Jules, Jules Gray. Un nombre que causó conmoción a millones de personas en un día, las noticias suelen causar ese efecto en las masas, está claro que mi caso es muy peculiar como para dejarlo pasar, aunque dejaría en claro que en realidad no soy tan malo como pintan.
Todo comenzó cuando nací. Un recién nacido sano, pero con padres que mentalmente no lo estaban. Ellos me tuvieron para dar mi alma a Satán. El problema era que a Satán no le bastaba con el alma inocente de un pobre recién nacido, así que si querían ganarse el derecho a ganarse el nombre de "súbditos de Satán", necesitaban el alma de algo más grande, un adolescente de 18 por ejemplo.
Fui literalmente criado para morir, y ni siquiera lo sabía. Ellos hicieron todo lo posible para que no fuera malo, mientras más buena es el alma, más lo agradece el "jefe".
Lo recuerdo todo con sumo detalle. Nunca he sido muy avispado que digamos, cualquiera podía jugarmela, pero es imposible olvidar cualquier cosa del día de tu muerte. 3 de febrero, viernes, no fue el día que morí, fue el día antes.
Pie izquierdo al levantarme, encías ensangrentadas al lavarme los dientes, ojeras muy pronunciadas por alguna extraña razón (dormí regular), y padres con miradas que no pasaban inadvertidas.
Un día te levantas como cualquier otro y no te das cuenta de que puede ser el penúltimo de tu vida, creo que a todos nos pasará.
Sudadera amarilla, vaqueros rotos y pegados, e intranquilidad por alguna extraña razón. Mis padres dieron unas caladas a un porro mientras desayunaba, siempre creí que eran hippies o algo así, porque no eran agresivos en absoluto.
El día en el instituto fue regular, pero todo era normal. Acompañé a mi amigo a su casa para después ir a la mía. Todo era tan tranquilo que me relajé por fin.
Abrí la puerta con la llave que llevaba encima, al segundo mi padre me tiró un cuchillo que acabó clavado al lado de mi cabeza, en la pared. Mi madre estaba tras la puerta así que la cerró para que no huyera.
Corrí para encerrarme en la cocina. Aporreaban la puerta con tanta insistencia que pensé que eran perros rabiosos y no mis queridos padres.
Saqué mi teléfono, sin batería. No podía llamar a la policía y mis gritos de auxilio en busca de un vecino compasivo no daban resultado.
Agarré un cuchillo por puro instinto de supervivencia, dejé pasar primero a mi madre, los mataría uno a uno. Mis lágrimas no cesaban mientras le gritaba que parase sin resultado. Le clavé el cuchillo en la tráquea, me salpicó.
La adrenalina se apoderó de mí, no quería morir asesinado por mis propios padres los cuales amaba. Era ellos o yo.
Al acabar con mi madre, continué con mi padre. Él era fuerte, y yo ya estaba magullado y con unos cuantos cortes gracias a mi madre.
Luché con todas mis fuerzas, sin resultados. Me clavó su cuchillo en la mano izquierda cuando intenté que no me diera en el pecho. Aproveché para clavarle el mío en el cuello, resistiendo mi dolor.
Por poco me ahogaba con la sangre que caía de él, era como una cascada rojiza que no cesaba. Lo aparté y me levanté después de unos minutos en el templado suelo mojado. Necesitaba asimilar lo que acababa de pasar.
Fui al baño tambaleándome y agarrándome de las paredes. Al verme en el espejo, no me reconocía. Mis manos llenas de sangre, de mis padres y mía, yo era un asesino.
Pensé en todo lo que pasaría a continuación, cárcel, culpa, dolor, prejuicios.... Preferí dormir, quería pensar que era una pesadilla.
No lo era, a la mañana siguiente desperté igual que como me acosté, pero la sangre estaba reseca ahora.
Decidí la opción fácil. Subí a la azotea y miré el amanecer, eran las 7:32 (lo vi en mi reloj). Antes de tirarme, me tropecé contra una maceta de marihuana (eran de unos vecinos). Miré hacia abajo, una chica pelirroja a la cual maté. Acababa de matar a alguien más.
Me tiré tras la maceta, ya no tenía nada que perder, acabaría en la cárcel sino.
Ví mi vida pasar, una vida con unos padres cariñosos falsos, sentí que solté una lágrima. Lo último que oí fue un gran choque (mi cuerpo contra la acera).
Me encontraba en un túnel oscuro con luz al final, me dirigí a está. Lo primero que ví fue una niña con alas. Me miraba seria.
Yo no sabía ni que cara poner, me quedé estático. Hasta que de reojo ví a la chica pelirroja salir de un túnel, ella primero se fijó en la niña con alas, después en mí.
La miré de reojo varias veces, no me creía que hubiera matado a esa chica, me sentía fatal.
-Mataste a tus padres, tu familia es satánica y te suicidaste, tendrás que ir al infierno- dictó la alada, chasqueó los dedos y me envió al infierno.
Me convertí en un demonio, supongo que me lo merecía por lo que hice. Además que siempre fui ateo.
Estuve toda una semana en el infierno, todos eran maleducados y malas personas. Asesinos, violadores, ladrones, pederastas, mentirosos....
Era horrible, pues encima yo era el blanco de todas las bromas. Se dieron cuenta de que yo no contraatacaba, nunca he sido de pelear.
Habían drogas por doquier, se lo montaban por cualquier lado y soltaban más tacos que unos camioneros, llegué a pensar que simplemente no sabían hablar y solo sabían palabrotas. Además que solo había comida basura, un poco de variedad no vendría mal.
Odiaba este sitio con todo mi ser.
Un día me llamó el "jefe". 12 de febrero, domingo.
Me echó del infierno por ser demasiado bueno, dijo que parecía una monja. Me alentó a hacer maldades en la Tierra, para que aprendiera a ser demonio.
Lo mío no es joder a las personas, lo tendría difícil. Chasqueó los dedos y me envió a la Tierra.
Lo primero que ví fue esa chica pelirroja delante de mí, parecía haber aparecido al mismo tiempo que yo. La miraba sin saber como pedirle perdón, pensé que sería el destino. Ella llevaba unas alas con plumas blancas preciosas, y un aro dorado levitando encima de su cabeza, diría que era un ángel del cielo, ¿porque estaría aquí?
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"Inútiles"
FantasyUn chico demonio que fue enviada a la Tierra por ser demasiado bueno y su nueva misión es hacer daño a las personas Una chica ángel que fue enviada a la Tierra por ser demasiado mala y su nueva misión es hacer bien a las personas ¿Que pasará cuando...