–Alice Malcom.
Iba tarde a la universidad, como siempre. Ahora mismo no encontraba mi zapatilla izquierda, y eso según mi madre significaría mala suerte, pero yo no soy supersticiosa, así que le hago vista gorda al tema.
—¿Dónde lo dejé? —me preguntaba a mi misma en voz baja.
Caminaba semi agachada, mientras buscaba mi zapato. Hasta que lo encontré debajo de mi sillón.
—¡Ahí está! —dije muy alegrada, como si hubiera encontrado un tesoro.
Me puse la converse, metí mis llaves en mi bolso y salí de casa. En el camino pasé por mi cafetería favorita y compré capuchino grande, como todos los días, y lo bebí en lo que me quedaba de camino.
Llegué a clases a tiempo y me senté al final de la fila de pupitres. La profesora Dambeth explicaba algo sobre un nuevo trabajo que estábamos a punto de empezar, se trataba de conversar con un famoso escritor para conocer la historia detrás de sus novelas. Me pareció interesante, pero tenía demasiado sueño y me costaba concentrarme.
—Muy bien, entonces el libro que leeremos es Las crónicas marcianas, de el autor —la señorita Dambeth revisó la portada del libro por unos instantes. —Josh Parker. Tienen una semana para leerlo, generar por lo menos cinco preguntas sobre el relato y se las formularemos al mismo autor en persona, la semana subsiguiente. —hizo una pausa. —¿Alguna duda?
Algunos compañeros de clase manifestaron sus dudas mientras yo miraba la portada del libro con mucha concentración.
《¿Josh Parker?》pensé. 《Me suena conocido ese nombre》insistí.
Decidí buscar sobre el autor en mi celular, y en ese instante mi cara decayó. Era Josh Derek de la secundaria, tan solo se cambió de nombre. Era el mismo Josh del que me enamoré, no lo podía creer. Él y yo fuimos pareja durante nuestra adolescencia, y ahora tenía que volver a verlo, e incluso preguntarle sobre su libro del cual me habló un millón de veces en secundaria. Era emocionante, pero no en el buen sentido.
–Josh Parker.
Me encontraba acostado en mi cama, solo. Pensando que podía escribir en mi próxima novela, pero nada llegaba a mí. Fue buena idea hacer una parodia a Las crónicas marcianas de Ray Bradbury, pero luego de eso ¿qué sigue? No lo sabía.
Me levanté y con mi libreta en me fui al balcón, quizás allí encuentre la inspiración. Fumé cigarrillo tras cigarrillo, pero nada inundaba mi mente. Ahora me parecía estúpido el hecho de que abandoné la carrera en derecho, por escribir una basura de libro, que ni siquiera me da los ingresos suficientes para vivir tranquilo.
Salí de casa, y decidí ir a alguna cafetería cercana a mi casa. Fui a una que me recomendaron unos amigos, así que me encaminé en busca de alguna idea para alguna novela. Cuando llegué me puse a la fila en espera de ordenar, pero algo extraño ocurrió, escuché una voz muy familiar, y mi estómago se revolvió. Era la voz de Alice. Su voz al decir gracias sonó como lo más dulce que había escuchado en años. La vi caminar al lado mío y no notarme en lo absoluto, eso me recordó los viejos tiempos, cuando nos amábamos.
Salí de la fila y me dirigí a donde sea que ella fuera, pero luego de unas cuadras me detuve y recordé nuestra última discusión, en la cual juré no volver a verla nunca más.
《—Sabes que, si vas a seguir con estos comportamientos, ¡Pues vete a la mierda! —gritó ella.》lo recordé. 《—Si no vas a hacer nada por nosotros, por lo nuestro. Entonces esto se acabó —respondí yo igual de enojado.》seguí.
Me deprimí y volví a mi casa. Quizás sobre eso podría escribir, sobre lo difícil que puede llegar a ser el amor, sobre todos cuando somos pequeños.
ESTÁS LEYENDO
Efecto ocho
RomanceAlice es una estudiante de primer año en literatura, y Josh es un escritor famoso por su novela "Las crónicas terrestres". Josh fue el primer amor de Alice en la preparatoria, y luego de varios años se reencuentran en una actividad de la universidad...