2.5.MARTHA Y PEDRO

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Horas después de la despedida con Cassia.

Jorge aparcó el camión cerca de la acera y recorrió el camino de pequeñas piedras hasta dentro de su casa. Fue un camino corto bajo la luz de la luna pero le dio tiempo a sentir la decepción sobre la soledad que le esperaba una vez entrase a la casa. Mientras que sus vecinos tenían las luces encendidas e iban de un lado a otro, su casa estaba a oscuras, vacía y en un sepulcral silencio.

Abrió la puerta con llave, encendió la luz del pasillo y fue directo a la cocina. Tenía sobras para la cena pero el hambre estaba ausente en su cuerpo. No podía parar de repasar la conversación que había tenido con la joven Cassia horas antes. Una joven con toda la vida por delante, el miedo a lo desconocido no era más fuerte que ella. Era muy valiente para arriesgarlo todo por un sueño.

No había pensado en ello, pero en el fondo de su ser desearía ser como ella, tener esa juventud, ganas de vivir y sueños. Había pasado toda su vida trabajando para poder vivir, cuando conoció a su mujer Martha las ganas de trabajar para darle todo lo que ella quisiera eran más fuertes que su cansancio y rutina, las ganas de volver a casa para verla eran más fuertes que su depresión.

El día que nació su hijo el se encontraba rozando el límite de velocidad de la autovía para poder llegar al hospital, odió su trabajo durante semanas preguntándose si Martha se sentiría decepcionada con él por no acompañarla, pero ella siempre le repetía lo mismo:

—Pasas horas seguidas en un trabajo que no amas para darnos la mejor vida que puedes, eres un héroe para el pequeño Pedro y me aseguraré de hacérselo saber incluso cuando no estés.

Jugaba todo lo que podía con su hijo, le daba igual estar cansado por el trabajo, tenía que hacer saber a su pequeño que era el mejor padre, que no tenía nada que envidiar a los padres de sus compañeros del colegio.

Pero algo sucedió.

Un viernes dos años antes Jorge se encontraba volviendo a casa por la autovía. Martha iba a llevar al pequeño Pedro al colegio. Un adolescente borracho conducía de vuelta de una fiesta universitaria. Los coches chocaron. Solo el adolescente sobrevivió. Jorge dejó de pensar que existía un Dios que fuese justo.

Volvió al presente, el filete volvía a estar frío pero el hambre no aparecía así que decidió tirarlo a la basura.

No quería seguir con la farsa. 

Fue al cuarto que solía compartir con su mujer y abrió el cajón de su mesita de noche. Un revólver con una sola bala descansaba en el fondo de este.

Cogió una foto enmarcada de los tres miembros que una vez habían compuesto su familia, estaban sonrientes, felices. Sonrió acariciándola y la sujetó con fuerza inconscientemente. Le dio la vuelta y leyó la descripción.

"Para mi maridito.

Con amor, Martha."

Jorge, Martha y Pedro, 1997

Se le escapó una lágrima. Dejó la foto y sacó el revólver de su escondite.

—Os quiero. Voy con vosotros—. Se colocó el frío cañón del revólver en la sien y apretó el gatillo sin vacilar.

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⏰ Última actualización: Jun 09, 2023 ⏰

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