Epílogo.

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- ¡Bang Chan, es la cuarta vez que te digo que no metas la mano en el bowl de las galletas!

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- ¡Bang Chan, es la cuarta vez que te digo que no metas la mano en el bowl de las galletas!

- Pero es que la masa es lo mejor.

El alfa hizo un exagerado puchero y miró a Felix intentando parecer adorable.

- Eso no te va a funcionar. - Dijo entre risas el omega.

- Cierto, el único adorable aquí eres tú.

Chan tomó la cintura de su pareja y tiró de él hasta estrecharlo contra su cuerpo. Las mejillas de Felix estaban sonrojadas, como cada vez que Chan le hacía un cumplido. No importaba el tiempo que pasara, Lee Felix seguía siendo el mismo dulce omega que volvía loco a cierto alfa cascarrabias. Sonreían mientras se miraban a los ojos con un amor tan profundo que no podía expresarse con palabras. Lentamente, Chan acortó la distancia hasta rozar sus labios con los de Felix, siempre tan dulces y apetecibles. El beso empezó con calma, suavemente, los dos disfrutaban del contacto, pero a Chan nunca le había gustado andarse con miramientos. Afianzó su agarre en la cintura y profundizó el beso, introduciendo su lengua en la boca de un Felix que estaba apunto de explotar. Un gemido escapó de los labios del menor y Chan respondió gruñendo con satisfacción. Lentamente llevó sus grandes manos al culo de Felix, liberando su cintura, amasando y disfrutando de aquella zona que tanto le gustaba del cuerpo de su pareja. ¿A quién iba a engañar? Todo en Felix le volvía loco.

- Chan...

- Dios, Lix. Te quiero tanto. - Medio gruñó.

- ¡Iiiiiiiugh! ¡Qué asco, qué asco! ¡Por favor, buscad un hotel!

Un niño de doce años entró a la cocina, obligando a la pareja a separarse. Felix rió tímidamente y Chan escondió el rostro en el cuello del omega, intentando tranquilizarse. Otra vez sería.

- ¡Oh, estás haciendo galletas! - Exclamó Beomgyu emocionado.

Felix asintió sonriente.

- Estaba a punto de llamarte para que echaras las chispitas de chocolate.

Chan sonrió, algunas cosas nunca cambiaban. Aún no conseguía explicarse cómo alguien de veintitrés años podía ser tan jodidamente adorable como lo era Felix.

- ¡Ey, pero no metas la mano en la masa!

- ¡Pero es que es lo mejor!

Felix suspiró resignado.

- De verdad que no tenéis remedio vosotros dos.

Intentaba parecer enfadado, pero la suave sonrisa que asomaba de sus labios le delataba.

Chan rió suavemente contra el cuello del omega. Aquellos eran los momentos que le hacían sentirse pleno, junto al amor de su vida y su pequeño cuñadito, en ocasiones incluso con su entrañable suegra. Hacía años que se había marchado de aquella cárcel que llamaba hogar y se había despedido de aquella mujer cuyo certificado de nacimiento aseguraba que era su madre. Se había alquilado un pequeño apartamento, aunque, a decir verdad, pasaba más tiempo en casa de los Lee que en su piso. Felix cumplió su sueño de estudiar repostería y había conseguido un empleo en una coqueta dulcería de barrio, muy cerca de su casa. Chan estaba estudiando producción musical, intentando abrirse un hueco en la industria discográfica. Todo era tan perfecto que parecía un sueño.

Abrió los ojos y besó la marca que le hizo a Felix seis años atrás, apenas una semana después de empezar a salir con él. Aquella marca que hacía su vínculo oficial, la marca que los unía para siempre.

- ¿Cuánto van a tardar las galletas, Lixie?

- Depende de cuánto tarde en recoger tu cuarto, Beomgyu.

- ¡Pero eso no es justo!

Chan se separó de Felix y miró a Beomgyu. El preadolescente era la versión miniatura de su pareja, todo cachetes adorables y labios abultados que sobresalían más cuando hacía pucheros, como en aquel momento.

- La vida no es justa, chaval. Es hora de que vayas aprendiéndolo. - Bromeó Chan.

Beomgyu rodó los ojos y sonrió antes de salir de la cocina rumbo a su cuarto. Era un gran niño, muy dulce y obediente. Había presentado como beta a los nueve años.

Felix se separó de Chan y continuó con el dulce.

Chan lo miró fascinado mientras Felix trabajaba concentrado, algo de harina manchaba sus mejillas, haciéndole ver jodidamente tierno. Chan suspiró y sonrió, llamando la atención de Felix que le miró y sonrió de vuelta.

- ¿Qué pasa?

La sonrisa de Chan se ensanchó.

- Nada, simplemente... soy feliz.

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Intocable ♡ chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora