CAPÍTULO 8

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Alexander

Llevaba una semana entera en Ecuador y ni siquiera habíamos podido iniciar con los trabajos para la construcción del complejo. Uno de los problemas que se nos presentaron fue el clima, no había parado de llover y la lluvia en la selva no podría compararse jamás con las lluvias a las que estaba acostumbrado. El cielo rugía y el sonido de la lluvia golpeteando los cristales no me había dejado dormir bien ni una sola noche.

A ese problema, debía sumarle la pésima conectividad, el internet era del todo ineficiente, por lo que no había podido comunicarme con mi recién estrenada novia de manera eficaz. Las llamadas que intenté hacerle quedaron en un intento, pues casi no me escuchaba por la estática. Los mensajes tardaban en irse y para cuando ella respondía yo estaba dormido.

Esto no podía ser bueno para nuestra relación y en el fondo me daba miedo que ella decidiera que lo dejáramos. No era un ingenuo y sabía que Sophie tenía sus inseguridades y esta distancia no nos estaba haciendo ningún favor.

La energía eléctrica se había cortado en varias veces durante las tormentas y me había impedido cargar mi teléfono en un par de ocasiones... Ya no soportaba más la situación, aunque debía reconocer que vivir esas carencias de cosas básicas en carne propia, me hizo pensar en soluciones que sin duda serían beneficiosas para los huéspedes que decidieran visitar el complejo en cuanto fuera inaugurado.

Las personas del equipo que viajaron conmigo me habían pedido regresar a casa, pero eso era algo que no podríamos hacer. El contrato con la cadena hotelera nos obligaba a estar en este lugar. Solo me quedaba esperar a que el clima mejorara para poder visitar el terreno e iniciar con nuestras labores.


*******

El día en que por fin paró de llover, lo primero que hicimos fue ir a visitar los terrenos en donde se levantaría el complejo. Afortunadamente, no estaban muy lejos del pueblo, por lo que en menos de diez minutos estábamos recorriendo el sitio. No me fue difícil imaginar el complejo ya levantado, mi imaginación solía ver las cosas en pie incluso antes de empezar a diseñarlas en mi mesa de dibujo. Estaba seguro de que este complejo sería una joya en medio de la selva y no solo por la belleza de la construcción en sí, sino porque también generaría empleo para los habitantes de un lugar tan hermoso y tan empobrecido a la vez.

Lo que más temíamos era que las personas, que las comunidades indígenas principalmente, se opusieran a la construcción del complejo. Sin embargo, los dueños de la cadena habían solucionado ese tema con anterioridad. La promesa de empleo y de mejores días para sus familias hizo que accedieran y no nos pusieran ninguna traba.

Los siguientes tres días por fin pudieron ingresar los trabajadores a los terrenos para empezar con la limpieza de la maleza. No olvidaba que debíamos tratar de causar el menor daño posible las especies nativas, por lo que había sido necesario que algunos de los árboles fueran extraídos con la ayuda del ministerio del ambiente de Ecuador para que estos fueran trasladados y plantados en otro sitio.

Al término de la semana el terreno estaba listo para que ingresara la maquinaria y el material de construcción. El sábado en la mañana ya no lo soporté más y decidí volver a San Francisco, me quedaría allí un par de días y regresaría nuevamente a mediados de la siguiente semana.

Me urgía ver a Sophie y no iba a dejar que la distancia fuera un obstáculo, de algo tenía que servir ser el jefe. No iba a echar a perder mi oportunidad con ella, Sophie era todo lo que quería y sabía que si la perdía no encontraría a alguien igual o mejor que ella. Mi corazón gritaba que ella era la mujer indicada y me estaba dejando guiar por él. No tenía intenciones de fallar y no dejaría que mi trabajo me impidiera hacer realidad mi sueño de tener mi propia familia.

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⏰ Última actualización: Mar 31 ⏰

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