1༒

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—¿No te curiosidad? — Exclamó con emoción la castaña hacia la pelinegra

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—¿No te curiosidad? — Exclamó con emoción la castaña hacia la pelinegra.

—No lo sé, Jennie. — Habló con un tono no tan convencido. — Ya sabes, la guerra se causó por ellos.

El ángel castaña la miraba de mala manera, no le gustaba que hablarán de esa manera de los mundanos, ellos solo eran víctimas de los celos de Lucifer.

—Lo dices como si lo hubieran hecho apropósito. — Dijo intentando defenderlos. — No saben lo que hacen, solo son influenciados por los malos caminos de los seres oscuros.

Su tono se notaba triste y con lástima, ella en serio quería ayudarlos de alguna manera, pero las ideas que los ángeles caídos eran cada vez más horribles y los humanos cada vez dejaban de creer en la religión, hasta habían grupos que daban adoración al rey del infierno y eso le partía el corazón.

—No les tengas lástima, al fin y al cabo ellos son los que deciden su camino.

— No digas eso, Jisoo. — Sus emociones salían a flote, ya no deseaba continuar con la conversación, le molestaba que hablarán tan inadecuadamente. — Será mejor que me vaya.

Dio media vuelta y continuó su camino, cada vez se cansaba de solo mirarlos, quería verlos y convivir con ellos, ella estuvo presente cuando Dios los creó y como le encantaba pasar el tiempo con los niños y adultos, al igual que ya los mayores de edad, pero todo se acabó cuando el corazón de Lucifer se llenó de celos al ver el amor que Dios incrementaba con el paso del tiempo, comenzó la gran guerra de los cielos.

Fue tan hiriente ver como muchos ángeles se fueron al camino del mal y fue aún más doloroso ver a uno en específico partir con una mirada llena de dolor y odio.

Extrañaba demasiado pasar tiempo con los humanos, pero desde la batalla celestial solo los ángeles aprobados podían verlos de cerca, es lo único que le causaba ese sentimiento que le preocupaba tanto.

>>Envidia.<<

Envidia hacía los otros ángeles.

De pronto su grandes y blancas alas revolotearon emocionadas al encontrarse con una idea fascinante.

¿Cómo podía probar que era la indicada para acercarse a ellos si no lo demostraba?

¡Claro! Ella misma tenía que bajar para mostrarles a todo los ángeles y al mismo Dios que era apta para cuidarlos y mantenerlos alejados de sus malas costumbres.

(...)

Esto se sentía tan indebido, pero su deseo de quererlos la empujaba a hacer este tipo de cosas.

Cada paso que daba por las escaleras sentía que estaba haciendo algo incorrecto, pero en el fondo su corazón no dejaba de latir pidiendo a gritos bajar lo más rápido posible, los escalones parecían infinitos, pero se enamoró de la vista al ver aquel verde pasto tan cerca de sus ojos.

Bajó tanto hasta el punto en el cual solo quedaba un escalón que atravesar, se quedó viendo tan hermoso lugar que dudó un poco en tocarlo.

¿Aún seguiría siendo igual de picante tal cual era hace siglos?

Sus pies descalzos se acercaron al césped hasta que la punta de ellos hizo tacto con las verdes plantas y ¡Wow! era mucho mejor de lo que recordaba.

Se rio con la melodía más hermosa jamás vista, no podía parar de reír que tuvo que contenerse poniendo sus manos en su boca por la impresión, pero aún así los sonidos llenos de emoción se escapaban, como lo amaba.

Se apoyó por completo arrodillándose en el valle sintiendo su piel cálido por el sol alegre, sentía sus ojos empezar a lagrimear de la nostalgia e intentó secar esa lágrima traviesa con su brazo delicado, fue cuando se dio cuenta, sus alas ya no estaban, había olvidado el detalle de las reglas del mundo humano. Ningún ángel o demonio podía mostrar sus características distintivas ni aunque así lo quisieran.

Tenía puesto su fino vestido blanco que le llegaba a los tobillos moviéndose por la fuerte brisa que pasaba por el lugar, sus cabellos se movían de manera agraciada negándole un poco la vista causando un vago intento de ella de ordenarlo detrás de su oreja.

A todo esto ¿En dónde se encontraba?

Optó por caminar en línea recta por el verde valle, le tomó unos minutos para ver a lo lejos una pequeña cabañita con sus rebaños alrededor, al ver esto una gran sonrisa se formó en su rostro. ¿Sería este su primer encuentro con un humano luego de tantos años? Que maravilla.

Corrió tan rápido como sus piernas mortales le permitían y cuando por fin se encontraba en la entrada de ese adorable hogar tocó la puerta suavemente esperando una respuesta.

— ¡Ya voy!

La voz de una mujer llamó su atención, parecía una voz algo débil ¿Se trataba de una mujer mayor? De pronto la puerta se abrió mostrando  el tierno rostro de una dulce ancianita o al menos así es como Jennie la describió en su mente.

 — Buenos tardes, perdón por molestarla, sin embargo, creo que estoy perdida. — Dijo con algo de pena, pero no pudiendo evitar su alegría al verla.

— ¡Oh! ya veo, estás en Jeju-si, querida. — Ay, en serio que amaba la amabilidad de la gente mayor. — ¿Necesitas transporte? Mi marido te puede llevar a la ciudad.

—¿En serio? No quisiera causar problemas. — Respondió algo preocupada.

— Oh no, para nada. — Dijo mientras entraba a su hogar. — Una chica tan linda como tú no debe estar sola por estos lugares. — Hizo una seña invitando a Jennie entrar la cual ella captó y agradeció. —¿Sabes? Me recuerdas mucho a mi nieta, ella viene de vez en cuando ya que vive en la ciudad, si quieres puedo pedirle que te reciba.

La anciana le preparaba un té que darle con sus manos temblorosas y maltratadas.

—¿De verdad? Eso sería estupendo. — Exclamó con emoción.

— Claro. — Le respondió mientras le entregaba el té que Jennie gustosa aceptó. —Espere un momento, llamaré a mi esposo.

La dulce mujer se volteó adentrándose a una de las pequeñas habitaciones que había en el lugar mientras que el ángel comenzó a probar el té, tenía un sabor muy agradable, definitivamente no se arrepentía de su decisión.

(...)

>>Toma la dirección, la casa de mi nieta es muy grande y linda, es muy reconocible, no creo que te confundas.<<

Recordó las palabras del esposo de la mujer que la atendió antes mientras veía el condominio donde la habían dejado y efectivamente, había una que destacaba más que las otras y la centralización de la casa la había ayudado bastante.

Se acercó algo tímida a la casa y toco la puerta un par de veces, el lugar de verdad que era muy bonito, tenía un estilo algo rústico para la época en donde se encontraban, era de un blanco impecable ¿La pintarán seguido?

Luego de unos segundos la puerta se abrió abruptamente asustándola un poco.

— ¡Hola! — Saludó algo fuerte y con mucho entusiasmo una joven de cabellos lacios y cortos con un lindo cerquillo, era alta. — Mi abuela te envió ¿Verdad?

— S-si.— Respondió. — Mi nombre es Jennie.

— Mucho gusto Jennie, yo me llamo Lisa.




Continuará...

༒𝓟𝔞𝔯𝔞𝔡𝔦𝔰𝔢༒ ʸᵒᵒⁿⁿⁱᵉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora