Túnicas.

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Esa tienda fue la penúltima que visitaron, pero solamente fue Harry, ya que Hagrid debía ir a otro sitio mientras tanto. Entonces, Harry, se aventuró a entrar a aquella tienda sin saber muy bien que decir o hacer.

–Hola chiquillo. —Le dijo una mujer algo rechoncha.
–Hola. —Harry la miró con atención. A pesar de ser una bruja, nada en su físico la delataba, pues no llevaba túnicas o cosas así, si no un simple jersey y pantalón 'muggles'.

La señora, (muy amable) le indicó el camino hasta una habitación donde había un par de espejos.

–Enseguida vuelvo, querido. —Le dirigió una leve sonrisa y luego se marchó por la puerta, para buscar una túnica para Harry.

Mientras tanto, Harry miró a su alrededor, y vio, en frente de uno de los espejos, a un chico rubio, por lo que decidió acercarse para saludar. Realmente quería hacer amigos, no quería quedarse solo o que los chicos lo tratasen como lo hacía Dudley.

–¿Tú también estás preparándote para ir a Hogwarts? —El rubio parecía hablarle, pero sin dirigirle una sola mirada, solo se miraba a sí mismo en el espejo, con una expresión gratificante.
–Sí. —Harry se puso en frente del otro espejo, (al lado del chico) esperando que la señora llegase. Miraba sin descaro alguno a aquel chico rubio, de tez extremadamente pálida, que parecía muy seguro de sí mismo.
–¿Es tu primer año?
–Sí, eso es. —No sabía que más responder, parecía un robot, repitiendo siempre lo mismo.

Alrededor del chico, volaban túnicas negras y metros, tomándole medidas. Parecía algo muy normal a los ojos del rubio, pero raro para Harry, el cual disimulaba su expresión de asombro.

–¿Sabes? Me fastidia mucho que permitan entrar a hijos de muggles en Hogwarts. Mi padre siempre dice que los linajes de sangre pura se deben mantener y no ser afectados por muggles o gente mestiza, dice que es algo antinatural.
–Sí, claro. —Habló solamente por decir algo. Se estaba empezando a poner algo nervioso, pues ese chico no le transmitía buenas sensaciones. Parecía algo prepotente.
–¿Tus padres que opinan? —El rubio se miraba al espejo, aunque esta vez parecía molesto por su apariencia, y murmuraba cosas. Parecía estar maldiciendo a aquellas túnicas y a esa señora tan amable.
–Mis padres están muertos. —El de gafas dejó de mirarle, para mirarse a sí mismo en el espejo.
–Oh, lo siento mucho. —Pero, en realidad, parecía haberlo dicho por compromiso, como si verdaderamente no le importase lo más mínimo lo que le acababa de decir Harry.

La señora volvió a entrar, y traía un montón de túnicas y cordones para medidas. Los dejó en una silla y, de repente, se empezaron a mover solas y a ponerse alrededor de Harry.

–Cuando tengáis la perfecta, las túnicas dejarán de ponerse sobre vosotros y podréis salir. —Les hablaba a ambos de manera muy alegre, parecía emocionada por el simple hecho de verlos probándose túnicas para su primer año.

Entonces, se volvió a marchar y Harry y el otro chico se quedaron probándose túnicas y dejando que aquellos cordones les tomaran medidas, para luego volver a probarse aún más túnicas.

–¿En qué casa crees que te pondrán? Yo creo que iré a Slytherin, o tal vez Gryffindor. Aunque eso sería raro, sería mi segunda opción. ¿Te imaginas ir a Hufflepuff? —Hizo una mueca de asco y luego se río levemente.

Harry lo escuchaba atentamente, aunque no tenia la mínima idea de que eran eso de las casas, le parecía algo interesante. Aunque claro, no podía preguntarle al chico sobre las casas, pues seguro que se reiría de él por no saber nada acerca de Hogwarts.

–Yo, no se a que casa iré, la verdad.

El rubio miró a Harry de reojo y soltó una pequeña carcajada. Como no se había fijado en él, no sabía que aspecto tenía, pero ahora que lo veía, parecía un niño pobre por su vestimenta y peinado revuelto. Aunque eso no era posible, porque si no, no podría ir a la escuela de magia más prestigiosa del mundo: 'Hogwarts'.

Harry se percató de la risa despectiva del paliducho de su lado, entonces le miró con el ceño algo fruncido, pero se limitó a decir nada.

Pasaron unos cuantos minutos en silencio y, entonces, el chico rubio parecía tener una túnica asignada.

–Yo ya estoy listo, así que, supongo que nos veremos en Hogwarts. —Se acomodó la túnica una última vez.
–Sí. Nos vemos. —Le dijo Harry, que aún estaba probándose túnicas.

El chico salió por la puerta y, sin que Harry se diese cuenta, el chico le dirigió una pequeña mirada de arriba a abajo, como comprobando su estatus, y viendo si ese chico de gafas, sería merecedor de su amistad cuando llegasen a Hogwarts.
Harry, que ya estaba acostumbrado a las túnicas volando y las cuerdas, aún pensaba en una cosa: ninguno de los dos sabía el nombre del contrario. No se habían dicho sus respectivos nombres.
Mientras las túnicas terminaban de decidirse, Harry, delante del espejo, ensayaba distintas formas de presentarse, pues, aunque el chico no fuese del todo de su agrado, no sabía si alguien más le dirigiría la palabra en el colegio.

Así es la vida, ¿no crees?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora