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—¡Hirai Momo, tu hijo se cayó!— el grito de Dahyun resonó en toda la casa.
—¿Cuál de los dos?— se asomó por el umbral, de brazos cruzados.
Dahyun volvió a verle, con los ojos entrecerrados, y con una mueca.
—Ok, ven aquí— Momo se acercó hasta donde estaba Dahyun, con su niño en brazos.
Lo tomó y lo cargó. El chico tenía un leve pucherito en sus labios, y aseguraba que estaba a punto de llorar.
—¿Qué pasó, pequeño pirata? ¿Se te movió el suelo?— se sentó en una silla, tratando de entretener al pequeño.
—Me caí, mami— el leve pucherito seguía en sus labios. Exactamente igual a como lucía Momo cuando pedía algo.
Dahyun observaba esa escena sentada desde el piso, con una sonrisa, viendo como su esposa trataba de curar la pequeña herida de su hijo.
—Si no lloras mientras te curo, te compraré una leche de chocolate, ¿trato hecho?
El chico asintió.
Momo lo sentó sobre la mesa, viendo la herida del chiquillo.
Ni siquiera era del tamaño de uno de sus dedos, pero para el pequeño era un hueco donde se le podía ver su huesito.
El chico se tapó la boca con ambas manos, y cerró sus ojos, haciendo reír a su mamá.
—Cielo, alcánzame el alcohol, algodón y las benditas que están en ese cajón, por favor— señaló un lado de la cocina—. Estamos llevando una cirugía a piel abierta.
Dahyun rió por la manera en la que Momo trataba de hacer reír al pequeñín y no se concentrara en su dolor.
Cuando tuvo todo, aplicó un poco de alcohol, y limpió las gotitas de sangre. Finalmente pegando la pequeña bandita en su rasponcito.
—Listo, campeón— acarició su cabello—. Iremos por tu leche de chocolate, ve a buscar tus zapatos a tu cuarto.
—Pero me duele, mami, se me va a salir algo por ahí— señaló la bandita.
—Para eso está la bandita, para que no se te salga nada— el chiquitín puchereó—. Aunque parece que no quieres tu le-
—¡Sí lo quiero!
—Entonces ve a ponerte tus zapatos.
Con ayuda de Dahyun, quien expectaba, bajó de la mesa, y sólo se escucharon los pasos apresurados en las escaleras.
—¡Cuidado te vuelves a caer, Ni-Ki!
Momo rió por el lado madre sobre protectora de Dahyun, acercándose a ella, tomándola por su cintura y dejándole un beso en sus labios.
—¿Tú también quieres?— alzó sus cejas.
Dahyun golpeó su brazo suavemente, riendo.
—Te va a escuchar el niño— se escondió tímida en su pecho.
—Yo no dije qué— volvió a reír.
Otro manotazo fue proporcionado en el brazo de la mayor, con suavidad, mientras rodaba los ojos y reía.
—Creo que le pegaste tu drama a Ni-Ki.
—Y tú, tu ternura.
Si bien, claramente, no es hijo cien por ciento de ellas, adoptaron al pequeño Ni-Ki luego de haberse casado y decidido dar el siguiente paso.
Contando, en unos días sería su aniversario de cinco años conviviendo como una pareja oficial, al igual que casada y estaban felices de ello.
Por supuesto, hubo más de mil altibajos que lograron superar debido a que el cariño y el amor que se tenían, podía más.
—Ya toy listo.
En la escalera, bajó aquel pequeño chico con sus zapatos puestos, y si bandita en su rodilla derecha.
Tenía una sonrisa brillante, a pesar de haberse lastimado, no dejó de sonreír.
—Muy bien, campeón— Momo corrió hasta él, alzándolo y colocándoselo en sus hombros, llevándolo a tuto, y tomándolo por sus piernas para evitar que se caiga—. ¿Te parece más rico un helado, Ni-Ki?
—¡Heladooooo!— levantó sus manitas.
—Helado— Momo levantó apenas sus hombros, en una mueca, haciendo reír a su esposa.
—Muy bien, helado— Dahyun tomó las llaves—. Tú conduces.
Los tres salieron de su casa, con cuidado de que el chiquillo no golpeara su cabeza en el umbral de la puerta.
Momo se despidió de Dobby, el perrito que adoptaron cuando llevaban tres años de relación, cerrando la puerta y dándole paso a un nueva salida en familia.
Dejando a todos felices.
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