Capítulo 1, un 30 de agosto

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Ese año el otoño había llegado un mes más temprano, las hojas de tonos rojizos, naranjas y amarillentos se paseaban por el parque que Chuuya frecuentaba en sus momentos más solitarios, mezclándose sus pelirrojos cabellos con el color de la estación, y siendo el  rasgo que más se notaba bajo la noche, junto a su sombrero negro y la gabardina del mismo color. Cualquier persona que pasará por las calles de Los Ángeles a esa hora y se topará con Chuuya pasaría por alto cualquier otro detalle de su persona para fijarse en su elegante porte, ignorando las marcas moradas en su cara y las lagrimas frías saliendo de su rostro. El chico de largos cabellos pelirrojos, arrebatados al aire por el viento fuerte de la fría noche, caminaba a paso rápido por las hojas caídas de aquel parque, con una cojera que por más que andará rápido no podía andar totalmente bien, lo que le frustraba y dolía al solo pensar en correr y correr, y nunca volver, pero vaya cojera tenía que aunque quisiera no podría ir muy lejos de ahí.

La razón de su pena le parecía ridícula al mismo Chuuya, se había peleado con su novio, no debería estar llorando por algo así, pensaba, era bastante común,todos tienen peleas con sus parejas, ya debería acostumbrarse. Pero no puede, porque aunque se meta esa idea en la cabeza, nadie podría acostumbrarse a la forma de vida que ha estado llevando los últimos dos años. En una relación tan amarga como la calada de un cigarrillo que no te gusta, pero solo sigues y sigues absorbiendo su sabor por esos pequeños momentos placebos que te causa, pero sin ningún cariño a lo que estás haciendo.

Pero Chuuya no quería pensar en nada, ni en su pareja ni en su vida, solo quería fumar un rato para ahogar las penas y luego volver a su hogar. Por lo que paro cerca a un callejón para descansar los pies de su caminata, sentándose en el suelo. No le daba miedo que apareciera un vagabundo de la nada con una pistola para quitarle sus pertenencias, pues su manejo de su habilidad había mejorado lo suficiente en los últimos años para no tener que preocuparse por andar solo en una ciudad como Los Ángeles. Sin embargo, cuando le iba a dar la primera calada a su cigarrillo, un ruido seguido por un sonoro quejido proveniente del callejón lo hizo pararse enseguida.  

¿Hola?- pregunto al aire en voz baja, pues si que le había asustado ese repentino golpe metálico

No hubo quién le contestara su pregunta, pero si bajaron de a poco los sollozos, como si quién estuviera ahí no quisiera ser encontrado.

Chuuya no sabe porqué decidió buscar aquel llanto en medio de la noche, quizás porque el mismo estaba llorando, y no quería escuchar a alguien más llorando aquella noche. Por lo que dio los primeros pasos en el frío piso, con sus botas sonando de apoco por el canal angosto, cuyas paredes negras destacaban más la luz al final de ese pasillo, cayendo sobre una reja metálica sin nadie quién le estuviera esperando al final, aparentemente. Un hilo de humo salió de sus labios, pues parecía que no había nada que buscar. Se rascó la nariz, alzó su cigarro, y cuando se iba a dar la vuelta un suspiró lo alertó de nuevo. Buscó con la mirada hasta un bote de basura, de dónde empezaban a emerger unos ensangrentados y larguiruchos dedos blancos.

Chuuya gritó, pues parecía que había encontrado una especie de cadáver en la noche, y gritó más fuerte cuando de el bote salió un chico momia, con el cuerpo casi que completamente vendado, con el labio roto y agitando sus manos para que se callará, y poniéndolas en sus oídos cuando el chico cayó de espaladas sobre otro cubo de basura. Si que le fastidiaba el ruido a este chico-momia. Cuando el chico de pelos rojos finalmente se calmo, se levanto inmediatamente, y se acercó con cuidado a el chico-momia, quién se escondió con miedo nuevamente en el bote de basura. Chuuya lo miraba con una especie de rara empatía, demonios, ¿que hacía un chico vestido con un (aparente) uniforme escolar, vendado hasta el culo y apestando a sangre en un bote de basura en una noche fría como está? ¿Acaso algunos matones escolares lo habían dejado abandonado a su merced después de una paliza? ¿tal vez había tenido alguna discusión con sus padres y al no encontrar otro lugar para dormir, se metió dentro de un basurero?, las posibilidades eran infinitas, pero eso no quitaba que se sintiera mal por ese chico escurridizo.

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⏰ Última actualización: Sep 10, 2023 ⏰

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