Lex Luthor ha creado un mortifero virus capaz de acabar finalmente con su mayor enemigo: Superman. Pero primero probara su virus en el clon impercecto del héroe: Bizarro. Lo que Luthor no sabe es que su virus condenara la Tierra al convertir a los h...
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Lex Luthor bajaba rápidamente por unas escaleras junto a su esposa, quien cargaba en sus brazos a su pequeño hijo. La pareja entró en un cuarto especial iluminado por una luz roja, donde varias armas y una enorme armadura los esperaba.
—¿Planeas esperar a Superman aquí? —preguntó Érica.
—Si Superman intenta atacarnos, este es el lugar más seguro para estar —afirmó Luthor—. Las paredes de la mansión están forradas con plomo así que no sabrá donde estamos con exactitud. La luz de esta habitación esta imitando la radiación emitida por un Sol rojo por lo que debería anular sus poderes, o al menos ralentizarlo bastante. Estamos rodeados de armas con kryptonita, por lo seré capaz de matarlo.
—Seremos —afirmó Érica—. No dejaré que mi marido luche solo contra ese sucio alienígena.
—Necesito que tú y Xavier se metan en la armadura más grande y se queden allí para estar protegidos. Si él llega, yo lo enfrentare.
Luthor tomó con cariño el mentón de su esposa y le dio un corto beso en los labios.
—No permitiré que ese alienígena te ponga un dedo encima a ti o a nuestro hijo.
—Estoy seguro que no, Lex. Pero si vas a besarme —exclamó mientras sujetaba con firmeza la nuca del varón—, hazlo bien.
El caos y laa infección de expandían por igual en Metrópolis, como un incendio en un bosque. Los suelos fueron el escenario donde la lluvia purificadora del cielo se mezcló con la sangre de inocentes e infectados. Superman, suspendido en el cielo cual dios indiferente, observaba como departamentos enteros se incendiaban y las personas eran arrastradas hacia las calles. No importaba si eran hombres, mujeres, niños, ancianos o animales. Todos eran asesinados. Todos eran violados. Aquello provocaba deleite en el hombre de acero.
—¡Kal!
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Una voz femenina se escuchó por detrás del héroe, quien se mantuvo estático. A sus espaldas se encontraba Supergirl, cuyo rostro era una amalgama de angustia, preocupación y temor.
—Kara —habló Superman, siguiendo inmóvil—. Creí que estabas con Los Titanes.
—Lo estaba, pero me les adelante en cuanto escuché tu mensaje. Kal, ¿estas bien? ¿Por qué no te volteas? —preguntó con preocupación la joven, mientras empezaba a acercarse.