Nunca te enamores lo suficiente como para no ver por donde vas. Nunca pienses en dejar de hacer lo que más amas por una persona a la que amas.
Nunca aceptes vengarte fingiendo que tienes una relación con tu peor enemigo.
A menos que estés desesper...
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Gabrielle ayuda a Laura a terminar de ponerse el vestido. Después de todo lo que ha pasado, tener una ceremonia pequeña y privada en la playa parece ser la mejor opción. Pues nadie parecía tener muchos ánimos de hacer una mega fiesta. Incluso Laura pensó en cancelarla, con Steve en el hospital aún herido y con Javier yendo y viniendo de las sesiones con el medico por la herida que nunca se cuidó cerca de los pulmones. Pero Gabrielle la convenció de no hacerlo, que no era necesario.
—Necesito algo frío — Laura susurra después de que su amiga termina de subirle el cierre del vestido.
—Espera aquí. Y cálmate por favor — Gabrielle sonríe dandole pequeñas palmadas en la espalda aunque sabe que eso no la va a tranquilizar — aun falta una hora Lau, sientate y respira — saca una botella de agua fría del mini congelador y se la entrega, su teléfono vibra sobre la mesa junto a los maquillajes esparcidos.
Es un mensaje de Javier.
"Se me quedó la corbata en la habitación de tu hermano"
"Estoy ocupada con la novia Javi"
"Por favor"
Gabrielle sonríe aunque realmente quiere estrangularlo porque lo que más le repitió en la mañana fue que no olvidara llevarse la corbata porque no iba a existir tiempo para estar buscándola más tarde.
—Mira, vuelvo en un rato ¿Si? Javi olvidó su corbata — la rubia le da un beso en la cabeza a su nerviosa amiga quien también mantiene los dedos sobre la pantalla del celular.
—No tardes y si ves a tu hermano dile que
—Que lo amas — Laura mira a su amiga con una sonrisa de disculpa. Al no verse con el novio por tres días se siente ansiosa y eso la hace jugar con la sensación de enviarse mensajes a través de ella.
Gabrielle niega con la cabeza, ya que ella es demasiado empalagosa con su hermano y él que es demasiado evasivo, ama sus cosas demasiado dulces.
Javier y ella son... ellos. Juntos parecen unos buenos amigos alrededor de los demás, Javier es posesivo en cuanto a estarla tocando. Le gusta darle la mano en las cenas o en las salidas, pegarla a él mientras caminan. Se rien de sus propias bromas y chistes aburridos y se molestan como si se detestaran. Pero en la intimidad de su habitación, ambos eran puro fuego y palabras. Eran dos almas encajando una y otra vez. Javier para ella era, absolutamente todo lo que la volvía loca y al mismo tiempo con lo que jamás podría vivir.
Con un suspiro, ella sube las escaleras y camina por el pasillo recién pintado por Steve. La chica sonríe al recordar lo que su hermano le había dicho la noche anterior: quiero regalarles esta casa. Les había dicho, pero Gabrielle y Javier ya tenían planes para el futuro. Javier terminaba de trabajar el mes que seguía, recibía todo su dinero, tomaba a su futura esposa e hijos y se irían a Cali.
