𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 2

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El Inframundo. Un lugar temido por muchos, y no los culpo, tienen razón, ¡En primera impresión, si te da cosa!

Aunque había muchos relatos describiendo el poderoso lugar, cuando se ponía un pie en el verdadero territorio, se daba cuenta que no se le hacía justicia en dichos relatos. Era mucho más, de lo que la imaginación humana podría describir por medio de cuentos.

En el exterior de las tierras, habían diversas criaturas aterradoras y un tanto poderosas, lo que provocaba que sus gruñidos y rugidos fueran tan comunes como el cantar de los pájaros. La fauna era en su mayoría estéril, pero las pocas plantas que podían sobrevivir en tal lugar, las hacia igualmente peligrosas, sea por sus venenos segregantes, o que de verdad estén vivas y pueden atacarte si se sienten amenazadas.

Ni hablar de los insectos o parásitos. Tampoco de las aguas del río de las almas... te recomendaría que no tomes nunca de el, por más sed que tengas.

Por otro lado, el castillo del Inframundo, era una construcción igualmente poderosa y digna de ser llamada como tal. Bajo mi humilde opinión, es uno de los mejores castillos de todos los tiempos. Digo, ¿No lo haz visto?, ¡Es increíble, y eso que solo vez el exterior!

Regularmente cuando un invitado llega al castillo, se anuncia su llegada, pero en lo personal no me gusta mucho esas entradas algo pomposas, así que solo suelo saludar a los guardias de la entrada.

— ¡Hola chicos!

Vi como saltaron del susto. Era de esperarse, suelo ocultar mi presencia divina con regularidad, tanto que hasta se me volvió costumbre, no me gusta resaltar. Además, no tome el camino marcado, llegué por los lados.

— ¡Di-Diosa Hestia! — Rápidamente hicieron una reverencia, pero antes de que les dijera que se levantarán, ellos lo hicieron. — Déjenos presentarla para que así-

— Oh vamos, no es necesario, puedo hacerlo yo. — Dije apresurándome a la entrada, conociéndolos, ellos iban a insistir, y no tengo ganas de convencer.

— Pero- — No alcanzaron a replicar cuando ya había abierto una de las dos grandes puertas del castillo.

— ¡Buena suerte en su día, pequeños, recuerden estar más atentos!

Y cerré la puerta.

[...]

— ¡Bienvenida, Diosa Hestia! — Expresaron los sirvientes después de que entrará en el castillo. Vi sus reverencias con aprecio, pero las rechacé con amabilidad.

— Les dije que no era necesario eso hace mucho.

El líder de aquel grupo negó en nombre de todos y dijo:

— Lo sabemos, pero lo hacemos porque lo deseamos, Diosa Hestia.

Sonrió con cariño, entonces por impulso le doy unas caricias en sus cabellos, tal y como acariciarías a un cachorrito que apenas te conoce; ahí veo como se sonroja de vergüenza. "Oh, debo hacerlo sentir incómodo". Pienso para retirar mi mano rápidamente y darle una sonrisa de disculpa.

¿Eso que vi fue una mueca de decepción?

— Muchas gracias, chicos, aprecio mucho su dedicación. Sigan así, por favor.

❝𝐋𝐀 𝐕𝐄𝐑𝐃𝐀𝐃𝐄𝐑𝐀 𝐃𝐈𝐎𝐒𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐇𝐎𝐆𝐀𝐑, 𝐒𝐎𝐘 𝐘𝐎❞ ⸻ SNVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora