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Me acabo de despertar en un valle de bloques de concreto; los árboles, hechos de ladrillos oscuros, se mantienen en mejor estado que el suelo, que está completamente liso. La arena grisácea, densa, al igual que una neblina espesa, domina el paisaje y dificulta mi visión. Se adhiere a mi cuerpo, y tengo que sacudirme las alas constantemente, como si me estuviera atrapando. Pero lo bueno es que, aunque el terreno es casi inobservable, siempre hay un sendero que lleva de vuelta a casa, y justo allí me encuentro, de pie. Me encanta cómo luce; al final, no tengo malos gustos.
A medida que avanzo, el sendero comienza a adornarse con vallas de abedul a ambos lados.
No está tan lejos cuando, a lo lejos, veo la silueta de una pequeña cabaña: mi casa. En uno de los árboles, alcanzo a ver una ardilla. Baja rápidamente y, al llegar a mi lado, me dice:
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- En momentos así es cuando más me preocupo por ti; me alegra que hayas vuelto.
- Estoy bien, eso creo –digo desmotivado. - Entra y toma un descanso; es más, duerme. - Ya no insistas, veré qué hago dentro.
Al entrar, no puedo evitar ver un escritorio moderno, con tres libros apilados; al abrirlos, están casi terminados de leer. Me doy cuenta de eso porque están rayados hasta casi el final. Luego, veo una guitarra en buen estado, una Chromebook; al otro lado de la cabaña está la cama. A la izquierda, el ropero; a la derecha, el armario.
Tengo una extraña mezcla de emociones, pero reina la nostalgia. Reconozco todo a mi alrededor; sin embargo, no tengo idea de por qué.
<<Entra y toma un descanso>> pensó.
No voy a tomarme un descanso.
Estuve durante una hora tocando la guitarra; no sé por qué, pero siento que ya sé cómo tocarla. Estoy confundido, en estos momentos siento que ni siquiera debo estar aquí. Como si todo esto fuera una ilusión, una pesadilla de la que no puedo despertar.
¿Perdí el tiempo? Obviamente no. Pero algo no encaja, algo no está bien. Por ahora, no pretendo salir de casa; tengo miedo de perderme, de que algo me espere afuera, acechando en la niebla gris. Prefiero estar encerrado, hasta ver qué me deparará mañana.