Volví a la casa de Dizzi, pero no lo encontré por ningún lado.
Todo estaba igual que como nos fuimos. La diferencia está en que la puerta estaba abierta. Para tratar de no parecer un ladronzuelo, decidí mejor darme una vuelta por todo el pueblo. Era pequeño, de hecho, cada una de las chozas en los alrededores eran casi de la misma altura, y tranquilamente podía entrar en cualquiera de ellas; pero todas tenían un detalle peculiar, muy aparte de que ninguna tenía puerta, sus techos parecen cabezas de champiñones (Si los llevara a mi cabañita para ellos sería una cabañota).
Me sorprendió bastante ver tiendas que tenían hélices de madera, que al final del día, despegaba en busca de más materiales. Me adentré en el bosque sin problema alguno porque los aldeanos me dijeron que no era peligroso, y que al final siempre me encontraré con el mar. De hecho, no me tomó ni media hora encontrarlo.
Estuve un largo tiempo recorriendo todo el borde de la isla, hasta que por sorpresa lo encontré. Dizzi se encontraba sentado en la arena viendo hacia el horizonte, en la puesta de sol. Me acerqué y creo que fui muy discreto con mi pregunta.
- Por qué huiste?
Él, que ya se había percatado de mi presencia me dice:
- En estos momentos todos estamos teniendo problemas, Jazmín y Emilia me advirtieron de esto- su mirada bajó hacia la arena-. Debía de estar preparado, pero cómo reaccionarías tú al saber que una de las personas que amas, está a punto de mo...- corrigió-. Arriesgar su vida por el bien de la realidad y el tiempo.
Yo más perdido que Papa Noel en mayo le respondí:
- Se que no tengo la experiencia suficiente para responder eso; pero, te puedo decir con certeza que aquí no deberías estar.
Se levantó y mirando fijamente los últimos rayos de sol dijo:
- Si tuviera la oportunidad de cambiar de lugares, créeme que no la desperdiciaré. Y sí, tienes razón, no debería de estar aquí; pero no me atrevo siquiera a mirarlo.
- No te preocupes que yo te ayudaré a hablar con él.
Me miró sonriendo.
- Volvamos, puedes quedarte conmigo, me di cuenta que no perteneces a este lugar; pero me alegro al menos de que no seas malo.
- No vas a encontrar otro pollito buena influencia como yo- ambos sonreímos mientras retornamos a la choza.
De camino, vimos varias chozas colgadas en algunos árboles. En el transcurso del camino Dizzi me había explicado que varias de ellas conviven con el árbol que se le fue asignado al llegar aquí. Todos siempre llegan con un cascabel y una semilla dentro que contiene el fruto que te gustaba en tu antigua vida; y que cada fruta que comas de ese árbol, tendrá un recuerdo tuyo. Toda la historia estuvo increíble; de no ser por la parte de que era 50 y 50, es decir, que pueden ser recuerdos tanto buenos como malos. Le pregunté de igual forma que pasaba con las personas que comían de esos frutos, a lo que me respondió que, de ser el caso, ellos podrían sentir más no saber las emociones de tu antigua vida.
Justo antes de entrar a la choza me dijo:
- ¿Sabes qué pasa con los peluches corrompidos?
Yo negué con la cabeza.
- Se marchan de la isla, es para evitar problemas con ellos- me dijo-. Se debe a la mala vida que llevaban antes, desde ser agresivos. Pero créeme no son malo, solo que no se hallan a sí mismos en esta paz. Y nadie te obliga a quedarte. Pero últimamente las cosas en la isla se pusieron tensas, Laya a invadido cada rincón de las realidades ajenas, para nuestra mala suerte, vive en la nuestra, a muchas islas lejos de aquí. Pero se que pronto llegará. Esta es la razón principal por la que el peluche que viste en el suelo esta aquí.
- ¿Luchará con Laya?
- Laya en esencia, es él también.
- ¿Qué?
«Eso si que es una sorpresa» dijo Charlotte anonadada en mi cabeza.
«Y sí, no entiendo nada la verdad Charlotte» dije
«Y tu crees que yo te tengo las respuestas; pero te soy sincera, tengo unas ganas de ver el desenlace»
«Entonces probablemente este en peligro»
«Y quisiera ver como sales de esta»
«Espera qué»
Entramos. Yo me senté cerca de la fogata mientras lo observaba agarrando unas manzanas de una canasta. Fue cuando lo inesperado pasó, alguien entró bruscamente en la cabaña para esconderse, y era nada más ni menos que aquel peluche que acababa de llegar, el tal Po para Dizzi.
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Mil historias por contar debajo de la cama
FantasyImagina la cantidad aventuras que puede llegar a tener un Pollo escritor y una simple computadora.