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Taemin
A mis 20 años de edad, me he follado a más tías de las que jamás hubiera imaginado.
Obviamente mi único interés en ellas es tan solo el sexo. Muchas, luego de la 'acción', siempre me dan su número telefónico, e incluso han llegado a preguntarme si las llamaré otra vez.
¡Qué niñas tan ilusas, por Dios!
¿Llamarlas una segunda vez?
Eso sería darles a entender que realmente me importan, cuando nada de eso es verdad.
Sinceramente, amor, jamás he sentido. Ni siquiera hacia mi propia madre.
Sé que el amor entre dos personas de diferente sexo de la misma familia no es el mismo que el de otras dos que se atraen mutuamente, pero ni esa clase de amor sentí en mi vida, y nunca lo sentiré.
Jamás.
-Carajo... hazlo así hermosa -gemí alto.
¡Oh claro! Debo contar cada detalle.
Muy bien, les contaré. Estaba follándome creo que por... tercera vez a Naeun, una castaña de 17 años, delgada y muy pero muy bien dotada.
Me la crucé un día en la calle y se le perdieron los ojos en mí.
Me acerqué muy dulcemente, como lo hago con todas, y empezamos a hablar de inmediato, ya que como les dije anteriormente, había clisado su mirada en mí. No habremos pasado más de tres horas juntos, cuando me invitó a su casa en la noche.
Obviamente acepté, ya que sabía lo que pretendía de mí. Nada más ni nada menos que lo mismo que yo de ella. Y bueno, aquí me tienes en pleno acto.
Ahora habíamos cambiado posiciones, ella estaba montándome.
Oh, cómo amo esta posición.
-Mmm... Taemin... -gimió aumentando el ritmo sobre mí; golpeando sus glúteos contra mi pelvis mientras la tomaba de la cintura, ayudándola a moverse cada vez más rápido.
Era más que obvio que no era la primera vez que hacía esto. Se movía como toda una profesional. Un par de embestidas más y me vine en el interior del condón llenándolo por completo.
Me detengo en este mismo instante. Ya estaba exhausto, aunque me cueste aceptarlo. Me había agotado completamente. Naeun sí que sabía cómo hacerlo... Puse ambas manos detrás de mí nuca, observando hacia el techo.
Mi pecho subía y bajaba debido al orgasmo que acababa de experimentar por cuarta vez. Realmente necesitaba descansar, pero ella pareció no notarlo.
Colocó una de sus suaves manos sobre mi pecho, y comenzó a acariciarlo lentamente al mismo tiempo en que descendía su cuerpo desnudo sobre el mío, hasta quedar cara a cara.
