vez estaba Minghao ahí, preguntando si podía sentarse junto a mí. Asentí inmediatamente y él tomó asiento en el suelo. Deseaba que no notara el rubor de mis mejillas. Su presencia causaba una mezcla de emociones en mí.

—Oh, olvidé mis pinceles. Volveré enseguida—dijo y salió, dejando sus materiales a mi lado.

La brisa estaba refrescante y se hacía sentir. Era tan fuerte que hizo que la libreta de dibujos de Minghao se abriera por sí sola. Sin pensarlo, me apresuré en tomarla para evitar que las hojas de papel se quebraran.

—Vaya, ese dibujo se parece a mí—murmuré para mis adentros.

Contemplé el lindo dibujo hasta que entendí quién era la persona del dibujo. Mis ojos se abrieron hasta más no poder y se crearon mariposas dentro de mí. El cuerpo me comenzó a sudar y se me dificultaba tragar.

Coloqué la libreta de Minghao justo donde estaba para que no sospechara que la ojeé.

—He vuelto—informó sentándose en el suelo de forma delicada.

Sonreí como pude mientras el labio inferior me temblaba vagamente. A mi cabeza vino la inspiración para dibujar y la apliqué rápidamente.

Terminamos nuestros dibujos y ya era hora de volver. Debíamos organizar los materiales e irnos de vuelta al salón.

—Minghao, ¿qué tal me quedó?—Le extendí mi dibujo.

Él lo observó unos segundos, analizando cada pequeño detalle. Recorrió cada esquina del lienzo, justo como yo había recorrido cada una de sus facciones.

—Me veo apuesto—reconoció en el dibujo.

Reí al ver su reacción hacia mi dibujo sobre su rostro de porcelana. Sus ojos abandonaron la pintura para encontrarse con los míos. Nuevamente, me congelé ante su contacto visual.

—Oye, ¿te gustaría salir conmigo a una galería de arte?—masculló con su mirada aún en mí.

—Me fascinaría.—acepté, esta vez sin tratar de ocultarle mi rubor.

El arte se presenta constantemente y Minghao es el ejemplo más bonito que alguien puede dar.







¿Les gusta el arte? A mí me encanta mucho🎨🫶🏼

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⏰ Última actualización: Jun 02, 2023 ⏰

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