Expresso De Hogwarts.

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Por fin había pasado ese largo mes. Ese día, tío Vernon, había decidido llevar a Harry a la estación de King's Cross a pesar de haberse pasado el día anterior riéndose de su propio sobrino (como solía hacer), debido al billete del chiquillo, el cuál decía: "De Londres a Hogwarts, sólo ida. Andén 9 y 3/4."

–¿9 y 3/4? Vamos, hasta ese diminuto cerebro tuyo, debería saber que no existe tal cosa. Después del andén 9, va el 10. —Le explicaba con tono burlesco a Harry, justo el día anterior.

Una vez que habían llegado al andén 9, Harry miró hacia arriba, y vio lo que su tío llevaba repitiéndole todo el día. Después del 9, va el 10.
Entonces, tras unos largos segundos riéndose de él, la familia de Harry se marchó, dejándolo allí solo, con una maleta gigante y una jaula con una lechuza dentro. Todo el mundo lo miraba raro.

Pero entonces, se encontró con una mujer pelirroja, y escuchó que hablaba sobre el mismo andén, así que decidió preguntarle, intuyendo que sería una bruja.

Todo salió de perlas y, tan solo unos minutos después, Harry se encontraba dentro del Expresso, con uno de los 7 hijos de aquella mujer tan agradable.

–Ron Weasley. —Le sonrió el pelirrojo mientras le extendía la mano.

–Encantado, Ron. Yo soy Harry Potter.

En ese momento, el pelirrojo cambió a ser un tomate. No se creía que aquel chico sentado enfrente suya, fuese realmente Harry Potter. Amablemente, le pidió que le enseñase la cicatriz y, efectivamente, era verdad. Era 'El Niño Que Sobrevivió', y estaba hablando con él.

Pasaron un par de horas, y esos dos muchachos de 11 años, parecían conocerse de toda la vida. Estaban comiendo una infinidad de dulces tras haber sido interrumpidos varías veces por un chico que buscaba una rana y una chica con el pelo de un estropajo, pero esas interrupciones no les impidieron continuar hablando sobre distintos temas. Ron le hablaba a Harry sobre el Quidditch y demás cosas de magos, mientras que Harry le contaba a Ron cómo hizo que su primo Dudley se quedase encerrado en la jaula de una serpiente por 'accidente'.

Se lo estaban pasando tan bien, que no se percataron de la presencia de tres chicos que les observaban desde fuera de su compartimento.
Se escucharon unos golpecitos en el cristal del compartimento de los chicos, y ambos se giraron al mismo tiempo, viendo a dos muchachos (si es que se les podía llamar así) grandullones y un rubio, que a Harry le parecía que había visto antes.

–¿Se puede? Bueno, que más da, si ya estamos dentro. —Decía aquel rubio, mientras entraba sin permiso al compartimento de los chicos, y se sentaba frente a Harry, ignorando completamente la presencia de Ron. Sin embargo, los dos grandullones que lo acompañaban, estaban de pie.

–¿Y tú eres...? —Ron le miraba fijamente, hablando con la boca llena.

El chico de tez pálida, miró por un segundo a Ron, haciendo una mueca despectiva y luego, volvió a mirar a Harry, poniendo una sonrisa en su rostro de nuevo.

–Bueno, a lo que voy. He escuchado que Harry Potter estaba en este compartimento, y no he podido evitar venir para comprobarlo. —Es cierto, que al chico rubio le parecía familiar Harry, pero no dijo nada, ya que no estaba seguro de ello.

–Pues...ese soy yo. —Harry no apartaba la mirada del chico rubio, analizándolo detenidamente. Definitivamente era el chico de la tienda, solo que aún no llevaba puesta la túnica negra.

Se hizo un silencio incómodo. Harry no paraba de mirar de reojo a esos dos chicos, le recordaban mucho a Dudley y le estaban poniendo algo nervioso. Sin saber porqué, Draco les dio una mirada que les hizo saber que sobraban ahí, y se fueron.

Draco miró a Harry y le dio una sonrisa amable, aunque se notaba que iba con aires de niño rico que todo lo conseguía.

–Mi nombre es Malfoy....Draco Malfoy. —Draco le extendió el brazo a Harry de la misma manera que lo había hecho Ron tan solo unas horas antes, incluso estaba justo en la misma posición.

Ron no pudo evitar soltar una pequeña carcajada ante el nombre del chico engominado, aunque la intentó disimular, tapándose la boca y mirando hacia otro lado.

Enfurecido, Draco fulminó con la mirada a Ron, y no pudo evitar dirigirle la palabra por mucho que se había prometido no mirar a ninguno de los despreciables Weasley ni una sola vez.

–¿Qué es lo que te hace tanta gracia, Weasley? ¿Debería reírme yo de cómo te vistes? ¿O tal vez, debería reírme de cómo no puedes tener ni una mísera túnica nueva? —Escupía las palabras, como si realmente hubiese estado esperando el momento en que decirle a uno de los Weasley lo pobres y miserables que eran.

Las alarmas mentales de Harry sonaron, ahora que tenia un amigo, no podía dejar que le hablasen así. Harry miró la mano de Draco, y luego a sus ojos, frunciendo el ceño.

–Bonito nombre. —Dijo Harry, con algo de ironía, mientras estrechaba (sorprendentemente para Ron) la mano de Draco—. Por cierto, te aconsejo no volver a hablar así a mi amigo Ron.

Draco solo bufó, pues había conseguido la amistad de Harry, y no iba a impedir que un comentario más sobre Weasley, le arruinase eso.

–Bueno, me marcho entonces. —Malfoy chasqueó los dedos mientras se levantaba del asiento e, instantáneamente, los gorilas que tenia por amigos, aparecieron a su lado—. De nuevo, un gusto, Potter.

Draco cerró la puerta del compartimento, con una sonrisa algo maliciosa, mientras levantaba las cejas.
Harry y Ron, se miraron mutuamente y, tras un par de segundos, empezaron a partirse de risa sin razón alguna.

Así es la vida, ¿no crees?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora