Alexander
—No puedo trabajar en este proyecto, lo siento de veras —me dijo Alanys, apretándose las manos con nerviosismo.
—Necesitamos terminar a tiempo el proyecto para ese concurso y tú eres la mejor diseñadora de interiores de este estudio. Además, eres mi hermana y no puedes dejarme tirado, así como así —insistí, tratando de que reconsiderara su decisión.
—No es así como así... Lo que pasa es que... —Se dejó pesadamente sobre la silla.
—¿Qué es lo que pasa?, dame una razón de peso para que no puedas ayudarme esta vez.
—Pasa que estoy embarazada —soltó de golpe—. Serás tío de nuevo.
Al principio no sabía qué ni que decirle, pero en cuanto asimilé la noticia me acerqué a ella para abrazarla. Sería madre otra vez y estaba realmente feliz por ella.
—Espero que esta vez sea un niño...
—En realidad son dos bebés y el doctor dice que debo cuidarme mucho durante el embarazo. Esa es la razón de que no quiera trabajar en este proyecto. Me hacía mucha ilusión cuando me lo propusiste meses atrás. Sin embargo, no contaba con que me visitaría la cigüeña de nuevo y menos aún que fuera por partida doble —me explicó con una mirada de disculpa.
Cuando Alanys abandonó la oficina aún estaba alegre por la buena noticia. Mi hermana sufrió tanto en el pasado que merecía toda la felicidad que tenía actualmente con mi cuñado Joel. No obstante, era consciente de que debía encontrar a un decorador de interiores tan bueno como Alanys lo antes posible. El tiempo corría y quedaban apenas dos meses para la presentación del proyecto para el concurso.
Seguramente se estén preguntando de qué proyecto y de qué concurso habla este hombre...
Para que me entiendan mejor, les diré que soy arquitecto. Uno de los mejores de esta ciudad. Y aunque les pueda parecer que estoy pecando de arrogante y orgulloso, las cosas siempre hay que decirlas como son. Y yo, Alexander Harrelson, sería el ganador de ese concurso.
Bueno, el punto es que una reconocida cadena hotelera iba a construir un complejo en la selva de Ecuador y había convocado a concurso a todos los estudios de arquitectura que desearan participar. Había reglas muy estrictas que los estudios debían cumplir, una de ellas y la más importante, a mi parecer, era la de crear un diseño sostenible y amigable con el entorno natural en el que se levantaría el complejo.
El premio económico era bastante bueno. No es que el dinero me hiciera falta, pero nunca viene mal la seguridad que el dinero te proporciona. Pero sin duda lo más relevante de ganar un concurso, es el prestigio que obtienes. Año tras año mi estudio había ganado los premios más importantes y los que no habíamos ganado nosotros los ganó el estudio de mi cuñado.
El mundo de los arquitectos es muy competitivo y debes trabajar duro si deseas destacar. Por esa razón había estado investigando a detalle las características de la zona en donde se construiría el complejo y tenía muy buenas ideas para plasmar en los primeros bocetos. Sabía que podía crear algo hermoso que pudiera integrarse perfectamente con la vegetación de la selva. Era hora de que mi equipo y yo nos pusiéramos manos a la obra... Y también era hora de llamar a la encargada de recursos humanos para que encontrara al diseñador de interiores que necesitábamos.
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Una semana más tarde, no habíamos encontrado un diseñador de interiores que fuera tan detallista como mi hermana. Quizá no debería tomar a mi hermana como referencia, pues ninguno estaba a su altura... Y no era que estuviera alabando en exceso el trabajo de Alanys por el simple hecho de ser mi hermana, la realidad es que ella era la mejor en lo que hacía, lamentablemente, esta vez no podría contar con ella ni con sus maravillosas ideas.
—No tenemos al diseñador de interiores y no podemos presentar un proyecto incompleto —informé al resto del equipo.
—Disculpa mi atrevimiento —intervino Peter —¿Puedo recomendarte a alguien?
—Llegados a este punto, estoy dispuesto a aceptar tus recomendaciones y las de quien quiera hacerlas. No podremos ganar ese concurso con un equipo incompleto —dije, cediendo ante la idea de aceptar que alguien entrara a trabajar por enchufe a mi estudio.
—Se trata de la ahijada de mi madre. Estudió diseño en Londres y sé que es muy buena, allá trabajaba para personas adineradas que estaban muy satisfechas con su trabajo. Por asuntos personales tuvo que volver al país. Si deseas que te muestre su trabajo, le diré que venga, tú solo dime la hora y ella estará aquí —explicó Peter, mientras los demás lo miraban sin creerse que el arquitecto en prácticas hubiese tenido el atrevimiento de recomendarme a un conocido.
—Dile que venga contigo mañana y que traiga su portafolio —respondí, abandonando la sala de juntas. Estaba agotado y lo único que quería en ese momento era tener algo de paz.
Al día siguiente vería si la mujer que Peter decía que era tan buena en su trabajo, realmente lo era...
Sophie
—Prepara tu portafolios, mañana te recibirá Alexander Harrelson en su oficina —anunció un sonriente Peter, nada más entrar en la cocina del departamento que compartíamos.
—¿Lo dices en serio? —pregunté sin creer del todo lo que acababa de escuchar, me parecía increíble tener la oportunidad de trabajar en el estudio del arquitecto más reconocido de San Francisco.
—Muy en serio, mañana vendrás a la oficina conmigo y el jefe te recibirá... —me dijo, mientras tomaba una de las galletas de la bandeja —. Va a revisar tu portafolio y si le gusta el trabajo será tuyo, pues necesitamos con urgencia un buen diseñador de interiores y tú lo eres.
—¿Y si no le gusta mi trabajo? —pregunté, bajando de golpe de mi nube de alegría —Sé que no debo hacerme demasiadas ilusiones.
—No debes dudar de ti, eres muy buena en tu trabajo y eso es justo lo que le vas a demostrar a mi jefe —Peter tenía la clara intención de levantarme el ánimo —Si te acepta será perfecto y si no lo hace, siempre puedes buscar trabajo en otro lugar.
Al día siguiente, me levanté temprano con la intención de preparar el desayuno, sin embargo, Peter me dijo que no era necesario, que me invitaría algo de camino al estudio. Por lo que invertí bien el tiempo en mi arreglo personal.
A las 7:30 salí de la habitación con mi cabello rubio bien planchado, con mi rostro maquillado de manera sutil y usando el traje azul que me volvió a entrar después de que perdiera esos kilitos que la depresión me hizo ganar meses atrás.
—Te ves preciosa. Sin duda causarás una buena impresión —señaló Peter con una sonrisa que no dudé en corresponder.
—Son mis diseños los que deben causar la mejor impresión si lo que quiero es quedarme con ese trabajo —respondí poniendo en alto el maletín que contenía todos mis diseños.
De camino al edificio de Alexander Harrelson, Peter me habló maravillas de su jefe. Maravillas que simplemente no podía creer. Puede que ese hombre fuese un gran profesional, e incluso el mejor arquitecto del mundo, sin embargo, sabía de buena tinta que puedes ser el mejor profesional y al mismo tiempo ser una muy mala persona.
Unas manzanas antes de llegar a nuestro destino, Peter detuvo el auto en una cafetería y desayunamos entre risas, mientras imaginábamos que me quedaba con el trabajo y que volvería a hacer lo que me gustaba. Peter me había salvado en muchos sentidos y lo estaba haciendo nuevamente al conseguirme esta oportunidad.
Media hora más tarde, Peter tocó la puerta de una oficina en donde el nombre de mi posible futuro jefe resaltaba con letras doradas y al entrar me encontré con uno de los hombres más guapos que había visto en lo que llevaba de vida.
Afortunadamente, era inmune a los encantos de cualquier hombre y Alexander Harrelson no sería la excepción.
O al menos eso era lo que pensaba...
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Déjame ser el amor de tu vida
Roman d'amour¿Qué pasa cuando el destino junta a un hombre que quiere encontrar el amor con una mujer que ha perdido la fe en este? Alexander está dispuesto a demostrarle a la huidiza diseñadora de interiores, que aún existen hombres que creen en el amor verdade...