2༒

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Lalisa

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Lalisa.

Así es como se llamaba la joven mundana que me había prestado alojo, en estas dos semanas que estuve pasando rodeada de los humanos solo podía pensar en lo feliz que soy al estar con ellos, me traía tanta nostalgia ver a los niños correr por los parques y las personas mayores jugar ajedrez en una zona de un lugar con un verde ambiente, era muy relajante verlos tan feliz contagiándome esa felicidad.

Ya me había estado adaptando a la nueva civilización, claramente no estaba acostumbrada a la nueva tecnología, pasar por una autopista aún me parecía de lo más peligroso, los celulares eran confusos y las televisiones me hacían doler los ojos; Además las jergas me hacían doler la cabeza por lo enredantes que eran, pero con el tiempo me iré acostumbrando, o eso espero.

— ¡Oh, linda! —Llamó la ancianita distrayéndose de su juego de ajedrez. —Acércate.

Hice lo que me dijo con curiosidad, eran al rededor de las seis y media de la noche, Lalisa siempre me advertía en volver temprano y eso estaba por hacer, sin embargo, la mayor tenía una sonrisa tan dulce que me entretuve.

—Siempre te veo solo observando ¿No quieres jugar conmigo? — Preguntó emocionada mientras que la que era su contrincante en ese momento solo se limitó a sonreír.

—Me encantaría, pero no sé jugar. —Con algo de pena pude admitirlo. —Sería mi primera vez.

—Bueno, siempre hay una primera vez para todo. —Dijo señalando el tablero.

Ahora, estábamos frente a frente cuando ella comenzó a mover a su peón blanco dos cuadros más arriba concretando así su primer movimiento, con lo que había aprendido solo viendo los juegos sabía como eran los movimientos así que pude seguir el juego. Los movimientos se hacían armando una jugada que no pude predecir, la partida se tornó algo larga mientras que yo me encontraba algo confundida por no saber que hacer, predeciblemente, terminé perdiendo, pero sintiéndome orgullosa de al menos por haber hecho batalla.

La oscuridad de la noche se había hecho presente mientras que los faros iluminando vagamente las calles, presioné el botoncito del teléfono y ver la hora, me sorprendí al ver que ya siete y diez.

—Oh no, debo irme, se me hizo tarde. — Pronuncié con preocupación llamando la atención de la agradable señora a lo que solo se despidió con un beso en la mejilla.

Camino a la casa tenía que pasar por unos lugares algo solitarios, los perros ladraban, pero yo estaba lo suficientemente distraída con mi teléfono ocupándome de la preocupación justificada de Lalisa, esa chica de verdad es agradable, era lindo el sentimiento que preocupación hacía tu persona.

Lalisa

Estoy en camino hacía el parque, ve avanzando para encontrarnos, por favor.

Nini

Oki, estoy en camino.

Despegué mis ojos del móvil al escuchar unas carcajadas algo torpes acercándose mientras yo seguía en mi camino, no le tomé importancia, seguí caminando con tranquilidad guardando mi celular en mi bolso.

>>De preferencia ten cuidado en las calles y guarda tus cosas valiosas, te pueden robar. <<

Recordé las palabras de Lisa, pero no me gustaba tener esos pensamientos malos de los mundanos.

Era raro, los chicos a los que las carcajadas anteriores les pertenecía estaban tambaleándose de una lado a otro intentando mantener equilibrio apoyándose uno al otro, pero no le tomé importancia enfocándome únicamente en mi camino, en el momento en el que pasé al lado de ellos sentí un escalofrío en mi cuerpo al ver como la conversación de aquellos hombres cambiar de un momento a otro sintiendo unas miradas en mi nuca. Escuché unos silbidos atrás mío.

—¡Que linda!

—¡Oye muñeca ¿Qué dices si vamos a otro lugar?!

No los escuché. O al menos fingí no hacerlo, no quería pensar mal de ellos, pobres, solo eran influenciados por los demonios de la lujuria. Sus pasos se escuchaban aproximándose a mi.

—¡Oye ¿No me escuchaste?! — Sentí un jalón en mi brazo que me hizo voltear bruscamente perdiendo un poco el equilibrio, sentí mi corazón latir con fuerza, el miedo me invadía. —¿No te enseñaron que ignorar es de mala educación?—Dijo mientras que su compañero aguantaba sus risas.

Pude verlos, no parecían mayores, deberían tener por lo menos diecisiete o dieciocho años, no me importó la agresión con la que me trató y solo puse mis manos en su mejilla, su ceño era de puro enojo y algo de diversión perversa.

—No tienes que hacer esto. —Pronuncié.—No sé por lo que están pasando, pero deben saber que Dios no los ha abandonado.

Guardaros silencio por unos segundos antes de echarse a reír escandalosamente.

—¿Qué mierda estás diciendo? —Preguntó mientras seguía riendo. —Por lo que veo eres creyente, esas siempre suelen ser vírgenes. —Habló mientras acercaba mi rostro al suyo.—Esas son las más deliciosas.

—¡Hey! —Una voz llamó la atención de esas pobres almas perturbadas. —Será mejor que se vayan, ya llamé a la policía y ya vienen para acá.

Los semblantes de esos dos chicos cambió por completo de una segura a unas con miedo y nervios, me soltaron del violento agarre y se echaron a correr, los miré irse con pena, esos pensamientos no eran propios de humanos.

—¡Jennie ¿Estás bien?! —Preguntó la chica acercándose a mi. —Me llené de miedo al ver a esos hombres acechándote y lo de los policías fue lo único que se me ocurrió en el momento. — Lalisa comenzó a balbucear mientras me inspeccionaba preocupada si es que tenía alguna herida que por suerte no era el caso.

—Si... Estoy bien. —Contesté. —Pero ellos no, necesitan apoyo.

Lisa puso sus ojos en mi con sorpresa.

—¿Qué? —Dijo creyendo haber escuchado mal.

—Ellos no harían caso a esos pensamientos perturbadores si su vida no fuera difícil.

—Hablemos de esto más tarde, por ahora lo importante es llegar a casa seguras.

Caminamos más tranquilas por la compañía de la otra hasta llegar a nuestro hogar. Fue la primera vez que vi tanta hostilidad en los ojos de las personas y fue por eso que me di cuenta que los pensamientos que llamaban al pecado era más común en esta actualidad y eso de verdad que no me gustaba.

—Jennie.—Dijo la chica sentada en el blanco sofá al costado mío. —No sé donde creciste, pero aquí hay personas que son malas y hay que tener cuidado con ellos.

—Solo necesitan ayuda.

Escuché su pesado suspiro cerca de mi y luego pude sentir un cálido abrazo rodeando mi cuerpo.

—Eres demasiado buena para este mundo, pero prométeme que tendrás cuidado de hoy en adelante. —Me tomó por los hombros alejándome mostrando un semblante serio, algo que no se veía comúnmente en ella.

—Lo prometo.

Continuará... 

༒𝓟𝔞𝔯𝔞𝔡𝔦𝔰𝔢༒ ʸᵒᵒⁿⁿⁱᵉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora