Capítulo #1

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Siempre quise a Paulina. En uno de mis primeros recuerdos, Paulina y yo estabamos ocultos en una oscura glorieta de laureles, en un jardín con dos leones de piedra. Paulina me dijo: me gusta el azul, me gustan las uvas, me gusta el hielo, me gustan las rosas, me gustan los caballos blancos. Yo comprendo que mi felicidad habia empezado, porque en esas preferencias pidia identificarme con Paulina. Nos pareciamos tan milagrosamente que en un libro sobre la final reunion de las almas en el alma del mundo, mi amiga escribio en el margen: Las nuestras ya se reunieron. "Nuestras" en aquel tiempo, significaba la de ella y la mia.
Para explicarme ese parecido argumente que yo era un apresurado y remoto borrador de Paulina. Recuerdo que anote en mi cuaderno: "todo poema es un borrador de la poesía y en cada cosa hay prefiguración de dios". Pense tambien: En lo que me parezca a Paulina estoy a salvo. Veia (y aun hoy veo) la identificación con Paulina como la mejor posibilidad de mo ser, cómo el refugio en donde me libraria de mis defectos naturales, de la torpeza, de la negligencia, de la vanidad.

En memoria de PaulinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora