Descubriendo.

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Un gemido de dolor fue ahogado por el castaño al sentir los toques de Vegetta en su garganta, moviendo inmediatamente su cabeza hacia atrás con miedo, odiaba el sentimiento, algo le pinchaba. El pelinegro observaba con curiosidad y pena la situación en la que ahora se hallaba uno de sus mejores amigos, ¿Por qué había llegado a esto, cómo?

Cuando Willy llevó a Vegetta hasta Luzu (debilitado en la punta de la casa ajena), la primera reacción fue notable confusión por parte del mago, quien con ayuda de Willy lo llevó hasta dentro de su casa, dándole reposo en su cama. Luzu se negaba a hablar porque le dolía la garganta, así que Willy le tuvo que explicar la situación.

Bien, entonces...
— ¿Qué cojones es lo que haz agarrado Luzu? Solo te fuiste dos semanas y vuelves en este estado...

Pero realmente, no sabían. Nadie sabía, esa era la gran pregunta: ¿Que clase de enfermedad de mierda es la que tiene Luzu ahora?

Además aquel castaño se negaba rotundamente a contarle a más personas, de hecho ni siquiera tenía el plan de contarle a alguien. Lo que había pasado en este momento fue que ciertos dos amigos habían aparecido en su camino y ahora temía que se les escapase que tiene una enfermedad desconocida sin darse cuenta.

— ¿Es contagiosa?

— No lo sé... Yo estuve un buen rato con él-

— ¿Estuviste mucho tiempo con Luzu sin saber si su enfermedad es contagiosa o no?

Willy levantó los hombros y se rió, no había pensado en lo tonto que había sido no pensar en el contagio. Pero el pelinegro se quedó observando con confusión a Luzu un rato, poniendo una de sus manos en su cintura.

— ¿Crees que esto realmente tenga algún tipo de cura..?

Luzu miró a otro lado. Vegetta suspiró.

— Mira, como realmente no podemos saber con exactitud qué es lo que te está ocurriendo te vas a quedar aquí, en esta habitación. Voy a visitarte siempre y te voy a investigar... No se lo contaré a nadie —. Dijo lo último en un susurro, tratando de darle "confianza" al castaño.

Pero no lo hacía.

William estaba de acuerdo con el plan de Vegetta, sería una especie de "cuarentena" temporal, confiaba en que eso lo podría hacer sentirse mejor una vez que Vegetta averiguase qué le pasaba. Pero al contrario de el antes mencionado, Vegetta y Luzu realmente no sabían qué iba a pasar, no sabían si eso iba a resultar lo suficientemente bien o no, si iban a dar frutos o no.

— Bien... —. La voz de Luzu sonaba muy débil, no había hablado durante algún tiempo, y eso era una horrible señal —. Solamen-

Oh no.

Ni siquiera pudo decir un poco más antes de cubrirse su boca, abriendo los ojos en sorpresa y dolor por las repentinas ganas de toser.

“Esto me va a matar a mí también” Pensó Vegetta, evitando mirar a su amigo en su peor estado. Sentía lástima, y no sabía con exactitud cómo averiguar lo que le pasaba. Pedir ayuda lo sentía cobarde, pero sabía que en ese pueblo recientemente había llegado alguien que podía resolver ese misterio mucho más rápido que él.

Se despejó de sus pensamientos cuando escuchó el sonido tos y pequeños gemidos de dolor ahogados. Seguía sin mirarlo, no quería ni siquiera imaginarlo. Willy fue quien lo atendió preguntándole preocupado por su estado.

— Me tengo que ir, tengo que investigar. Nos vemos luego.

Si fuera por él hubiese salido corriendo desde antes, pero se sentía lo suficientemente cobarde como para ni siquiera poder verlo.

¿Qué le pasaba a su amigo?¿Por qué estaba así?

Intentaba recordar sucesos inusuales en Karmaland de los cuales tenía sabiduría, de los cuáles aprendió y memorizó. Su memoria se alimentó de todo, después de todo era un sabio mago, sabio como nadie.

Pero no tan sabio como lo era su nuevo habitante, como alguien que vino como un regalo de los Dioses. Los Dioses... Él parecía uno.

Su caminar apurado se escuchaba y se hacía resaltar al rededor de todo su castillo, el eco por el gran espacio era notable para cualquiera que estuviese cerca, y sonaban a pasos inquietos que no paraban bajo ningún tipo de circunstancias. Se sentía tonto, inútil, no se podía quedar quieto de la misma forma que no era capaz de mover un músculo.

¿Por qué se había ido de Karmaland? ¿Por qué tuvo que volver con esa enfermedad? Detestaba que en su cabeza y mente hubiese tanto ruido, tan molesto que no era capaz de razonar sus propios pensamientos. Tanta la molestia, el terror de un destino fatal para su compañero, su amigo... ¿Qué podría hacer él? ¿Por qué buscaron ayuda en él?¿Qué tan útil era él para esa tarea?

Sus pensamientos fueron interrumpidos por sonidos de golpes en su puerta. La esperanza de encontrar la respuesta a sus dudas detrás de ella lo hizo querer llorar, corriendo escaleras abajo con tal de encontrar a la persona que ahora recorría su mente.

Pero...

— ¡Hola Vegetta!~ Tremenda casota te hiciste, eh cabrón, los que tienen dinero hacen lo que quieren, típico de los Españoles.

Esa no era la persona que quería ver.

Give Me Flowers || LuckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora