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El cielo oscuro se encontraba lleno de estrellas, el fenómeno estaba ocurriendo y había destellos en tonalidades amarillas y verdes. Las personas caminaban por las calles, se encontraban en diversos sitios en realidad y solamente algunas miraban la peculiar lluvia de Oriónidas que había en ese momento.

Un hermoso brillo amarillo resplandeció mucho más que los demás, cayó velozmente y se impactó con fuerza en el mar de Busan. No había nada ni nadie alrededor para presenciar el suceso, se quedaría como un secreto entre el agua y la soledad.

El hijo de Venus había caído, quien pasó de ser una estrella a un joven de cabellos dorados, ojos grises, piel perlada, labios esponjosos y mejillas regordetas. Su nombre era Park JiMin, siempre tuvo vida, pero no de esta manera, no con un cuerpo humano y mucho menos en la Tierra.

JiMin no sufrió daño alguno, aunque estaba sorprendido y desconcertado porque en un parpadeo había dejado su lugar en el cielo y apareció ahí. Su cuerpo estaba cubierto por prendas blancas ligeras, por lo que la sensación de la arena contra su piel, el sonido de las olas del mar y el aroma salado, lo distraen. Todo es nuevo para él, en su puesto solo había oscuridad, frío, ningún sonido ni aroma en particular y lo único que se quedó en su mente fue YoonGi.

En cuanto se dio cuenta de ese detalle, se puso de pie, no sabía usar sus piernas y tambaleó, cayó de rodillas y miró hacia todos lados en busca de su hyung. No estaba, no había nadie, eso hizo que su pecho doliera y es inexplicable la sensación de opresión que tenía, nunca había sentido nada parecido.

—YoonGi...— murmura JiMin y el tono de su voz, el sonido que salió de su boca, también es nuevo, se escuchaba roto.

Lágrimas comenzaron a descender por su rostro, esas gotas que salían de sus ojos no las entendía, se sentó y dejó que el agua golpeara contra sus pies. Llora y se rompe porque no sabe qué hacer, mira la noche y la lluvia ha pasado, justo frente a sus ojos hay una estrella resplandeciente que sobresale de todas las demás y algo en su pecho se acelera.

—Con que así te ves.— dice observándola con admiración, una sonrisa torcida adorna su cara y alza su mano para intentar atrapar lo inalcanzable.

En el cielo está YoonGi, él puede diferenciarlo entre todas las estrellas que hay, su hyung es la más hermosa y la única que lo mira. Sabiendo mínimamente esto se recompone un poco, limpia su rostro con el dorso de sus manos y algo llega a su lado con el soplo del viento.

JiMin toma la cosa amarilla y extraña que apareció, es una cobija suave y calientita, la sensación le gusta y la frota contra su mejilla. Es cálido, le recuerda al manto que lo cubría cuando era una estrella, decide quedársela y observar un poco más el lugar.

El mar es hermoso, pero no tanto como YoonGi y ese pensamiento lo hace buscarlo nuevamente, sigue allí, más el cielo comienza a cambiar de color. Eso solo indica que el Sol saldrá, no podrá ver más a su hyung y la Luna se despide de él desapareciendo por el horizonte.

Intenta repetidas veces ponerse de pie y caminar, con esfuerzo logra hacerlo y camina por toda la orilla hasta llegar a un enorme faro. El sitio está abandonado y le es fácil entrar, está vacío y empolvado, eso lo hace estornudar.

—¿H-hay alguien? — pregunta titubeante y su voz produce un eco.

JiMin agacha su mirada y entristece, no le gusta estar solo, le gusta la compañía, como la de sus demás hermanos y hermanas estrellas. No tiene opción, mira las escaleras que hay pegadas a la pared y sube por ellas.

Cuando llega hasta lo más alto puede ver mucho mejor el cielo que ahora es de un tono celeste y es acompañado por el Sol, sonríe por la imagen. Rebusca entre las cosas que hay, parece que antes hubo personas y que se fueron ya hace mucho tiempo.

𝓝𝓸𝓿𝓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora