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Chaeyoung despertó con mucha energía. Tomó su desayuno a toda velocidad y se dirigió a aquel fuerte que hizo con Mina. Ella aún no había llegado, pero aún era temprano.

La pequeña castañita comenzó a juntar flores y hojas para decorar la casita. Al cabo de unos minutos, el lugar ya estaba revestido de hermosos colores que hacían que la niña saltara de entusiasmo. No podía esperar a que Mina viera eso.

Siguió esperando y no llegaba aún. Seguramente iría a jugar después del almuerzo. Chaeyoung volvió con sus padres y pasó un momento con ellos, contándoles lo que había hecho para su nueva amiga Mina. Una vez terminó su comida, nuevamente corrió entusiasmada hacia el bonito fuerte.

Las horas pasaban y Chaeyoung comenzaba a aburrirse. Mina no había llegado. Quizás estaba en otra parte. La castañita caminó por los lugares en los que jugaban juntas, buscando a su amiga que quizás se estaba escondiendo. Sus ánimos bajaban con cada lugar en el que no la encontraba.

La noche ya estaba llegando y, a decir verdad, le daba miedo la oscuridad. Fue nuevamente a la casa vacacional y se sentó a cenar con su familia. Ellos charlaban animadamente mientras la pequeña pinchaba su comida con el tenedor con desgano. Su madre notó esto.

─Chaeyoungie, cielo ¿Está todo bien? ─La niña negó con la cabeza, aplastando una de sus mejillas contra la mesa y haciendo un puchero con sus labios, sintiendo que iba a llorar.─ ¿Qué ocurre, mi tigresita?

─Minari ya no está. Se fue. ─Las lagrimas comenzaban a caer por sus gorditas y rosadas mejillas. Su madre la envolvió en un abrazo y acarició tiernamente su cabello.

─A veces, personas especiales vienen a nuestras vidas, se quedan por un rato y luego tienen que irse. ─La voz tranquila de su mamá más los latidos de su corazón lograban calmar su llanto, mas la tristeza aún seguía llenando a Chaeyoung.

─Pero eso es triste. ─Con sus manitas se sujetó fuertemente de la blusa de su madre.

─Lo es... Pero el tiempo que estuvo contigo fue feliz ¿No es así? ─Chaeyoung asintió, limpiándose las lagrimas con la tela de su camiseta. Una pequeña sonrisita se formó en sus labios.

─Sí. Hicimos un fuerte.

─Tal vez eso es lo que hace que todo valga la pena. ─Besó la frente de su hija, aún acariciando sus cortos cabellos. Chaeyoung la miró sonriente.─ Anda, ve a guardar tus cosas. Ya tenemos que irnos.

Y así lo hizo. Aún estaba un poco decaída por la ausencia de Mina, pero su madre tenía razón. Tenía que concentrarse en los momentos divertidos que pasaron juntas.

Chaeyoung ayudó a su papá a cargar las cosas en el auto, era una niña fuerte. Luego, toda la familia Son le dió un último adiós a la playa antes de volver a casa.

ʟᴀɴɢᴜᴀɢᴇ ʙᴀʀʀɪᴇʀ | ᴍɪᴄʜᴀᴇɴɢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora